EL SANTO NOMBRE DE JESÚS
"Le
darás el nombre de Jesús,
porque Él va a salvar a su pueblo" (Mat. I, 21).
porque Él va a salvar a su pueblo" (Mat. I, 21).
El occidente celebra la fiesta del
nombre de Jesús, el domingo que separa la Circuncisión de la Epifanía; en los
años en que dicho domingo no existe, la fiesta pasa al 2 de enero. Así como en
el crucifijo material honramos toda la Pasión de Cristo resumida en un símbolo,
de igual manera el nombre de Jesús nos recuerda todo lo que está simbolizado en
él (Cf. Filip.
II, 9-10). "Hablando
de él, nos sentimos iluminados; pensando en él, recibimos el alimento de
nuestras almas; invocándole, encontramos la paz!, como dice San Bernardo de
Claraval, uno de los hombres que han hablado más sentida y profundamente del
nombre de Jesús.
El Concilio de Lyon prescribió en 1274
una devoción especial al nombre de Jesús, y el beato Gregorio X comisionó
especialmente a la Orden de los Predicadores para propagarla. Pero quienes más
hicieron por difundirla, a pesar de la gran oposición que encontraron, fueron
los minoritas: San Bernardino de Siena y San Juan Capistrano, quienes
popularizaron el uso del monograma JHS, simple abreviación del nombre de Jesús
(Ihesus). El hecho de que la Compañía de Jesús adoptara ese monograma como
parte de su divisa, contribuyó a su mayor difusión. La Santa Sede concedió a
los Franciscanos, en 1530, la celebración de la fiesta del Santo Nombre de
Jesús y el uso se fue extendiendo paulatinamente. En 1721 se convirtió en fiesta
universal de la Iglesia de occidente; pero pocos años después, la comisión
encargada de la reforma del Breviario recomendó al Papa Benedicto XV la
suprimiera del calendario general. La fiesta actual es una especie de
repetición de la Circuncisión.
Es interesante notar que el Nombre de
Jesús figura en el calendario del Book of Common Prayer, el 7 de agosto, es decir, en la
fecha que escogieron algunos obispos ingleses y escoceses, cuando adoptaron la
fiesta, a fin de la Edad Media. Por otra parte, la traducción del bello himno
de Vísperas Jesu dulcis memoria, hecha por el P. Edward Caswall, ha contribuido a que
los protestantes conozcan, probablemente mejor que los católicos, ese poema
anónimo frecuentemente atribuido, por error, a San Bernardo. Las Letanías del
Santo Nombre de Jesús, que en realidad son más bien un comentario de los
atributos del Salvador que de su Nombre, provienen tal vez de San Bernardino y
San Capistrano. Monseñor Challoner las llama simplemente, Letanías de Nuestro
Señor Jesucristo en la edición original de Jardín del alma.
- Vidas de los Santos, de
Butler.