miércoles, 16 de octubre de 2024

SAN GALO, Abad

16 de octubre
SAN GALO,*
Abad
Por cuanto eres tibio, y ni frío ni caliente,
estoy para vomitarte de mi boca.
(Apocalipsis, 3, 16).


   San Galo, discípulo de San Colombano, a quien acompañó de Irlanda a Francia, habiéndose retirado a una gruta, encontró en ella a un oso al cual ordenó le trajese leña y que se fuese después: el animal obedeció. Libró a la hija del duque Gunzo de un demonio que la atormentaba. Este duque le ofreció un obispado que el santo rehusó. Aceptó sin embargo otros presentes y los distribuyó entre los pobres. Fundó el célebre monasterio de San Galo, en Suiza, y murió en el año 641 ó 645.
 
MEDITACIÓN
SOBRE LA TIBIEZA ESPIRITUAL
   I. Llámase tibio a quien sirve a Dios con negligencia; no comete pecado mortal porque teme el infierno, pero no se esfuerza por evitar los pecados veniales. El alma tibia cumple su deber con negligencia, va repitiendo que se contenta con el último lugar del Paraíso; en una palabra, hace solamente aquello que no puede omitir sin pecar gravemente. ¿No es, acaso, el estado en que tú te encuentras? ¿Qué cuidado pones en ejecutar todas tus acciones para agradar a Dios? ¿Por ventura evitas hasta las faltas más pequeñas?
   II. Dios amenaza al tibio con vomitarlo de su boca. Las ofensas que recibe de los malos le son menos sensibles que las que recibe de un hombre que hace profesión de ser su amigo y su hijo. Este hombre puede hacer el bien y no lo hace. Escucha lo que dice San Ambrosio: Más le valiera al alma tibia no haber recibido la fe que descuidarla.
   III. Tú, que estás en este estado, fuiste fervoroso o siempre permaneciste en esta funesta tibieza. Si has sido fervoroso, confesarás que es más agradable darse generosamente a Dios, que querer dividir el corazón entre Dios y el mundo. En efecto, en este estado de tibieza, no recibirás ningún consuelo del cielo, y el temor al infierno te impide gozar de los placeres de la tierra. Si siempre has sido tibio, ¡ah, por caridad! gusta el placer que se halla dándose por entero a Dios. El que te ha redimido todo entero exige que te des a Él por entero. (San Agustín).
 
El fervor
Orad por el aumento de la devoción. 
 
ORACIÓN
   Haced, os lo suplicamos, Señor, que la intercesión del santo abad Galo nos haga agradables a vuestra Majestad, a fin de que obtengamos, por sus ruegos, las gracias que no podemos esperar de nuestros méritos. Por J. C. N. S. Amén.

SANTA MARGARITA MARÍA DE ALACOQUE, Virgen



16 de octubre

SANTA MARGARITA MARÍA,*
Virgen

Vosotros lloraréis y gemiréis, y el mundo
se regocijará; os contristaréis, pero vuestra
tristeza se convertirá en gozo.
(Juan, 16, 20).

   Santa Margarita María Alacoque, rehusando un ofrecimiento de matrimonio, entró a la edad de 24 años, en el convento de las Visitandinas de Paray-le-Monial, donde dio los más hermosos ejemplos de paciencia y humildad. Recibió, el 27 de diciembre de 1673, la primera de sus grandes visiones del Sagrado Corazón, que terminaron en 1675. Su vida, en adelante, estuvo consagrada al establecimiento de esta devoción y, en particular, al de la fiesta del Sagrado Corazón. Murió en 1690.

MEDITACIÓN
SOBRE LA PASIÓN DE JESUCRISTO
 

   I. Contempla a Jesús clavado en la cruz, mira cuánto sufre en todo su cuerpo. Su sagrada cabeza está coronada de espinas, su rostro magullado, sus manos y sus pies taladrados; todo su cuerpo, en fin, está cubierto de llagas y es presa de los dolores más crueles. ¡He ahí el estado en que se encuentra Jesús, mi Cabeza, mi Rey y mi modelo! Es menester que me asemeje a Él, en esto consiste mi perfección y mi dicha. ¡Ay! vivo en medio de placeres mientras Jesús es colmado de oprobios y sufrimientos. No conviene que los miembros sean afeminados cuando la cabeza está coronada de espinas. (San Bernardo).

   II. El Corazón de Jesús estaba sumergido en amargura y dolores tanto como su cuerpo. Él preveía que sus sufrimientos serían inútiles para la mayor parte de los hombres. Tenía piedad del enceguecimiento de los judíos. Estaba afligido más de lo que se puede imaginar, por la tristeza, los suspiros y las lágrimas de su Madre, al pie de la cruz con el discípulo amado. ¡Oh espectáculo doloroso! ¿Puedo yo contemplar a Jesús y a María en este estado sin derramar lágrimas, sin compadecer los dolores del Hijo y la aflicción de la Madre?

   III. Para librarme del infierno, Jesús soportó esta muerte tan ignominiosa y tan cruel. Estaba yo perdido sin remedio si no hubiera muerto Él por mí. ¡Nada había hecho para merecer este favor; y aun ahora ni siquiera pienso en él! No sólo no doy mi sangre por este Dios que murió por mí, sino que le rehúso una lágrima, un suspiro; ¡añado nuevos pecados a mis faltas antiguas! Reconoce cuán grave es la herida del pecado, puesto que fueron menester, para curarlo, las heridas de Jesucristo. (San Bernardo).

Meditación sobre la pasión
Orad por la conversión de los cismáticos.

ORACIÓN
   Señor Jesucristo, que habéis revelado de admirable modo a la bienaventurada Virgen Margarita las inagotables riquezas de vuestro Corazón, concedednos por sus méritos que como ella os amemos en todas las cosas y por sobre todo, y que siempre tengamos nuestra morada en vuestro corazón. Vos que vivís y reináis por los siglos de los siglos. Amén.



  • * Santoral de Juan Esteban Grosez, S.J. Tomo II, (Ed. ICTION, Buenos Aires, 1982)

SANTA EDUVIGIS, Duquesa de Polonia, Viuda

16 de octubre
SANTA EDUVIGIS,

Duquesa de Polonia
Viuda


   Santa Eduvigis fue hija del príncipe Bertoldo, duque de Carintia, marqués de Moravia y conde del Tirol. Era hermana de Santa Gertrudis y tía de Santa Isabel de Hungría. Siendo aún niña dispusieron sus padres que se educase en el monasterio de Benedictinas de Lutzing, donde tenía todas sus delicias en pasar largas horas de oración delante de una imagen de la santísima Virgen. Nunca la deslumbró el resplandor de su nobleza, y si hubiese podido resistirse a la voluntad de sus padres, jamás hubiera tomado otro esposo que a Jesucristo. Pero quiso el Señor que la santa fuese un ilustre modelo de perfección en el estado del santo matrimonio; y a la temprana edad de sólo doce años la casaron con el príncipe Enrique, duque de Silesia y de Polonia. Su primer cuidado fue estudiar el genio y las inclinaciones del duque su marido para complacerle y ganarle el corazón, y logrólo con tan buen suceso, que fue uno de los más cristianos y virtuosos príncipes de Alemania. Tuvo de él tres hijos y tres hijas, a los cuales crió ella por sí misma con tal acierto, que fueron más tarde la gloria de varias cortes de Europa. Hicieron después los dos esposos voto de perfecta continencia en manos del obispo, y desde aquel día entablaron una vida de mayor santidad y perfección. La santa daba de comer en su palacio a gran número de huérfanos pobres, y persuadió al duque su marido que fundase el célebre monasterio de Trebnitz, gobernado por las religiosas del Císter, donde eran recibidas cuantas viudas y doncellas deseaban consagrase a Dios. Eran asperísimas las penitencias que hacía la santa, andaba los pies descalzos por el hielo dejando en él huellas ensangrentadas. Habiendo entrado Conrado, duque de Kirne, en las tierras del duque de Polonia, dióle éste una batalla en la cual quedó herido y prisionero. Como se resistiese Conrado a ponerle en libertad a pesar de las razonables condiciones que se le propusieron, determinó la santa presentarse en la corte del enemigo. Al verla Conrado en su presencia, se llenó de un respetuoso terror y le concedió todo lo que pedía. Murió poco después el virtuoso duque y su santa esposa le vio expirar con ojos enjutos, diciendo: «Todos debemos recibir con humilde rendimiento, en vida y en muerte las amorosas disposiciones de Dios». Favorecióla nuestro Señor con el don de milagros y de profecía; predijo el día de su muerte mucho antes de su última enfermedad. Después de haber vivido por espacio de cuarenta años con grandes rigores, recibidos los santos sacramentos dio su alma al Creador. Veinticinco años después de su muerte fue hallado su sagrado cadáver consumidas todas las carnes, menos los tres dedos de la mano izquierda con que tenía asida una imagen de la santísima Virgen, que toda la vida había llevado consigo.


REFLEXIÓN

   ¿Quién hallará una mujer fuerte como dice el Sabio en los Proverbios? Tal será sólo aquella que, a imitación de santa Eduvigis, sea verdaderamente virtuosa, y que ponga todas sus aficiones, no en las galas, modas y otras vanidades por el estilo, sino en cumplir exactamente con las obligaciones de su estado, en vivir bien con su marido, en conservar la unión y la paz en la familia, cuidar el buen orden de su casa y educar cristianamente a sus hijos. 


ORACIÓN

   ¡Oh Dios! que enseñaste a la bienaventurada Eduvigis a renunciar de todo corazón a las pompas del mundo por seguir con humildad el camino de tu cruz; concédenos por sus méritos que aprendamos, a ejemplo suyo a menospreciar las perecederas delicias de este siglo y a vencer por tu amor todas las adversidades de esta vida. Por Jesucristo, Nuestro Señor. Amén

MIÉRCOLES DE LA VIGÉSIMA OCTAVA SEMANA


PRIMERA LECTURA

Los que son de Cristo Jesús han crucificado su carne con sus pasiones
Lectura de la carta del Apóstol San Pablo a los Gálatas 5, 18-25
Hermanos: Si os guía el espíritu, no estáis bajo el dominio de la Ley.
Las obras de la carne están patentes: fornicación, impureza, libertinaje, idolatría, hechicería, enemistades, contiendas, celos, rencores, rivalidades, partidismo, sectarismo, envidias, borracheras, orgías y cosas por el estilo.
Y os prevengo, como ya os previne, que los que así obran no heredarán el Reino de Dios.
En cambio, el fruto del Espíritu es: amor, alegría, paz, comprensión, servicialidad, bondad, lealtad, amabilidad, dominio de sí.
Contra esto no va la Ley.
Y los que son de Cristo Jesús han crucificado su carne con sus pasiones y sus deseos.
Si vivimos por el Espíritu, marchemos tras el Espíritu.
Palabra de Dios.

Salmo responsorial Sal 1, 1-2. 3. 4 y 6
V/. El que te sigue, Señor, tendrá la luz de la vida.
R/. El que te sigue, Señor, tendrá la luz de la vida.

V/. Dichoso el hombre que no sigue el consejo de los impíos; ni entra por la senda de los pecadores, ni se sienta en la reunión de los cínicos, sino que su gozo es la ley del Señor, y medita su ley día y noche. R/.

V/. Será como un árbol plantado al borde de la acequia: da fruto en su sazón, y no se marchitan sus hojas; y cuanto emprende tiene buen fin. R/.

V/. No así los impíos, no así: serán paja que arrebata el viento, porque el Señor protege el camino de los justos, pero el camino de los impíos acaba mal. R/.


EVANGELIO
¡Ay de vosotros, fariseos! ¡Ay de vosotros también, juristas!

+Lectura del santo Evangelio según San Lucas 11, 42-46

En aquel tiempo, dijo el Señor: ¡Ay de vosotros, fariseos, que pagáis el diezmo de la hierbabuena, de la ruda y de toda clase de legumbres, mientras pasáis por alto el derecho y el amor de Dios ! Esto habría que practicar sin descuidar aquello.
¡Ay de vosotros, fariseos, que os encantan los asientos de honor en las sinagogas y las reverencias por la calle! ¡Ay de vosotros, que sois como tumbas sin señal, que la gente pisa sin saberlo!
Un jurista intervino y le dijo: Maestro, diciendo eso nos ofendes también a nosotros.
Jesús replicó: ¡Ay de vosotros también, juristas, que abrumáis a la gente con cargas insoportables, mientras vosotros no las tocáis ni con un dedo!

Palabra del Señor.