domingo, 24 de noviembre de 2024

FIESTA DE N.S.JESUCRISTO REY

FIESTA DE
NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO REY




   "Sí, Yo soy Rey -dijo Jesús a Pilatos-, para eso precisamente he nacido y venido a este mundo: para dar testimonio de la Verdad". Su reino no es de este mundo, es decir, no es un reino temporal; "es el reino de la Verdad y de la vida, el reino de la gracia y de la santidad, el reino de la justicia, del amor y de la paz". (Prefacio). Es el reino divino de la Santa Iglesia, en el que se proporciona la salud a los enfermos, la luz a los ciegos, la libertad a los cautivos. Sus habitantes tienen poder para hacerse hijos de Dios, para vivir una vida divina, para gozar de la libertad; aparta del yugo de Satanás y nos comunica los bienes divinos. Todo ello, en virtud de nuestra unión vital, de nuestra unidad de ser con Cristo, que es nuestra Cabeza, el Fundador de este reino, el que lo constituyó con sus enseñanzas, con sus ejemplos y, sobre todo, con su muerte de cruz. "Adquirió la Iglesia con su sangre". "Digno es el Cordero que fue inmolado, de recibir poder y riqueza, y sabiduría y fortaleza, y honor. A Él la gloria y el imperio por todos los siglos de los siglos amén." 

   Este debe ser un día de acción de gracias al Padre, por haber constituido Rey y Señor de todo a su divino Hijo; un día de homenaje y acatamiento y de acción de gracias al Hombre-Dios, que se dignó trasladarnos a su reino. Y, con la Redención, con la liberación del dominio del pecado, poseemos también la vida de la gracia, la filiación divina, el poderío sobre el mundo, sobre la carne, y sobre el poder de las malas pasiones y, con todo esto, la esperanza de ser admitidos un día en el futuro reino de la bienaventuranza eterna. Debemos, por tanto, decir con San Pablo: "Damos gracias a Dios Padre, que nos hizo dignos de participar  de la herencia de los santos en la luz. Él nos arrancó de la potestad de las tinieblas, y nos trasladó el reino de su amado Hijo".   

SANTAS FLORA y MARÍA, Vírgenes y Mártires

24 de noviembre
SANTAS FLORA y MARÍA,
Vírgenes y Mártires
(851)


   Flora era natural de Sevilla, hija de árabe y de cristiana. Había seguido el ejemplo religioso de su madre, mientras que su hermano había abrazado el Islam. Siendo una jovencita, empezó a practicar activamente su religión: iba todos los días a la iglesia, acudía a las reuniones de las comunidades mozárabes y visitaba a los pobres. Su hermano la seguía e intentaba frustrar sus “actividades infieles”, no por la mala fe, sino porque la quería mucho y no le gustaba que hubiese caído en lo que pensaba que era una religión equivocada.

   Nuestra santa se cansó de ser perseguida y se trasladó a una casa donde vivían muchos cristianos, entre ellos una doncella llamada María, que había sido educada en un monasterio. Pronto entablaron una profunda amistad.

   El hermano de Flora se enfadó mucho cuando supo que había abandonado la casa de sus padres. Sintiéndose traicionado, tomó la difícil decisión de denunciarla ante las autoridades. Esperaba que así rectificara y se volviera hacia Mahoma.

   Flora fue juzgada ante el cadí, pero la absolvieron: recordemos que los musulmanes permitían la libertad religiosa. Poco tiempo después, Flora y María decidieron hacer profesión pública de su fe y renegar de las leyes del Islam. ¿Qué las empujó a tomar esta decisión: el propio Cristo las llamó o quisieron dar ejemplo a los demás cristianos que vivían asustados y avergonzados de su condición? El caso es que fueron capturadas, condenadas a muerte y degolladas.

   Sus cuerpos arrojados al Guadalquivir, fueron encontrados por algunos cristianos de su comunidad y enterrados en la iglesia de San Acisclo de Córdoba.

CONSAGRACIÓN A CRISTO REY

CRISTO REY

CONSAGRACIÓN DEL GÉNERO HUMANO
AL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS


CONSAGRACIÓN A CRISTO REY
Ordenada por S. S. Pío XI para el día de Cristo Rey
 


   Dulcísimo Jesús, Redentor del género humano, miradnos humildemente  postrados delante de vuestro altar; vuestros somos y vuestros queremos ser y a fin de poder vivir más estrechamente unidos con Vos, todos y cada uno espontáneamente nos consagramos en este día a vuestro Sacratísimo Corazón.


   Muchos, por desgracia, jamás os han conocido; muchos, despreciando vuestros mandamientos, os han desechado. Oh Jesús benignísimo, compadeceos de los unos y de los otros, y atraedlos a todos a vuestro Corazón Sacratísimo.  


   Oh Señor, sed Rey, no sólo de los hijos fieles que jamás se han alejado de Vos, sino también de los pródigos que os han abandonado; haced que vuelvan pronto a la casa paterna, para que no perezcan de hambre y de miseria. Sed Rey de aquellos que, por seducción del error o por espíritu de discordia, viven separados de Vos: devolvedlos al puerto de la verdad y a la unidad de la fe, para que en breve, se forme un solo rebaño bajo un solo Pastor. Sed Rey de los que permanecen todavía envueltos en las tinieblas de la idolatría o del islamismo; dignaos atraerlos a todos a la luz de vuestro reino.


   Mirad, finalmente, con ojos de misericordia a los hijos de aquel pueblo que en otro tiempo fue vuestro predilecto: descienda también sobre ellos como bautismo de redención y de vida, la sangre que un día contra sí reclamaron. Conceded, oh Señor, incolumnidad y libertad segura a vuestra Iglesia; otorgad a todos los pueblos la tranquilidad en el orden; haced que del uno al otro confín de la tierra no suene sino esta voz: ¡Alabado sea el Corazón Divino, causa de nuestra salud, a Él se entonen cánticos de honor y de gloria por los siglos de los siglos! Amén.