viernes, 7 de febrero de 2025

SAN ROMUALDO, Abad

7 de febrero
SAN ROMUALDO,*
Abad

Velad y orad para que no caigáis en la tentación.
El espíritu en verdad está pronto,
pero la carne es flaca.
(Marcos 14, 38).
   


  
San Romualdo, fundador de los camaldulenses, vivió desordenadamente sus primeros años; empero, habiendo acompañado a su padre a un duelo, la muerte del adversario, que era un pariente, tan hondamente lo impresionó, que se retiró a un monasterio y persuadió a su padre a hacer otro tanto. Al trabajo manual unía rigurosos ayunos e increíble fervor de oración. No podía soportar que se rezase con tibieza. "Es mejor, decía, recitar con fervor un solo salmo, que no cien con indolencia". Murió en el año 1027.

VIERNES DE LA CUARTA SEMANA


PRIMERA LECTURA
Jesucristo es el mismo ayer y hoy y siempre
Lectura de la carta a los Hebreos 13, 1-8
Hermanos: Conservad el amor fraterno y no olvidéis la hospitalidad: por ella algunos recibieron sin saberlo la visita de unos ángeles.
Acordaos de los que están presos como si estuvierais presos con ellos; de los que son maltratados como si estuvierais en su carne.
Que todos respeten el matrimonio, el lecho nupcial que nadie lo mancille, porque a los impuros y adúlteros Dios los juzgará.
Vivid sin ansia de dinero, contentándoos con lo que tengáis, pues él mismo dijo: «Nunca te dejaré ni te abandonaré; así tendremos valor para decir: «El Señor es mi auxilio: nada temo; ¿qué podrá hacerme el hombre?
Acordaos de vuestros jefes, que os anunciaron la palabra de Dios; fijaos en el desenlace de su vida e imitad su fe.
Jesucristo es el mismo ayer y hoy y siempre.
Palabra de Dios.

Salmo responsorial Sal 26, 1. 3. 5. 8b-9abc
V/. El Señor es mi luz y mi salvación.
R/. El Señor es mi luz y mi salvación.

V/. El Señor es mi luz y mi salvación, ¿a quién temeré ?
El Señor es la defensa de mi vida, ¿quién me hará temblar? . R/.

V/. Si un ejército acampa contra mí, mi corazón no tiembla;
si me declaran la guerra, me siento tranquilo. R/.

V/. El me protegerá en su tienda el día del peligro;
me esconderá en lo escondido de su morada, me alzará sobre la roca. R/.

V/. Tu rostro buscaré, Señor, no me escondas tu rostro.
No rechaces con ira a tu siervo, que tú eres mi auxilio; no me deseches. R/.


EVANGELIO
Es Juan, a quien yo decapité, que ha resucitado

+Lectura del santo Evangelio según San Marcos 6, 14-29

En aquel tiempo, como la fama de Jesús se había extendido, el rey Herodes oyó hablar de él.
Unos decían: Juan Bautista ha resucitado, y por eso los ángeles actúan en él.
Otros decían: Es Elías.
Otros: Es un profeta como los antiguos.
Herodes, al oírlo, decía: Es Juan, a quien yo decapité, que ha resucitado.
Es que Herodes había mandado prender a Juan y lo había metido en la cárcel encadenado. El motivo era que Herodes se había casado con Herodías, mujer de su hermano Felipe, y Juan le decía que no le era lícito tener la mujer de su hermano.
Herodías aborrecía a Juan y quería quitarlo de en medio; no acababa de conseguirlo, porque Herodes respetaba a Juan, sabiendo que era un hombre honrado y santo, y lo defendía.
En muchos asuntos seguía su parecer y lo escuchaba con gusto.
La ocasión llegó cuando Herodes, por su cumpleaños, dio un banquete a sus magnates, a sus oficiales y a la gente principal de Galilea.
La hija de Herodías entró y danzó, gustando mucho a Herodes y a los convidados.
El rey le dijo a la joven: Pídeme lo que quieras, que te lo doy.
Y le juró: Te daré lo que me pidas, aunque sea la mitad de mi reino.
Ella salió a preguntarle a su madre: ¿Qué le pido? La madre le contestó: La cabeza de Juan el Bautista.
Entró ella en seguida, a toda prisa, se acercó al rey y le pidió: Quiero que ahora mismo me des en una bandeja la cabeza de Juan el Bautista.
El rey se puso muy triste; pero por el juramento y los convidados no quiso desairarla.
En seguida le mandó a uno de su guardia que trajese la cabeza de Juan.
Fue, lo decapitó en la cárcel, trajo la cabeza en una bandeja y se la entregó a la joven; la joven se la entregó a su madre.
Al enterarse sus discípulos fueron a recoger el cadáver y lo enterraron.

Palabra del Señor.