sábado, 4 de octubre de 2025

5 Octubre. DOMINGO XXVII DEL TIEMPO ORDINARIO


PRIMERA LECTURA
El justo vivirá por su fe
Lectura de la profecía de Habacuc 1 2-3; 2, 2-4
¿Hasta cuándo clamaré, Señor, sin que me escuches?
¿Te gritaré: «Violencia», sin que me salves?
¿Por qué me haces ver desgracias, me muestras trabajos, violencias y catástrofes, surgen luchas, se alzan contiendas?
El Señor me respondió así:
«Escribe la visión, grábala en tablillas, de modo que se lea de corrido.
La visión espera su momento, se acerca su término y no fallará; si tarda, espera, porque ha de llegar sin retrasarse.
El injusto tiene el alma hinchada, pero el justo vivirá por su fe.»
Palabra de Dios.

Salmo responsorial Sal 94, 1-2. 6-7. 8-9 (R.: 8)
R. Ojalá escuchéis hoy la voz del Señor: «No endurezcáis vuestro corazón.»

Venid, aclamemos al Señor, demos vítores a la Roca que nos salva; entremos a su presencia dándole gracias, aclamándolo con cantos. R.

Entrad, postrémonos por tierra, bendiciendo al Señor, creador nuestro. Porque él es nuestro Dios, y nosotros su pueblo, el rebaño que él guía. R.

Ojalá escuchéis hoy su voz: «No endurezcáis el corazón como en Meribá, como el día de Masá en el desierto; cuando vuestros padres me pusieron a prueba y me tentaron, aunque habían visto mis obras.» R.

SEGUNDA LECTURA
No te avergüences de dar testimonio de nuestro Señor
Lectura de la segunda carta del apóstol san Pablo a Timoteo 1, 6-8. 13-14
Querido hermano:
Reaviva el don de Dios, que recibiste cuando te impuse las manos; porque Dios no nos ha dado un espíritu cobarde, sino un espíritu de energía, amor y buen juicio.
No te avergüences de dar testimonio de nuestro Señor y de mí, su prisionero.
Toma parte en los duros trabajos del Evangelio, según la fuerza de Dios.
Ten delante la visión que yo te di con mis palabras sensatas y vive con fe y amor en Cristo Jesús.
Guarda este precioso depósito con la ayuda del Espíritu Santo que habita en nosotros.
Palabra de Dios.

Aleluya 1 P 1, 25
La palabra del Señor permanece para siempre; y esa palabra es el Evangelio que os anunciamos.

EVANGELIO
¡Si tuvierais fe...!
 +Lectura del santo evangelio según san Lucas 17, 5-10
En aquel tiempo, los apóstoles le pidieron al Señor:
—«Auméntanos la fe.»
El Señor contestó:
—«Si tuvierais fe como un granito de mostaza, diríais a esa morera:
"Arráncate de raíz y plántate en el mar."
Y os obedecería.
Suponed que un criado vuestro trabaja como labrador o como pastor; cuando vuelve del campo, ¿quién de vosotros le dice:
"En seguida, ven y ponte a la mesa"?
¿No le diréis:
"Prepárame de cenar, cíñete y sírveme mientras como y bebo, y después comerás y beberás tú"?
¿Tenéis que estar agradecidos al criado porque ha hecho lo mandado?
Lo mismo vosotros: Cuando hayáis hecho todo lo mandado, decid:
"Somos unos pobres siervos, hemos hecho lo que teníamos que hacer."»
Palabra del Señor.

SAN FRANCISCO DE ASÍS, Confesor


4 de octubre

SAN FRANCISCO DE ASÍS,(*) 
Confesor

Llevo en mi cuerpo los estigmas del Señor Jesús.
(Gálatas, 6, 17).

   Retirado del mundo a los 25 años, después de una juventud disipada pero caritativa, San Francisco está enteramente crucificado para el mundo. Su profunda humildad lo impulsa a rehusar el presbiterado, y desde entonces su vida es un prodigio de virtudes y milagros. Los doce primeros "penitentes de Asís" ya son legión antes de su muerte, con el nombre de Hermanos Menores, y tuvo el consuelo de ver a la Orden de Santa Clara, su santa amiga, extenderse cuando todavía vivía. El Serafín de Asís murió el 3 de octubre de 1226, a la edad de 44 años.

  MEDITACIÓN
SOBRE SAN FRANCISCO

   I. El amor divino consumió todos los lazos que ataban a San Francisco en la tierra, y le hizo abandonar la casa paterna, las riquezas y los placeres. Toda su vida vivió él en este desasimiento; por esto debes tú comenzar a darte a Dios. Es imposible que ames a Dios y al mundo. ¡Ah! los placeres y los honores de la tierra no merecen ocupar tu corazón; déjalos antes que ellos te dejen a ti.

   II. Ese mismo amor que separó a San Francisco de los bienes de la tierra, lo unió estrechamente a su Dios y le hizo encontrar en esta unión una inalterable felicidad. De este modo solía decir: "¡Dios mío y mi todo! en Ti es donde encuentro todo lo que necesito". ¡Alma mía, tratemos de gustar el placer que existe en estar unido a Él; en vano hemos buscado descansar en las creaturas, vayamos a Dios, pero hagámoslo dándonos a Él sin reserva, sin demora, y para siempre!

   III. El amor, por último, transformó a San Francisco, en Jesucristo mismo, por decirlo así, cuando un serafín imprimió en su cuerpo las sagradas llagas del Salvador. No recibió esta gracia sino después de haberse hecho, por una mortificación continua, viva imagen de Jesús crucificado. Como este gran santo, lleva tú constantemente en tus miembros la mortificación de Jesucristo. Mira al Salvador clavado en la cruz: he ahí el verdadero modelo de predestinados. Para llegar a ser semejante a Él, es preciso que la mortificación imprima en tu cuerpo sus adorables estigmas. Llevan en sí las llagas de Cristo quienes mortifican y afligen el cuerpo. (San Jerónimo).

La mortificación -
Orad por la Orden de San Francisco.

ORACIÓN
   Oh Dios, que, por los méritos de San Francisco dais sin cesar nuevos hijos a vuestra Iglesia, concedednos la gracia de despreciar, siguiendo su ejemplo, los bienes terrenales y poner nuestra dicha en la posesión de los dones celestiales. Por J. C. N. S. Amén.



* Santoral de Juan Esteban Grosez, S.J. Tomo II, (Ed. ICTION, Buenos Aires, 1982)

SÁBADO DE LA VIGÉSIMA SEXTA SEMANA


PRIMERA LECTURA
El que os mandó las desgracias, os mandará el gozo eterno

Lectura del Profeta Baruc 4, 5-12. 27-29

¡Animo, pueblo mío, que llevas el nombre de Israel! Os vendieron a los gentiles, no para ser aniquilados; por la cólera de Dios contra vosotros, os entregaron a vuestros enemigos.
Porque irritasteis a vuestro Creador, sacrificando a demonios que no son dios; os olvidasteis del Señor eterno que os había criado y afligisteis a Jerusalén que os sustentó.
Cuando ella vio que el castigo de Dios se avecinaba dijo: Escuchad, habitantes de Sión, Dios me ha enviado una pena terrible: El Eterno mandó cautivos a mis hijos e hijas; yo los crié con alegría, los despedí con lágrimas de pena.
Que nadie se alegre viendo a esta viuda abandonada de todos.
Si estoy desierta, es por los pecados de mis hijos que se apartan de la ley de Dios.
¡Animo, hijos, gritad a Dios ! que el que os castigó se acordará de vosotros.
Si un día os empeñasteis en alejaros de Dios, volveos a buscarlo con redoblado empeño.
El que os mandó las desgracias, os mandará el gozo eterno de vuestra salvación.
Palabra de Dios

Salmo responsorial Sal 68, 33-35. 36-37

V/. El Señor escucha a los pobres.
R/. El Señor escucha a los pobres.
V/. Miradlo, los humildes, y alegraos, buscad al Señor, y vivirá vuestro corazón.
Que el Señor escucha a los pobres, no desprecia a los cautivos.
Alábenlo el cielo y la tierra, las aguas y cuanto bulle en ellas. R/.
V/. El Señor salvará a Sión, reconstruirá las ciudades de Judá, y las habitarán en posesión.
La estirpe de sus siervos la heredará, los que aman su nombre vivirán en ella. R/.

EVANGELIO
Estad alegres porque vuestros nombres están inscritos en el cielo

+Lectura del santo Evangelio según San Lucas 10, 17-24

En aquel tiempo, los setenta y dos volvieron muy contentos y dijeron a Jesús: Señor, hasta los demonios se nos someten en tu nombre.
El les contestó: Veía a Satanás caer del cielo como un rayo.
Mirad: os he dado potestad para pisotear serpientes y escorpiones y todo el ejército del enemigo. Y no os hará daño alguno.
Sin embargo, no estéis alegres porque se os someten los espíritus; estad alegres porque vuestros nombres están inscritos en el cielo.
En aquel momento, lleno de la alegría del Espíritu Santo, exclamó: Te doy gracias, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has escondido estas cosas a los sabios y a los entendidos, y las has revelado a la gente sencilla.
Sí, Padre, porque así te ha parecido bien.
Todo me lo ha entregado mi Padre, y nadie conoce quién es el Hijo, sino el Padre; ni quién es el Padre, sino el Hijo, y aquél a quien el Hijo se lo quiere revelar.
Y volviéndose a sus discípulos, les dijo aparte: ¡Dichosos los ojos que ven lo que vosotros veis! Porque os digo que muchos profetas y reyes desearon ver lo que veis vosotros y no lo vieron; y oír lo que oís, y no lo oyeron.
Palabra del Señor