1 de Mayo
SAN JOSÉ OBRERO(*)
"El 1 de mayo de 1955—escribe
un testigo presencial— Roma era un hervidero de gente sencilla y morena, con
mirada abierta y espontánea. Aquí y allá, en los bares y vías que acercan al
Vaticano, grupos de hombres, mujeres y niños, mezclados en alegre algarabía,
despachaban el leve bagaje de sus mochilas y apuraban unas tazas de rico café.
En su derredor parecía soplar un aire nuevo, sin estrenar. Hasta tal punto que
el semblante de la Ciudad Eterna, acostumbrado a todos los acontecimientos y a
todas las extravagancias de todos los pueblos de la tierra, parecía asombrado
ante aquella avalancha nueva de cuerpos duros y curtidos y de almas ingenuas,
que desbordaban todo lo previsto."
Se diría que había un presentimiento.
Cuando aquellos grupos confluyeron en una de las grandes plazas romanas y a lo
largo de las amplias márgenes del Tíber e iniciaron su marcha hacia el
Vaticano, flotaba algo en el ambiente. La vía de la Conciliación se estremecía
con un eco nuevo, el de las rotundas voces de los obreros del mundo, que, al
compás de bravos himnos, y bajo sus guiones y pancartas, representando a todos
sus hermanos del mundo, avanzaban al encuentro del Papa.