lunes, 13 de octubre de 2025

SANTOS FAUSTO, GENARO Y MARCIAL, Mártires


13 de octubre


 

SANTOS FAUSTO, GENARO
Y
MARCIAL,

Mártires
(¿304? P. C.)

   Prudencio llama a estos santos "las tres Coronas de Córdoba". Su martirio tuvo lugar en aquélla ciudad Andaluza. Primero Fausto, después Genaro y finalmente Marcial, que era el más joven, fueron atormentados en el potro. El juez ordenó a los verdugos que intensificasen gradualmente la tortura hasta que los mártires se decidieran a ofrecer sacrificios a los dioses. Fausto gritó: "¡No hay más que un Dios, que es nuestro Creador!" El juez mandó que le cortasen la nariz, las orejas, los párpados y el labio inferior. A medida que le cortaban esas partes, el mártir prorrumpía en un himno de acción de gracias. Genaro no salió mejor librado que su compañero y, entretanto, Marcial presenciaba con gran constancia el horrible espectáculo, tendido en el potro. El juez le exhortó a obedecer el edicto imperial; pero Marcial respondió resueltamente: "Jesucristo es mi único consuelo. Sólo hay un Dios, Padre, Hijo y Espíritu Santo, a quien sean dados todo honor y toda gloria". Los tres mártires fueron condenados a perecer quemados vivos y ofrecieron jubilosamente sus vidas en Córdoba, España.

 

SAN EDUARDO, Rey y Confesor

13 de octubre

SAN EDUARDO,*
Rey y Confesor

Venid, benditos de mi Padre, a tomar posesión
del Reino que os está preparado desde 

la creación del mundo
(Mateo, 25, 34).


   Eduardo III, sabio y profundo legislador, pasó primero 35 años en Normandía durante el reinado de los invasores normandos. Llamado a Inglaterra por el concierto unánime de las voluntades, hizo florecer en ella la justicia y la paz. Edificó numerosas iglesias y fundó la abadía de Westminster. Extremadamente caritativo, llevó un día a un pobre en sus espaldas y le dio una sortija de gran valor. Nada rehusaba de lo que se le pedía en nombre de San Juan Evangelista, el cual le advirtió sobre la hora de su muerte, acaecida en 1066 a la edad de 65 años.
 
MEDITACIÓN
SOBRE SOBRE LA FELICIDAD
DEL HOMBRE EN ESTA VIDA
 
   I. Tres cosas pueden hacernos felices, tanto al menos cuanto lo podemos ser en este lugar de destierro. La primera es la buena conciencia: sin ella, ni los placeres, ni los honores, ni el cumplimiento de todos nuestros deseos podrían contentarnos. Si tienes el alma pura, todo lo desagradable que pueda sucederte no debe turbarte. ¡Qué consuelo poder decirse: Hago lo que depende de mi para estar bien con Dios! ¿Puedes, tú, con verdad, decirlo? ¿No te reprocha nada tu conciencia?
 
   II. La segunda condición para ser feliz es abandonarse generosamente a la providencia de Dios, consagrarse a Él sin reserva, no querer sino lo que El quiere y recibir de su mano con agradecimiento el bien y el mal, pues lo uno y lo otro son efectos de su bondad. Las aflicciones, el ayuno, las enfermedades, no son penosos para los que los soportan, sino solamente para los que los reciben a disgusto. (Salmo).
 
   III. La tercera condición es considerar cuál es voluntad de Dios en todo lo que nos acaece. Dios tiene sus designios y el demonio los suyos. ¿Cuál es el designio de Dios en esta enfermedad que te envía? Que la soportes con resignación, mediante el pensamiento de la muerte y del paraíso. El demonio, por su lado, quiere arrojarte en la impaciencia y en la murmuración. Dios es tan bueno que no permitiría más que sucediese ningún mal en el mundo, si no fuese Lo suficientemente poderoso como para sacar bien del mal. (San Agustín).
 
         Conformidad con la voluntad de Dios
          Orad por los que os gobiernan.
 
ORACIÓN
   Oh Dios, que habéis coronado con la gloria eterna al bienaventurado rey Eduardo, vuestro confesor, haced, os Lo suplicamos, que honrándolo en la tierra, podamos reinar un día con él en el cielo. Por J. C. N. S.  Amén.

 * Santoral de Juan Esteban Grosez, S.J. Tomo II, (Ed. ICTION, Buenos Aires, 1982)

LUNES DE LA VIGÉSIMA OCTAVA SEMANA


PRIMERA LECTURA
Por Cristo hemos recibido este don y esta misión: hacer que los gentiles respondan a la fe
Comienzo de la carta del Apóstol San Pablo a los Romanos 1, 1-7
Pablo, siervo de Cristo Jesús, llamado a ser apóstol, escogido para anunciar el Evangelio de Dios.
Este Evangelio, prometido ya por sus profetas en las Escrituras Santas, se refiere a su Hijo, nacido, según lo humano, de la estirpe de David; constituido, según el Espíritu Santo, Hijo de Dios, con pleno poder por su resurrección de la muerte: Jesucristo nuestro Señor.
Por él hemos recibido este don y esta misión: hacer que todos los gentiles respondan a la fe, para gloria de su nombre.
Entre ellos estáis también vosotros, llamados por Cristo Jesús.
A todos los de Roma, a quienes Dios ama y ha llamado a formar parte de su pueblo santo, os deseo la gracia y la paz de Dios nuestro Padre y del Señor Jesucristo.
Palabra de Dios.

Salmo responsorial Sal 97, 1. 2-3ab. 3cd-4
V/. El Señor da a conocer su victoria.
R/. El Señor da a conocer su victoria.

V/. Cantad al Señor un cántico nuevo, porque ha hecho maravillas; su diestra le ha dado la victoria, su santo brazo. R/.

V/. El Señor da a conocer su victoria revela a las naciones su justicia: se acordó de su misericordia y su fidelidad en favor de la casa de Israel. R/.

V/. Los confines de la tierra han contemplado la victoria de nuestro Dios.
Aclama al Señor, tierra entera, gritad, vitoread, tocad. R/.



EVANGELIO
A esta generación no se le dará más signo que el signo de Jonás
+Lectura del santo Evangelio según San Lucas 11, 29-32
En aquel tiempo, la gente se apiñaba alrededor de Jesús y él se puso a decirles: Esta generación es una generación perversa. Pide un signo, pero no se le dará más signo que el signo de Jonás. Como Jonás fue un signo para los habitantes de Nínive, lo mismo será el Hijo del Hombre para esta generación.

Cuando sean juzgados los hombres de esta generación, la reina del Sur se levantará y hará que los condenen; porque ella vino desde los confines de la tierra para escuchar la sabiduría de Salomón, y aquí hay uno que es más que Salomón. Cuando sea juzgada esa generación, los hombres de Nínive se alzarán y harán que los condenen; porque ellos se convirtieron con la predicación de Jonás, y aquí hay uno que es más que Jonás.
Palabra del Señor.