sábado, 6 de abril de 2013

DOMINGO II DE PASCUA




PRIMERA LECTURA

Crecía el número de los creyentes

Lectura de los Hechos de los Apóstoles 5, 12-16

Los Apóstoles hacían muchos signos y prodigios en medio del pueblo.
Los fieles se reunían de común acuerdo en el pórtico de Salomón; los demás no se atrevían a juntárseles, aunque la gente se hacía lenguas de ellos; más aún, crecía el número de los creyentes, hombres y mujeres, que se adherían al Señor.
La gente sacaba los enfermos a la calle, y los ponía en catres y camillas, para que al pasar Pedro, su sombra por lo menos cayera sobre alguno.
Mucha gente de los alrededores acudía a Jerusalén llevando enfermos y poseídos de espíritu inmundo, y todos se curaban.

Palabra de Dios.

Salmo responsorial Sal 117, 2-4. 22-24. 25-27a

R. Dad gracias al Señor porque es bueno,
      porque es eterna su misericordia.
O bien:
      Aleluya.
Diga la casa de Israel:
eterna es su misericordia.
Diga la casa de Aarón:
eterna es su misericordia.
Digan los fieles del Señor:
eterna es su misericordia. R.
La piedra que desecharon los arquitectos,
es ahora la piedra angular.
Es el Señor quien lo ha hecho,
ha sido un milagro patente.
Este es el día en que actuó el Señor:
sea nuestra alegría y nuestro gozo. R.
Señor, danos la salvación,
Señor, danos prosperidad.
Bendito el que viene en nombre del Señor,
os bendecimos desde la casa del Señor;
el Señor es Dios: él nos ilumina. R.

SEGUNDA LECTURA

Estaba muerto, y ya ves, vivo por los siglos de los siglos

Lectura del libro del Apocalipsis 1, 9-11a. 12-13. 17-19

Yo, Juan, vuestro hermano y compañero en la tribulación,
en el reino y en la esperanza en Jesús,
estaba desterrado en la isla de Patmos,
por haber predicado la palabra de Dios
y haber dado testimonio de Jesús.
Un domingo caí en éxtasis
y oí a mis espaldas una voz potente, como una trompeta,
que decía:
Lo que veas escríbelo en un libro,
y envíaselo a las siete iglesias de Asia.
Me volví a ver quién me hablaba,
y al volverme, vi siete lámparas de oro,
y en medio de ellas una figura humana,
vestida de larga túnica
con un cinturón de oro a la altura del pecho.
Al verla, caí a sus pies como muerto.
El puso la mano derecha sobre mí y dijo:
–No temas: Yo soy el primero y el último,
yo soy el que vive.
Estaba muerto, y ya ves, vivo por los siglos de los siglos;
y tengo las llaves de la Muerte y del Infierno.
Escribe, pues, lo que veas:
lo que está sucediendo
y lo que ha de suceder más tarde.

Palabra de Dios.

Aleluya Jn 20, 29
Aleluya, aleluya.
Porque me has visto, Tomás, has creído,
dice el Señor:
Paz a vosotros.
Dichosos los que creen sin haber visto.

EVANGELIO

A los ocho días, se les apareció Jesús

+ Lectura del santo Evangelio según San Juan 20, 19-31

Al anochecer de aquel día, el día primero de la semana, estaban los discípulos en una casa con las puertas cerradas, por miedo a los judíos.
Y en esto entró Jesús, se puso en medio y les dijo:
–Paz a vosotros.
Y diciendo esto, les enseñó las manos y el costado. Y los discípulos se llenaron de alegría al ver al Señor. Jesús repitió:
–Paz a vosotros. Como el Padre me ha enviado, así también os envío yo.
Y dicho esto, exhaló su aliento sobre ellos y les dijo:
–Recibid el Espíritu Santo; a quienes les perdonéis los pecados les quedan perdonados; a quienes se los retengáis les quedan retenidos.
Tomás, uno de los Doce, llamado el Mellizo, no estaba con ellos cuando vino Jesús. Y los otros discípulos le decían:
–Hemos visto al Señor.
Pero él les contestó:
–Si no veo en sus manos la señal de los clavos, si no meto el dedo en el agujero de los clavos y no meto la mano en su costado, no lo creo.
A los ocho días, estaban otra vez dentro los discípulos y Tomás con ellos. Llegó Jesús, estando cerradas las puertas, se puso en medio y dijo:
–Paz a vosotros.
Luego dijo a Tomás:
–Trae tu dedo, aquí tienes mis manos; trae tu mano y métela en mi costado; y no seas incrédulo, sino creyente.
Contestó Tomás:
–¡Señor mío y Dios mío!
Jesús le dijo:
–¿Porque me has visto has creído? Dichosos los que crean sin haber visto.
Muchos otros signos, que no están escritos en este libro, hizo Jesús a la vista de los discípulos. Estos se han escrito para que creáis que Jesús es el Mesías, el Hijo de Dios, y para que, creyendo, tengáis vida en su Nombre.

Palabra del Señor.

SÁBADO DE LA OCTAVA DE PASCUA




PRIMERA LECTURA
No podemos menos de contar lo que hemos visto y oído
Lectura del libro de los Hechos de los Apóstoles 4, 13-21
En aquellos días, los jefes del pueblo, los ancianos y los escribas, viendo la seguridad de Pedro y Juan, y notando que eran hombres sin letras ni instrucción, se sorprendieron y descubrieron que habían sido compañeros de Jesús. Pero, viendo junto a ellos al hombre que habían curado, no encontraban respuesta.
Les mandaron salir fuera del Sanedrín, y se pusieron a deliberar:
– «¿Qué vamos a hacer con esta gente? Es evidente que han hecho un milagro: lo sabe todo Jerusalén, y no podemos negarlo; pero, para evitar que se siga divulgando, les prohibiremos que vuelvan a mencionar a nadie ese nombre.»
Los llamaron y les prohibieron en absoluto predicar y enseñar en nombre de Jesús. Pedro y Juan replicaron:
–«¿Puede aprobar Dios que os obedezcamos a vosotros en vez de a él? Juzgadlo vosotros. Nosotros no podemos menos de contar lo que hemos visto y oído.»
Repitiendo la prohibición, los soltaron. No encontraron la manera de castigarlos, porque el pueblo entero daba gloria a Dios por lo sucedido.

Palabra de Dios.

Salmo responsorial Sal 117, 1 y 14-15. 16-18. 19-21  (R.: 21 a)
R. Te doy gracias, Señor, porque me escuchaste.

O bien:
Aleluya.

Dad gracias al Señor porque es bueno,
porque es eterna su misericordia.
El Señor es mi fuerza y mi energía,
él es mi salvación.
Escuchad: hay cantos de victoria
en las tiendas de los justos. R.
La diestra del Señor es excelsa,
la diestra del Señor es poderosa.
No he de morir, viviré
para contar las hazañas del Señor.
Me castigó, me castigó el Señor,
pero no me entregó a la muerte. R.
Abridme las puertas del triunfo,
y entraré para dar gracias al Señor.
Esta es la puerta del Señor:
los vencedores entrarán por ella.
Te doy gracias porque me escuchaste
y fuiste mi salvación. R.


 Aleluya  Sal 117, 24
Este es el día en que actuó el Señor,
sea nuestra alegría y nuestro gozo.

EVANGELIO
Id al mundo entero y proclamad el Evangelio
+ Lectura del santo evangelio según san Marcos 16, 9-15
Jesús, resucitado al amanecer del primer día de la semana, se apareció primero a María Magdalena, de la que había echado siete demonios. Ella fue a anunciárselo a sus compañeros, que estaban de duelo y llorando.
Ellos, al oírle decir que estaba vivo y que lo había visto, no la creyeron.
Después se apareció en figura de otro a dos de ellos que iban caminando a una finca.
También ellos fueron a anunciarlo a los demás, pero no los creyeron.
Por último, se apareció Jesús a los Once, cuando estaban a la mesa, y les echó en cara su incredulidad y dureza de corazón, porque no habían creído a los que lo habían visto resucitado. Y les dijo:
– «Id al mundo entero y proclamad el Evangelio a toda la creación.»

Palabra del Señor.