martes, 29 de octubre de 2024

SAN NARCISO, Obispo y Confesor



29 de octubre

SAN NARCISO*
Obispo
 y Confesor
Las perfecciones invisibles de Dios, aun su eterno
poder y su divinidad, se han hecho visibles después
de la creación del mundo, por el conocimiento que de
ellas nos dan sus creaturas; y así, los impíos no tienen excusa.
(Romanos, 1,20).

   San Narciso, obispo de Jerusalén a los 80 años de edad, hacia el año 180 de nuestra era, estuvo dotado de paciencia y dulzura admirables. Tres malos cristianos propalaron contra él una horrible calumnia, diciendo que, si su acusación fuese falsa, consentían, uno en ser quemado, el otro en ser atormentado de vergonzosa enfermedad y, el tercero, en perder la vista. Retiróse el santo al desierto sin querer defenderse. Pero Dios castigó a dos de los acusadores según sus votos, y el tercero, reconociendo su falta, tantas lágrimas derramó que perdió la vista. San Narciso volvió a su sede. Contaba entonces 110 años y vivió algunos más. 

MEDITACIÓN
ES MENESTER ADMIRAR
A DIOS EN LAS CREATURAS

   I. Se reconoce la sabiduría de Dios en el admirable orden que reina en el universo. La diversidad de las creaturas, el cambio regular de las estaciones, las maravillas que la tierra, el mar y el cielo despliegan ante nuestras miradas; todo ello publica a voces la sabiduría de Dios. ¿Sólo mi voz faltará en este admirable concierto de alabanzas que todas las creaturas elevan hacia Él? Ellas han sido creadas para utilidad mía, pero también para enseñarme mis deberes para con el Señor. El universo creado para mi servicio me instruye con su ejemplo. (San Euquerio).

   II. La bondad de Dios se manifiesta en las creaturas, pues el Señor no se ha contentado con darnos lo que nos era absolutamente necesario, sino que ha añadido todo lo que puede tornarnos grata la vida. Procedamos igual a su respecto, demos a Dios generosamente, no sólo lo que Él exige de nosotros, sino también todo lo que podamos darle: nos lo devolverá centuplicado aun desde esta vida. Nada se pierde con Él, nunca se deja vencer en generosidad.

   III. El poder de Dios brilla maravillosamente en el imperio que ejerce sobre las creaturas. Todas obedecen sus órdenes, obran contra las leyes comunes de la naturaleza cuando Él se lo manda, y nada resiste a su divina voluntad. Alma mía, ¿hasta cuándo resistiremos a Dios? Amemos a las creaturas, pero no ofendamos al Creador; usemos de los bienes de este mundo, pero no abusemos de ellos, si queremos gozar de los del cielo. Aprended a amar en las creaturas al Creador; pero no os apeguéis de tal modo a ellas que perdáis a Aquél que os ha creado. (San Agustín).

El amor a Dios
Orad por  la conversión de los incrédulos.

ORACIÓN
   Haced, oh Dios omnipotente, que la augusta solemnidad del bienaventurado Narciso, vuestro confesor y pontífice, aumente en nosotros el espíritu de devoción y el deseo de la salvación. Por J. C. N. S. Amén.
  


  • * Santoral de Juan Esteban Grosez, S.J. Tomo II, (Ed. ICTION, Buenos Aires, 1982)1

MARTES DE LA TRIGÉSIMA SEMANA


PRIMERA LECTURA
Es éste un gran misterio, referido a Cristo y a la Iglesia
Lectura de la carta del Apóstol San Pablo a los Efesios 5, 21-33
Hermanos: Sed sumisos unos a otros con respeto cristiano.
Las mujeres, que se sometan a sus maridos como al Señor; porque el marido es cabeza de la mujer, así como Cristo es cabeza de la Iglesia; él, que es el salvador del cuerpo.
Pues como la Iglesia se somete a Cristo, así también las mujeres a sus maridos en todo.
Maridos, amad a vuestras mujeres como Cristo amó a su Iglesia: El se entregó a sí mismo por ella, para consagrarla, purificándola con el baño del agua y la palabra, y para colocarla ante sí gloriosa, la Iglesia, sin mancha ni arruga ni nada semejante, sino santa e inmaculada.
Así deben también los maridos amar a sus mujeres, como cuerpos suyos que son.
Amar a su mujer es amarse a sí mismo.
Pues nadie jamás ha odiado su propia carne, sino que le da alimento y calor, como Cristo hace con la Iglesia, porque somos miembros de su cuerpo.
«Por eso abandonará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer y serán los dos una sola carne» Es éste un gran misterio: y yo lo refiero a Cristo y a la Iglesia.
En una palabra, que cada uno de vosotros ame a su mujer como a sí mismo, y que la mujer respete al marido.
Palabra de Dios.

Salmo responsorial Sal 127, 1-2. 3. 4-5
V/. Dichosos los que temen al Señor.
R/. Dichosos los que temen al Señor.

V/. ¡Dichoso el que teme al Señor y sigue sus caminos ! Comerás el fruto de tu trabajo, serás dichoso, te irá bien. R/.

V/. Tu mujer, como parra fecunda, en medio de tu casa; tus hijos, como renuevos de olivo, alrededor de tu mesa. R/.

V/. Esta es la bendición del hombre que teme al Señor.
Que el Señor te bendiga desde Sión, que veas la prosperidad de Jerusalén, todos los días de tu vida. R/.



EVANGELIO
Crece el grano, y se hace un arbusto

+Lectura del santo Evangelio según San Lucas 13, 18-21

En aquel tiempo, Jesús decía: ¿A qué se parece el reino de Dios ? ¿A qué lo compararé? Se parece a un grano de mostaza que un hombre toma y siembra en su huerto; crece, se hace un arbusto y los pájaros anidan en sus ramas.
Y añadió: ¿A qué compararé el Reino de Dios? Se parece a la levadura que una mujer toma y mete en tres medidas de harina, hasta que todo fermenta.

Palabra del Señor.