jueves, 2 de agosto de 2012

SAN EUSEBIO, Obispo y Mártir


2 de agosto 
SAN EUSEBIO,
Obispo y Mártir


La voluntad de Dios es que seáis santos. 
(1 Tesalonicenses, 4, 3).

   San Eusebio, obispo de Verceil, fue exilado en Palestina por haber sostenido, en el Concilio de Milán, la fe de Nicea contra los obispos arrianos protegidos por el emperador Constancio. Las cartas que escribió a su pueblo desde el fondo de su confinamiento nos revelan la inaudita crueldad de los arrianos para con él y la admirable firmeza de su fe. Después de la muerte de Constancio, no quiso aprovecharse del permiso concedido a los obispos exilados para volver a sus diócesis, sino después de haber asistido al Concilio de Alejandría, y recorrido las provincias de Oriente inficionadas de arrianismo para hacer volver a los extraviados. Murió en Verceil hacia el año 370.

MEDITACIÓN
SOBRE LA IMITACIÓN
DE LOS SANTOS

   I. Nunca entrarás en el cielo, si no imitas a los santos, y no los imitarás si la lectura de su vida no te enseña lo que hicieron. Consagra todos los días algunos instantes a esta lectura; y, si puedes, reúne a tus servidores para hacer esta lectura en común. ¡Tanto tiempo se pierde en conversar con los hombres, y no se encuentra ni siquiera un momento libre para platicar con los santos!

   II. Esfuérzate en imitar, en la medida en que lo puedas, las virtudes que notes en la vida de los santos. Considera, sobre todo, que ellos han estado unidos a Dios mediante la oración, que han sido austeros para consigo y caritativos para con el prójimo. Ningún santo encontrarás que no haya tenido estas tres cualidades. ¿Las posees tú? Sin ellas no hay que esperar el paraíso. No basta, para ir al cielo, profesar la religión cristiana en cuyo seno vivieron ellos; es preciso también conformar nuestras costumbres a la santidad de nuestra fe y a los buenos ejemplos que nos dieron. De nada nos servirá que nuestra religión sea buena, si nuestra vida es mala. (Salviano).

   III. Elige como patrono a un santo que se haya encontrado en posición parecida a la tuya, y regula tu conducta con sus ejemplos. Imita también las virtudes del santo cuyo nombre tienes, y del que hayas elegido cada mes como protector especial tuyo. En todas tus necesidades temporales y espirituales, recurre a los santos. Examina tu vida: ¿a qué santos imitas? ¿Acaso no sigues un camino totalmente opuesto al que ellos recorrieron? ¡Ten cuidado! Aprende de uno la humildad, de otro la paciencia: que uno te enseñe el silencio, otro la dulzura. (San Jerónimo).

La imitación de los santos
Orad por las órdenes religiosas.

ORACIÓN
   Oh Dios, que cada año nos proporcionáis un nuevo motivo de gozo con la solemnidad del bienaventurado Eusebio, vuestro mártir pontífice, haced que honrando su nacimiento al cielo, experimentemos los efectos de su protección.  Por J. C. N. S. Amén.

JUEVES DE LA DECIMOSÉPTIMA SEMANA




PRIMERA LECTURA
Como está el barro en manos del alfarero, así estáis vosotros en mi mano
Lectura del Profeta Jeremías 18, 1-6
Palabra del Señor que recibió Jeremías:
–Levántate y baja al taller del alfarero, y allí te comunicaré mi palabra.
Bajé al taller del alfarero, que estaba trabajando en el torno.
Le salía mal una vasija de barro que estaba haciendo (como pasa al barro en mano del alfarero), y volvía a hacer otra vasija, según le parecía al alfarero.
Entonces me vino la palabra del Señor:
–¿Y no podré yo trataros a vosotros, casa de Israel, como este alfarero? –oráculo del Señor–.
Mirad: como está el barro en manos del alfarero, así estáis vosotros en mi mano, casa de Israel.
Palabra de Dios.

Salmo responsorial Sal 145, 1b-2. 3-4. 5-6
R.  Dichoso a quien auxilia el Dios de Jacob.
O bien:
      Aleluya.
Alaba, alma mía, al Señor:
alabaré al Señor mientras viva,
tañeré para mi Dios mientras exista. R.
No confiéis en los príncipes,
seres de polvo que no pueden salvar:
exhalan el espíritu y vuelven al polvo,
ese día perecen sus planes. R.
Dichoso a quien auxilia el Dios de Jacob,
el que espera en el Señor su Dios,
que hizo el cielo y la tierra,
el mar y cuanto hay en él. R.

EVANGELIO
Reúnen los peces buenos en cestos y tiran los malos
+ Lectura del santo Evangelio según San Mateo 13, 47-53
En aquel tiempo, dijo Jesús a la gente:
–El Reino de los Cielos se parece también a la red que echan en el mar y recoge toda clase de peces: cuando está llena, la arrastran a la orilla, se sientan, y reúnen los buenos en cestos y a los malos los tiran.
Lo mismo sucederá al final del tiempo: saldrán los ángeles, separarán a los malos de los buenos y los echarán al horno encendido.
Allí será el llanto y el rechinar de dientes.
–¿Entendéis bien todo esto?
Ellos le contestaron:
–Sí.
El les dijo:
–Ya veis, un letrado que entiende del Reino de los Cielos es como un padre de familia que va sacando del arca lo nuevo y lo antiguo.
Cuando Jesús acabó estas parábolas, partió de allí.
Palabra del Señor.