martes, 2 de septiembre de 2025

SAN AGRICOLA, Obispo y Confesor

2 de septiembre
SAN AGRICOLA,
Obispo y Confesor

 
No bajemos los ojos sin humillar el
  corazón al mismo tiempo; no demos a
entender que queremos el último

lugar sin quererlo verdaderamente
(San Francisco de Sales).

A San Agricola, Patrón de Avignon, a veces se lo llama "Agricola de Avignon". Nació en el año 630, y era hijo de San Magno, senador galo-romano, quien al quedar viudo, se hizo monje y llegó a ser obispo. A la edad de 14 años, Agrícola, se mudó a Lerins, la sede de su padre. Allí,  teniendo 16 años, entró en un monasterio como monje, y fue ordenado sacerdote.  En el año 660, fue nombrado coadjutor de su padre, sucediéndolo en la sede de Avignon en 670. Hizo edificar una iglesia y un convento benedictino en Avignon. Cobró fama como buen predicador y por su caridad y defensa de los pobres y enfermos contra las autoridades civiles. Murió por causas naturales, en 700.

SAN ANTOLÍN o SAN ANTONINO, Mártir

                                                          2 de septiembre


SAN ANTOLÍN o 
SAN ANTONINO, Mártir

Lejos de la oración las muchas palabras; pero no falte la oración
 continuada, si la intención persevera  fervorosa. Hablar mucho en
 la oración es tratar una cosa necesaria con palabras superfluas:
 orar mucho es mover, con ejercicio continuado del corazón, a aquel a

 quien suplicamos,  pues, de ordinario, este negocio se trata mejor
 con gemidos que con discursos, mejor con lágrimas que con palabras.
(San Agustín: Carta 121 a Proba).

   Aún no se ha podido identificar exactamente a este confesor de la fe, pues mientras unos historiadores le hacen descendiente de los reyes visigodos y natural (en España) de la Galia Narbonense, otros le tienen por discípulo de San Dionisio de París y enviado por él a Arlés como primer obispo y apóstol de esta ciudad. Desde los tiempos del rey Sancho el Mayor (siglo x), se le venera en Palencia, que se cree posesora de sus reliquias y le celebra como su Patrono.

MARTES DE LA VIGÉSIMA SEGUNDA SEMANA


PRIMERA LECTURA
Murió por nosotros para que vivamos con él
Lectura de la primera carta del Apóstol San Pablo a los Tesalonicenses
5, 1-6. 9-11
Hermanos: En lo referente al tiempo y a las circunstancias no necesitáis que os escriba.
Sabéis perfectamente que el Día del Señor llegará como un ladrón en la noche.
Cuando estén diciendo: «paz y seguridad» , entonces, de improviso, les sobrevendrá la ruina, como los dolores de parto a la que está encinta, y no podrán escapar.
Pero vosotros, hermanos, no vivís en tinieblas para que ese día no os sorprenda como un ladrón, porque todos sois hijos de la luz e hijos del día; no lo sois de la noche ni de las tinieblas.
Así, pues, no durmamos como los demás, sino estemos vigilantes y vivamos sobriamente.
Porque Dios no nos ha destinado al castigo, sino a obtener la salvación por medio de nuestro Señor Jesucristo; él murió por nosotros para que, despiertos o dormidos, vivamos con él.
Por eso, animaos mutuamente y ayudaos unos a otros a crecer, como ya lo hacéis.
Palabra de Dios.

Salmo responsorial Sal 26, 1. 4. 13-14
V/. Espero gozar de la dicha del Señor en el país de la vida.
R/. Espero gozar de la dicha del Señor en el país de la vida.

V/. El Señor es mi luz y mi salvación, ¿a quién temeré? .
El Señor es la defensa de mi vida, ¿quién me hará temblar? . R/.

V/. Una cosa pido al Señor, eso buscaré: habitar en la casa del Señor por los días de mi vida; gozar de la dulzura del
Señor contemplando su templo. R/.

V/. Espero gozar de la dicha del Señor en el país de la vida.
Espera en el Señor, sé valiente, ten ánimo, espera en el Señor. R/.


EVANGELIO
Sé quién eres: el Santo de Dios

+Lectura del santo Evangelio según San Lucas 4, 31-37

En aquel tiempo, Jesús bajó a Cafarnaún, ciudad de Galilea, y los sábados enseñaba a la gente.
Se quedaban asombrados de su enseñanza, porque hablaba con autoridad.
Había en la sinagoga un hombre que tenía un demonio inmundo, se puso a gritar a voces: ¿Qué quieres de nosotros, Jesús Nazareno? ¿Has venido a destruirnos? Sé quién eres: El Santo de Dios.
Jesús le intimó: ¡Cierra la boca y sal! El demonio tiró al hombre por tierra en medio de la gente, pero salió sin hacerle daño.
Todos comentaban estupefactos: ¿Qué tiene su palabra? Da órdenes con autoridad y poder a los espíritus inmundos, y salen.
Noticias de él iban llegando a todos los lugares de la comarca.


Palabra del Señor.