viernes, 29 de enero de 2016

SAN JULIÁN EL HOSPITALARIO

29 de enero
  SAN JULIÁN EL HOSPITALARIO,
*

   (Sin fecha)
 
   El 27 de enero hacemos referencia de un "San Julián," obispo de Le Mans, y hoy, de otro San Julián conocido como "el Hospitalario." Apenas si es posible saber si la historia que tenemos sea puramente novela, pero se ha creado una extraña confusión entre los diferentes San Julián y resulta muy difícil desenredar los pocos hilos de hechos auténticos que posiblemente pertenezcan a las vidas de uno u otro de ellos. Aun en el siglo quince ya aparecía la confusión; la versión de Caxton de la "Golden Legend," (Leyenda Dorada) de la cual podemos tomar los datos de la historia tradicional del "Hospitalario," comienza presentándonos, cuando menos a otros tres Julianes. El primero fue el obispo de Le Mans ya mencionado, y que algunos suponen que no era otro que Simón el leproso, a quien Nuestro Señor limpió la lepra y quien invitó a Jesucristo a comer. Por esta razón, sigue diciendo el escritor, mucha gente lo identifica con el santo a quien los peregrinos y viajeros invocan para obtener un buen hospedaje, "porque Nuestro Señor se hospedó en su casa"; pero nuestro crítico medieval lo considera poco probable. También hubo otro San Julián, "nacido en Alemania, que era de noble linaje, más noble aún en la fe y la virtud." Este santo fue mártir. Después de su muerte, cuando un clérigo sin principios robó una oveja que pertenecía a la iglesia de la cual él era titular, recibió de él un castigo por su culpa. Todavía hay un tercer San Julián, "hermano de una mujer llamada Julia." Ambos fueron martirizados juntos y obraron después de su muerte, muchos milagros, de los cuales uno o dos se relatan en detalle. Pero el Julián a quien se le da más atención, es el Hospitalario, "quien mató a su padre y a su madre por ignorancia." Su historia modernizando el vocabulario sería ésta:
   "Érase un joven noble que cierta vez salió de cacería. Andando en el monte encontró un ciervo que se volvió a él y le dijo: "Si me cazas, matarás a tu padre y madre," por lo que el joven quedó muy corrido y asustado. Por temor a que le sucediera lo que el ciervo le había dicho, se fue lejos, adonde nadie lo pudiera descubrir, y encontró un príncipe noble y grande que lo empleó en su servicio. Su conducta era tan buena en la guerra como en el palacio, y el rey lo distinguía tanto, que lo hizo caballero, le dio en matrimonio a una rica viuda de un castellano y como dote recibió el castillo. Y cuando su padre y madre supieron que se había ido, se pusieron a buscarlo por todas partes. Y anduvieron mucho tiempo hasta que llegaron al castillo donde vivía, pero él estaba fuera y sólo encontraron a su esposa. Cuando ella los vio, les preguntó atentamente quiénes eran; y cuando relataron lo que le había pasado a su hijo, se dio cuenta de que en verdad eran el padre y la madre de su marido. Los recibió con la mayor cortesía y les dio su propia cama, haciendo otra para ella.
   "A la mañana siguiente, la esposa de Julián fue a la iglesia, y su marido llegó mientras ella estaba allá. Entró a su recámara para despertar a su mujer y vio a dos personas en su cama. Como se imaginara que era un hombre que se había acostado con su esposa, los mató a los dos con su espada. Después de eso, salió y vio a su esposa que venía de la iglesia. Entonces quedó muy avergonzado y exigió a su esposa le dijera quiénes eran los que estaban en su cama. Ella le respondió que eran su padre y su madre que lo habían buscado por mucho tiempo y a quienes ella les había dicho que durmieran en su cama. Entonces él se desmayó y casi moría de la impresión. Comenzó a lamentarse amargamente y a exclamar en voz alta, "¡Ay miserable de mí! ¿Qué haré, yo que he matado a mi padre y a mi madre? Ahora ha sucedido aquello que yo creía haber evitado." Y dijo a su mujer, "Adiós, ve con Dios mi bien amada, ya no descansaré hasta que sepa que Dios me ha perdonado y ha olvidado esto que he hecho; haré digna penitencia." Y ella respondió, "Bien, amor mío, que Dios no permita que te vayas sin mí; así como he tenido gozo contigo, así tendré dolor y soportaré la tristeza."
   "Luego se fueron y viajaron hasta llegar a un gran río por donde pasaba mucha gente; allí edificaron un hospital para albergar a los pobres e hicieron penitencia, llevando a los que querían pasar de un lado a otro. Pasado mucho tiempo, una noche San Julián se durmió ya tarde; estaba muy cansado, había helado y hacía mucho frío. Entonces oyó una voz que se lamentaba diciendo, "Julián, ven y ayúdanos a pasar." En seguida se levantó y fue hasta allá y encontró a una persona casi muerta de frío. Inmediatamente la tomó y llevó hasta el fuego e hizo grandes esfuerzos para hacerla entrar en calor, frotando sus miembros. Cuando vio que no podía reanimarla ni calentarla, la llevó hasta su cama y la cubrió lo mejor que pudo. Después vio a este hombre, que estaba tan enfermo y que parecía ser un leproso, ascender resplandeciente al cielo. Y le dijo a San Julián, que lo había hospedado, "Julián, Nuestro Señor me ha enviado a ti, y te manda decir que El ha aceptado tu penitencia." Poco después, San Julián y su esposa entregaron a Dios sus almas y salieron de este mundo."
   Esta es la leyenda de San Julián, que fue sumamente popular en la Edad Media. Muchos hospitales estuvieron y aún están dedicados a él, especialmente en los Países Bajos. Varias escenas de la leyenda están representadas en uno de los ventanales a colores de una de las ventanas de la catedral de Rouen; parece que fue donado por el gremio de barqueros del río de aquella ciudad. Todos los hoteleros, viajeros y barqueros se han puesto bajo su protección. No hay un emblema peculiar para representar a San Julián el Hospitalario, pero con frecuencia se le encuentra con un ciervo o con un bote, haciendo de barquero.

   Sería difícil ponerle fecha al origen de esta leyenda. Está en la Legenda Aurea del Beato Jacobo Vorágine, y los bolandistas publican la versión de la historia que se encuentra en San Antonino de Florencia, y que trata del asunto, el día 29 de enero. La leyenda es ciertamente anterior a los tiempos de Vorágine o Antonino; pues se halla, entre otras partes, en Vicente de Beauvais. Consúltese ahí el artículo más valioso, incluyendo una inédita "vita," por el P. B. de Gaiffier en Analecta Bollandiana, vol. LXIII (1945), pp. 144-219. Hay considerables escritos en relación con San Julián. Véase, e.g. de Gustave Flaubert, La Legende de St. Julien l´Hospitalier (1874) y de A. M. Gosrez, Le St. Julien de Flaubert (1903).

*  Vida de los Santos, de Butler

VIERNES DE LA TERCERA SEMANA

PRIMERA LECTURA
Te has burlado de mí casándote con la mujer de Urías

Lectura del segundo libro de Samuel 11, 1-4a. 5-10a. 13-17

Al año siguiente, en la época en que los reyes van a la guerra, David envió a Joab con sus oficiales y todo Israel a devastar la región de los amonitas y sitiar a Rabá.
David mientras tanto se quedó en Jerusalén; y un día, a eso del atardecer, se levantó de la cama y se puso a pasear por la azotea del palacio, y desde la azotea vio a una mujer bañándose, una mujer muy bel1a.
David mandó a preguntar por la mujer, y le dijeron: Es Betsabé, hija de Alián, esposa de Urías, el hitita.
David mandó a unos para que se la trajesen.
Después Betsabé volvió a su casa; quedó encinta y mandó este aviso a David: Estoy encinta.
Entonces David mandó esta orden a Joab: Mándame a Urías, el hitita.
Joab se lo mandó.
Cuando llegó Urías, David le preguntó por Joab, el ejército y la guerra.
Luego le dijo: .
Anda a casa a lavarte los pies.
Urías salió del palacio, y detrás de él le llevaron un regalo del rey.
Pero Urías durmió a la puerta del palacio, con los guardias de su señor; no fue a su casa.
Avisaron a David que Urías no había ido a su casa.
Al día siguiente David lo convidó a un banquete y lo emborrachó.
Al atardecer, Urías salió para acostarse con los guardias de su señor y no fue a su casa.
A la mañana siguiente David escribió una carta a Joab y se la mandó por medio de Urías.
El texto de la carta era: «Pon a Urías en primera línea, donde sea más recia la lucha; y retiraos dejándolo solo, para que lo hieran y muera».
Joab, que tenía cercada la ciudad, puso a Urías donde sabía que estaban los defensores más aguerridos.
Los de la ciudad hicieron una salida, trabaron combate con Joab y hubo bajas en el ejército entre los oficiales de David; murió también Urías, el hitita.
Palabra de Dios

Salmo responsorial Sal 50, 3-4. 5-6a. 6bc-7. 10-11.
V/. Misericordia, Señor, que hemos pecado.
R/. Misericordia, Señor, que hemos pecado.
V/. Misericordia, Dios mío, por tu bondad, por tu inmensa compasión borra mi culpa.
Lava del todo mi delito, limpia mi pecado. R/.
V/. Pues yo reconozco mi culpa, tengo siempre presente mi pecado.
Contra ti, contra ti solo pequé, cometí la maldad que aborreces. R/.
V/. En la sentencia tendrás razón, en el juicio resultarás inocente.
Mira, en la culpa nací, pecador me concibió mi madre. R/.
V/. Hazme oír el gozo y la alegría, que se alegren los huesos quebrantados.
Aparta de mi pecado tu vista, borra en mí toda culpa. R/.

EVANGELIO
Echa simiente, duerme, y la semilla va creciendo sin que él sepa cómo

+Lectura del santo Evangelio según San Marcos 4, 26-34

En aquel tiempo, decía Jesús a las turbas: El Reino de Dios se parece a un hombre que echa simiente en la tierra.
El duerme de noche, y se levanta de mañana; la semilla germina y va creciendo, sin que él sepa cómo.
La tierra va produciendo la cosecha ella sola: primero los tallos, luego la espiga, después el grano.
Cuando el grano está a punto, se mete la hoz, porque ha llegado la siega.
Dijo también: ¿Con qué podemos comparar el Reino de Dios? ¿Qué parábola usaremos? Con un grano de mostaza: al sembrarlo en la tierra es la semilla más pequeña, pero después, brota, se hace más alta que las demás hortalizas y echa ramas tan grandes, que los pájaros pueden cobijarse y anidar en ellas.
Con muchas parábolas parecidas les exponía la Palabra, acomodándose a su entender.
Todo se lo exponía con parábolas, pero a sus discípulos se lo explicaba todo en privado.
Palabra del Señor