29 de enero
SAN JULIÁN EL HOSPITALARIO, *
(Sin fecha)
  
  
    SAN JULIÁN EL HOSPITALARIO, *
(Sin fecha)
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   El 27 de enero hacemos 
referencia de un "San 
Julián," obispo de Le Mans, y hoy, de otro 
San Julián conocido como "el Hospitalario." 
Apenas si es posible saber si la historia que tenemos sea puramente novela, pero 
se ha creado una extraña confusión entre los diferentes San Julián y resulta 
muy difícil desenredar los pocos hilos de 
hechos auténticos que posiblemente pertenezcan a las vidas de 
uno u otro de ellos. Aun en el siglo quince ya aparecía la confusión; la versión 
de Caxton de la "Golden Legend," (Leyenda Dorada) de la cual podemos tomar los 
datos de la historia tradicional del "Hospitalario," comienza presentándonos, 
cuando menos a otros tres Julianes. El primero fue el obispo de Le 
Mans ya mencionado, y que algunos suponen que no era otro que Simón el 
leproso, a quien Nuestro Señor limpió la lepra y 
quien invitó a Jesucristo a comer. Por esta 
razón, sigue diciendo el escritor, mucha gente lo identifica con el santo 
a quien los peregrinos y viajeros invocan para obtener un buen hospedaje, 
"porque Nuestro Señor se hospedó en su casa"; pero nuestro crítico medieval 
lo considera poco probable. También hubo otro San Julián, 
"nacido en Alemania, que era de noble 
linaje, más noble aún en la fe y la virtud." Este santo fue 
mártir. Después de su muerte, cuando un clérigo sin principios robó una 
oveja que pertenecía a la iglesia de la cual él era 
titular, recibió de él un castigo por su 
culpa. Todavía hay un tercer San Julián, "hermano de una mujer llamada
Julia." Ambos fueron martirizados juntos y 
obraron después de su muerte, muchos milagros, de los cuales uno o dos se 
relatan en detalle. Pero el Julián a quien
se le da más atención, es el Hospitalario, "quien 
mató a su padre y a su madre por ignorancia." Su historia modernizando el 
vocabulario sería ésta: 
   "Érase 
un joven noble que cierta vez salió de cacería. 
Andando en el monte encontró un ciervo que 
se volvió a él y le dijo: "Si me cazas, 
matarás a tu padre y madre," por lo que el 
joven quedó muy corrido y asustado. Por temor a que le 
sucediera lo que el ciervo le había dicho, se fue lejos, adonde nadie lo 
pudiera descubrir, y encontró un príncipe noble y 
grande que lo empleó en su servicio. 
Su conducta era tan buena en la guerra como en el palacio, y el rey lo distinguía 
tanto, que lo hizo caballero, le dio en matrimonio a una rica viuda de un 
castellano y como dote recibió el castillo. Y cuando su padre y madre supieron 
que se había ido, se pusieron a buscarlo por 
todas partes. Y anduvieron mucho tiempo hasta que llegaron al castillo donde 
vivía, pero él estaba fuera y sólo encontraron a su esposa. Cuando ella los vio, 
les preguntó atentamente quiénes eran; y 
cuando relataron lo que le había pasado a su hijo, se dio cuenta de que en 
verdad eran el padre y la madre de su marido. Los recibió con la mayor cortesía 
y les dio su propia cama, haciendo otra para ella. 
   "A la mañana siguiente, la esposa 
de Julián fue a la iglesia, y su marido llegó mientras ella estaba allá. Entró a 
su recámara para despertar a su mujer y vio a dos personas en su cama. Como se 
imaginara que era un hombre que se había acostado con su esposa, los mató a los 
dos con su espada. Después de eso, salió y vio a su esposa que venía de la 
iglesia. Entonces quedó muy avergonzado y exigió a su esposa le dijera quiénes 
eran los que estaban en su cama. Ella le respondió 
que eran su padre y su madre que lo habían buscado 
por mucho tiempo y a quienes ella les había dicho que durmieran en su cama. 
Entonces él se desmayó y casi moría de la impresión. 
Comenzó a lamentarse amargamente y a exclamar en voz alta, "¡Ay miserable de mí! 
¿Qué haré, yo que he matado a mi padre y a mi madre? Ahora ha sucedido aquello 
que yo creía haber evitado." Y dijo a su 
mujer, "Adiós, ve con Dios mi bien amada, ya no descansaré hasta que sepa que 
Dios me ha perdonado y ha olvidado esto que he hecho;
haré digna penitencia." Y ella respondió, 
"Bien, amor mío, que Dios no permita que te vayas sin mí; así como he tenido 
gozo contigo, así tendré dolor y soportaré 
la tristeza." 
   "Luego se fueron y viajaron hasta 
llegar a un gran río por donde pasaba mucha gente; 
allí edificaron un hospital para albergar a los pobres e hicieron penitencia, 
llevando a los que querían pasar de un lado a otro. Pasado mucho tiempo, 
una noche San Julián se durmió ya tarde; estaba muy cansado, había helado 
y hacía mucho frío. Entonces oyó una voz que se lamentaba diciendo, "Julián, 
ven y ayúdanos a pasar." En seguida se 
levantó y fue hasta allá y encontró a una 
persona casi muerta de frío. Inmediatamente la tomó y llevó hasta el 
fuego e hizo grandes esfuerzos para hacerla entrar en calor, frotando sus 
miembros. Cuando vio que no podía reanimarla ni 
calentarla, la llevó hasta su cama y 
la cubrió lo mejor que pudo. Después vio a 
este hombre, que estaba tan enfermo y que parecía 
ser un leproso, ascender resplandeciente al cielo. Y le dijo a San Julián, 
que lo había hospedado, "Julián, Nuestro 
Señor me ha enviado a ti, y te manda decir que El ha aceptado tu 
penitencia." Poco después, San Julián y su 
esposa entregaron a Dios sus almas y salieron de este mundo." 
   Esta es la leyenda de San Julián, 
que fue sumamente popular en la Edad Media. 
Muchos hospitales estuvieron y aún están dedicados a él, especialmente
en los Países Bajos. Varias escenas 
de la leyenda están representadas en uno de los ventanales a colores de 
una de las ventanas de la catedral de Rouen; parece 
que fue donado por el gremio de barqueros del río de aquella ciudad. Todos
los hoteleros, viajeros y barqueros se han 
puesto bajo su protección. No hay un emblema peculiar para representar a San 
Julián el Hospitalario, pero con frecuencia se le encuentra con un ciervo 
o con un bote, haciendo de barquero. 
   Sería 
difícil ponerle fecha al origen de esta leyenda. Está en la Legenda 
Aurea del Beato Jacobo Vorágine, y los 
bolandistas publican la versión de la historia que se encuentra en San 
Antonino de Florencia, y que trata del asunto, el día 29 de enero. La leyenda 
es ciertamente anterior a los tiempos de Vorágine o 
Antonino; pues se halla, entre otras partes, 
en Vicente de Beauvais. Consúltese ahí el artículo más valioso, incluyendo una 
inédita "vita," por el P. B. de Gaiffier en Analecta Bollandiana, 
vol. LXIII (1945), pp. 144-219. Hay considerables 
escritos en relación con San Julián. Véase, e.g. de Gustave Flaubert, 
La Legende de St. Julien l´Hospitalier
(1874) y de A. M. Gosrez, Le St. Julien de Flaubert (1903). 
*  Vida de los Santos, de Butler 
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