lunes, 22 de septiembre de 2025

SAN MAURICIO Y COMPAÑEROS, Mártires

22 de septiembre
SAN MAURICIO
Y COMPAÑEROS,   Mártires 
  (Fines del Siglo III)




   En un primer plano hacia la derecha nos salen al encuentro los oficiales de la legión Tebea. Destacándose su figura en el fino gesto de su mano con un dedo en alto, San Mauricio, el caudillo de la tropa "rebelde". En conversación con él, hablando con las manos ya que no pueden hacerlo con las palabras, los otros oficiales que sostuvieran la resistencia: Exuperio, Cándido y Víctor. Un niño, siempre los pajecillos en sus lienzos, sostiene un yelmo, porque todas las figuras aparecen destocadas. Y a la derecha del protagonista, un grupo de cabezas que en este caso hablan con los ojos, atentos al diálogo de sus jefes.
   Todo es aquí contenido, sereno, helénico, salvo en las nerviosas piernas desnudas de estos soldados que parecen arder. Porque la llama es más bien interior, y el agitarse de los espíritus está expresado con música de fondo, en ese flamear de la amplia bandera carmesí, en las lanzas erectas y en el cielo atormentado que los cobija.

   Con más intencionalidad en la escena de la izquierda, disimuladamente descrita en todo su horror de carnicería. Allí está el tormento como esquivado en su representación somera; pero allí está a la vez la clave para entender el coloquio de las cuatro figuras principales y adivinar su heroísmo y santidad.

   Aunque la santidad nos la explica mejor la escena de arriba. Porque Dominico Theotocópuli gusta de establecer zonas contrapuestas, la terrenal, en que recoge el hecho y anécdota, y la sobrenatural, donde un coro de ángeles músicos y una pareja de ángeles con palmas y coronas, aparte de hacer del lienzo un maravilloso poema cromático, nos dicen que aquellos mílites no son héroes de Homero, sino mártires cristianos.

LUNES DE LA VIGÉSIMA QUINTA SEMANA


PRIMERA LECTURA
Los que pertenezcan al pueblo del Señor, que suban a Jerusalén para reedificar el templo del Señor
Comienzo del libro de Esdras 1, 1-6
El año primero de Ciro, rey de Persia, el Señor, para cumplir lo que había anunciado por boca de Jeremías, movió a Ciro, rey de Persia, a proclamar de palabra y por escrito en todo su reino: «Así dice Ciro, rey de Persia: Todos los reinos de la tierra los ha puesto en mis manos el Señor Dios del cielo, y me ha encargado edificarle un templo en Jerusalén de Judá.
Los que pertenezcan a ese pueblo, que su Dios los acompañe, y que suban a Jerusalén de Judá para reedificar el templo del Señor, Dios de Israel, el Dios que habita en Jerusalén.
Y a todos los judíos supervivientes, dondequiera que residan, la gente del lugar les proporcionarán plata, oro, hacienda y ganado, además de las ofrendas que quieran hacer voluntariamente para el templo del Dios de Jerusalén».
Entonces se pusieron en marcha los cabezas de familia de Judá y Benjamín, los sacerdotes y los levitas, es decir, todos los que se sintieron impulsados por Dios a ir a reedificar el templo del Señor de Jerusalén.
Sus vecinos les proporcionaron de todo: plata, oro, hacienda, ganado y otros muchos regalos, además de las ofrendas voluntarias.
Palabra de Dios

Salmo responsorial Sal 125, 1-2ab. 2cd-3. 4-5. 6.
V/. El Señor ha estado grande con nosotros.
R/. El Señor ha estado grande con nosotros.

V/. Cuando el Señor cambió la suerte de Sión, nos parecía soñar: la boca se nos llenaba de risas, la lengua de cantares. R/.

V/. Hasta los gentiles decían: «El Señor ha estado grande con ellos» El Señor ha estado grande con nosotros, y estamos alegres. R/.

V/. Que el Señor cambie nuestra suerte, como los torrentes del Negueb.
Los que sembraban con lágrimas, cosechan entre cantares. R/.

V/. Al ir, iba llorando, llevando la semilla; al volver, vuelve cantando, trayendo sus gavillas. R/.


EVANGELIO
El candil se pone en el candelero para que los que entran tengan luz

+Lectura del santo Evangelio según San Lucas 8, 16-18

En aquel tiempo, dijo Jesús a la gente: Nadie enciende un candil y lo tapa con una vasija o lo mete debajo de la cama; lo pone en el candelero para que los que entran tengan luz.
Nada hay oculto que no llegue a descubrirse, nada secreto que no llegue a saberse o a hacerse público.
A ver si me escucháis bien: al que tiene se le dará, al que no tiene se le quitará hasta lo que cree tener.


Palabra del Señor.

Beatos JOSÉ APARICIO y 232 MÁRTIRES




22 de septiembre


233 mártires en España, Beatos


Mártires durante la persecución religiosa en España.






233 mártires en España, Beatos




La II República española, proclamada el 14 de abril de 1931, llegó impregnada de fuerte anticlericalismo. Apenas un mes más tarde se produjeron incendios de templos en Madrid, Valencia, Málaga y otras ciudades, sin que el Gobierno hiciera nada para impedirlos y sin buscar a los responsables para juzgarles según la ley. Los daños fueron inmensos, pero el Gobierno no los reparó ni material ni moralmente, por lo que fue acusado de connivencia. La Iglesia había acatado a la República no sólo con respeto sino también con espíritu de colaboración por el bien de España. Estas fueron las instrucciones que el Papa Pío XI y los obispos dieron a los católicos. Pero las leyes sectarias crecieron día por día. En este contexto fue suprimida la Compañía de Jesús y expulsados los jesuitas.
 
Durante la revolución comunista de Asturias (octubre de 1934) derramaron su sangre muchos sacerdotes y religiosos, entre ellos los diez Mártires de Turón (9 Hermanos de las Escuelas Cristianas y un Pasionista, canonizados el 21 de noviembre de 1999).
Durante el primer semestre de 1936, después del triunfo del Frente Popular, formado por socialistas, comunistas y otros grupos radicales, se produjeron atentados más graves, con nuevos incendios de templos, derribos de cruces, expulsiones de párrocos, prohibición de entierros y procesiones, etc., y amenazas de mayores violencias.

 
Éstas se desataron, con verdadero furor, después del 18 de julio de 1936. España volvió a ser tierra de mártires desde esa fecha hasta el 1 de abril de 1939, pues en la zona republicana se desencadenó la mayor persecución religiosa conocida en la historia desde los tiempos del Imperio Romano, superior incluso a la Revolución Francesa.

 
Fue un trienio trágico y glorioso a la vez, el de 1936 a 1939, que debe ser fielmente recordado para que no se pierda la memoria histórica.

 
Al finalizar la persecución, el número de mártires ascendía a casi diez mil: 13 Obispos; 4.184 Sacerdotes diocesanos y seminaristas, 2.365 Religiosos, 283 Religiosas y varios miles de seglares, de ambos sexos, militantes de Acción Católica y de otras asociaciones apostólicas, cuyo número definitivo todavía no es posible precisar.

 
El testimonio más elocuente de esta persecución lo dio Manuel de Irujo, ministro del Gobierno republicano, que en una reunión del mismo celebrada en Valencia -entonces capital de la República-, a principios de 1937, presentó el siguiente Memorándum:
«La situación de hecho de la Iglesia, a partir de julio pasado, en todo el territorio leal, excepto el vasco, es la siguiente:

 a) Todos los altares, imágenes y objetos de culto, salvo muy contadas excepciones, han sido destruidos, los más con vilipendio.
 b) Todas las iglesias se han cerrado al culto, el cual ha quedado total y absolutamente suspendido.
 c) Una gran parte de los templos, en Cataluña con carácter de normalidad, se incendiaron.   d) Los parques y organismos oficiales recibieron campanas, cálices, custodias, candelabros y otros objetos de culto, los han fundido y aún han aprovechado para la guerra o para fines industriales sus materiales.
 e) En las iglesias han sido instalados depósitos de todas clases, mercados, garajes, cuadras, cuarteles, refugios y otros modos de ocupación diversos.
 f) Todos los conventos han sido desalojados y suspendida la vida religiosa en los mismos. Sus edificios, objetos de culto y bienes de todas clases fueron incendiados, saqueados, ocupados y derruidos.
 g) Sacerdotes y religiosos han sido detenidos, sometidos a prisión y fusilados sin formación de causa por miles, hechos que, si bien amenguados, continúan aún, no tan sólo en la población rural, donde se les ha dado caza y muerte de modo salvaje, sino en las poblaciones. Madrid y Barcelona y las restantes grandes ciudades suman por cientos los presos en sus cárceles sin otra causa conocida que su carácter de sacerdote o religioso.
 h) Se ha llegado a la prohibición absoluta de retención privada de imágenes y objetos de culto. La policía que practica registros domiciliarios, buceando en el interior de las habitaciones, de vida íntima personal o familiar, destruye con escarnio y violencia imágenes, estampas, libros religiosos y cuanto con el culto se relaciona o lo recuerde ».