13 de diciembre
SANTA LUCÍA,(*)
Virgen y Mártir
Virgen y Mártir
En esto se demostró la caridad de Dios
hacia nosotros,
en que Dios envió a su Hijo unigénito al mundo,
para que por Él tengamos la vida.
(1 Juan, 4, 9).
en que Dios envió a su Hijo unigénito al mundo,
para que por Él tengamos la vida.
(1 Juan, 4, 9).
Santa Lucía, virgen de Siracusa, habiendo
obtenido la curación de su madre orando sobre la tumba de Santa Ágata, de
inmediato le pidió permiso para distribuir a los pobres la dote que le había
destinado. Su pretendiente la denunció al juez como cristiana. El tirano la
hizo prender y ordenó se la condujese a un infame lugar; pero no les fue
posible moverla del lugar en que estaba. Empleóse el hierro y el fuego: ella
pidió a Dios que prolongase su martirio para fortificar a los cristianos en la
fe, predijo la tranquilidad de que gozaría la Iglesia después de la muerte de
los emperadores Diocleciano y Maximino, y entregó su alma a Dios, hacia el año
304.
I. Preciso es que el hombre sea algo
grande puesto que Dios creó para él el mundo y todas las cosas que encierra.
Considera lo que existe de más bello en el firmamento y en toda la tierra, y
después di: Cosa más grande soy que todas esas maravillas, porque ellas no han
sido creadas sino para servirme. Oh Dios mío, Vos honráis demasiado a vuestros
amigos; cuánto agradecimiento os debemos! Pero, ¡cuán desgraciados somos al
hacernos esclavos de esas creaturas de las cuales somos soberanos!
II. El fin para el cual hemos sido
creados hace ver claramente la grandeza y la nobleza del hombre. Dios nos ha
sacado de la nada para servirle y para poseerle un día: he aquí nuestro fin
durante esta vida y durante la eternidad. Cristiano, levanta tu corazón; no
estás en este mundo para gozar de él, sino para servir a Dios y para amarlo.
¿Por qué, pues, abandonar a Dios, fuente de todo bien? ¿Por qué buscar placeres
imperfectos entre las creaturas? Elevemos nuestros ojos al cielo, a
fin de que la tierra no nos seduzca con sus diversiones y placeres. (San Cipriano).
III. El precio que Jesucristo ha pagado para
rescatarnos es una prueba convincente de la estima que Dios hace del hombre,
puesto que prefirió sacrificar a su Hijo antes que dejar perder a esta noble
creatura. Vemos con ello lo que valemos y cuánto nos estima Dios. Recordemos,
pues, que Jesucristo, después de haber dado tanto por nosotros, espera mucho de
nosotros. Él sabe cuánto le hemos costado; no nos menospreciemos
pues, nosotros que somos tan preciosos a los ojos de Dios. (San Eusebio).
La pureza
Orad por los vírgenes.
Orad por los vírgenes.
ORACIÓN
Escuchadnos, oh Dios Salvador
nuestro, y que la fiesta de la bienaventurada Lucía, virgen y mártir, al mismo
tiempo que regocija nuestra alma, la enriquezca con los sentimientos de una
tierna devoción. Por J. C. N. S. Amén.
- Santoral de Juan Esteban Grosez, S.J. Tomo IV, (Ed. ICTION, BuenosAires, 1982)