sábado, 15 de febrero de 2025

DOMINGO VI DEL TIEMPO ORDlNARIO


PRIMERA LECTURA
Maldito quien confía en el hombre; bendito quien confía en el Señor

Lectura del libro de Jeremías 17, 5-8

Así dice el Señor:
«Maldito quien confía en el hombre, y en la carne busca su fuerza, apartando su corazón del Señor. Será como un cardo en la estepa, no verá llegar el bien; habitará la aridez del desierto, tierra salobre e inhóspita. 

Bendito quien confía en el Señor y pone en el Señor su confianza. Será un árbol plantado junto al agua, que junto a la corriente echa raíces; cuando llegue el estío no lo sentirá, su hoja estará verde; en año de sequía no se inquieta, no deja de dar fruto.»
Palabra de Dios.

Salmo responsorial Sal 1, 1-2. 3. 4 y 6 (R.: Sal 39, 5a)
R. Dichoso el hombre que ha puesto su confianza en el Señor.

Dichoso el hombre que no sigue el consejo de los impíos, ni entra por la senda de los pecadores, ni se sienta en la reunión de los cínicos; sino que su gozo es la ley del Señor, y medita su ley día y noche. R.

Será como un árbol plantado al borde de la acequia: da fruto en su sazón y no se marchitan sus hojas; y cuanto emprende tiene buen fin. R.

No así los impíos, no así; serán paja que arrebata el viento. Porque el Señor protege el camino de los justos, pero el camino de los impíos acaba mal. R.


SEGUNDA LECTURA
Si Cristo no ha resucitado, vuestra fe no tiene sentido

Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios 15, 12. 16-20

Hermanos:
Si anunciamos que Cristo resucitó de entre los muertos, ¿cómo es que dice alguno de vosotros que los muertos no resucitan?
Si los muertos no resucitan, tampoco Cristo resucitó; y, si Cristo no ha resucitado, vuestra fe no tiene sentido, seguís con vuestros pecados; y los que murieron con Cristo se han perdido. Si nuestra esperanza en Cristo acaba con esta vida, somos los hombres más desgraciados.
¡Pero no! Cristo resucitó de entre los muertos: el primero de todos.
Palabra de Dios.

Aleluya Lc 6, 23ab
Alegraos y saltad de gozo —dice el Señor—, porque vuestra recompensa será grande en el cielo.

EVANGELIO
Dichosos los pobres; ¡ay de vosotros, los ricos!

 +Lectura del santo evangelio según san Lucas 6, 17. 20-26

En aquel tiempo, bajó Jesús del monte con los Doce y se paró en un llano, con un grupo grande de discípulos y de pueblo, procedente de toda Judea, de Jerusalén y de la costa de Tiro y de Sidón.
Él, levantando los ojos hacia sus discípulos, les dijo:
—«Dichosos los pobres, porque vuestro es el reino de Dios.
Dichosos los que ahora tenéis hambre, porque quedaréis saciados.
Dichosos los que ahora lloráis, porque reiréis.
Dichosos vosotros, cuando os odien los hombres, y os excluyan, y os insulten, y proscriban vuestro nombre como infame, por causa del Hijo del hombre. Alegraos ese día y saltad de gozo, porque vuestra recompensa será grande en el cielo. Eso es lo que hacían vuestros padres con los profetas.
Pero, ¡ay de vosotros, los ricos!, porque ya tenéis vuestro consuelo. ¡Ay de vosotros, los que ahora estáis saciados!, porque tendréis hambre. ¡Ay de los que ahora reís!, porque haréis duelo y lloraréis.
¡Ay si todo el mundo habla bien de vosotros! Eso es lo que hacían vuestros padres con los falsos profetas.»
Palabra del Señor.

SAN CLAUDIO DE LA COLOMBIÈRE, Confesor



15 de febrero
SAN CLAUDIO 
DE LA COLOMBIÈRE,
 *
Confesor
Amaos recíprocamente con ternura
y caridad fraternal.
(Rom., 12, 10).

   
Nacido cerca de Lyon en 1641, Claudio de la Colombière entró en la Compañía de Jesús. Después de algunos años consagrados a la enseñanza, fue nombrado, a la edad de 33 años, superior en Paray-le-Monial. Encontró allí a Santa Margarita María de Alacoque, a la que estaba destinado por Dios para asistir en la propagación de la devoción al Sagrado Corazón y para dirigirla en las angustias espirituales que por entonces atravesaba. En seguida fue enviado a Londres, como predicador de la duquesa de York, que era católica. Fue puesto en prisión por los protestantes y condenado a muerte. Pena ésta que le fue conmutada por la de destierro. Murió en 1682.

SÁBADO DE LA QUINTA SEMANA

PRIMERA LECTURA
El Señor lo expulsó del jardín de Edén, para que labrase el suelo

Lectura del libro del Génesis 3, 9-24

El Señor Dios llamó al hombre: 

— ¿Dónde estás ?
El contestó: 

—Oí tu ruido en el jardín, me dio miedo, porque estaba desnudo, y me escondí.
El Señor le replicó: 

—¿Quién te informó de que estabas desnudo? , ¿es que has comido del árbol del que te prohibí comer?
Adán respondió: 

—La mujer que me diste como compañera me ofreció del fruto y comí.
El Señor Dios dijo a la mujer: 

— ¿Qué es lo que has hecho?
Ella respondió: 

—La serpiente me engaño y comí.
El Señor Dios dijo a la serpiente: 

—Por haber hecho eso, serás maldita entre todo el ganado y todas las fieras del campo; te arrastrarás sobre el vientre y comerás polvo toda tu vida; establezco hostilidades entre ti y la mujer, entre tu estirpe y la suya; ella te herirá en la cabeza, cuando tú la hieras en el talón.
A la mujer le dijo: 

—Mucho te haré sufrir en tu preñez, parirás hijos con dolor,  tendrás ansia de tu marido, y él te dominará.
Al hombre le dijo: 

—Porque le hiciste caso a tu mujer y comiste del árbol del que te prohibí comer, maldito el suelo por tu culpa: comerás de él con fatiga mientras vivas; brotará para ti cardos y espinas, y comerás yerba del campo.  Con sudor de tu frente comerás el pan, hasta que vuelvas a la tierra, porque de ella te sacaron; pues eres polvo y al polvo volverás.
El hombre llamó a su mujer Eva, por ser la madre de todos los que viven.
El Señor Dios hizo pellizas para el hombre y su mujer y se las vistió.
Y el Señor Dios dijo: 

—Mirad, el hombre es ya como uno de nosotros en el conocimiento del bien y el mal. No vaya a echarle mano al árbol de la vida, coja de él, coma y viva para siempre.
Y el Señor Dios lo expulsó del jardín de Edén, para que labrase el suelo de donde lo habían sacado.
Echó al hombre, y a oriente del jardín de Edén colocó a los querubines y la espada llameante que se agitaba, para cerrar el camino del árbol de la vida.

Palabra de Dios.

Salmo responsorial Sal 89, 2. 3-4. 5-6. 12-13
V/. Señor, tú has sido nuestro refugio de generación en generación.
R/. Señor, tú has sido nuestro refugio de generación en generación.


V/. Antes que naciesen los montes,
o fuera engendrado el orbe de la tierra,
desde siempre y por siempre tú eres Dios. R/.


V/. Tú reduces el hombre a polvo,
diciendo: «Retornad, hijos de Adán»
Mil años en tu presencia
son un ayer, que pasó, una vela nocturna. R/.


V/. Los siembras año por año,
como hierba que se renueva: 

que florece y se renueva por la mañana,
y por la tarde la siegan y se seca. R/.


V/. Enséñanos a calcular nuestros años,
para que adquiramos un corazón sensato.
Vuélvete, Señor, ¿hasta cuándo?
Ten compasión de tus siervos. R/.



EVANGELIO
La gente comió hasta quedar satisfecha

+Lectura del santo Evangelio según San Marcos 8, 1-10

Uno de aquellos días, como había mucha gente y no tenían qué comer, Jesús llamó a sus discípulos y les dijo: Me da lástima de esta gente; llevan ya tres días conmigo y no tienen qué comer, y si los despido a sus casas en ayunas, se van a desmayar por el camino.
Además, algunos han venido desde lejos.
Le replicaron sus discípulos: ¿Y de dónde se puede sacar pan, aquí, en despoblado, para que se queden satisfechos? El les preguntó: ¿Cuántos panes tenéis? Ellos contestaron: Siete.
Mandó que la gente se sentara en el suelo: tomó los siete panes, pronunció la Acción de Gracias, los partió y los fue dando a sus discípulos para que los sirvieran.
Ellos los sirvieron a la gente.
Tenían también unos cuantos peces: Jesús los bendijo, y mandó que los sirvieran también.
La gente comió hasta quedar satisfecha, y de los trozos que sobraron llenaron siete canastas; eran unos cuatro mil.
Jesús los despidió, luego se embarcó con sus discípulos y se fue a la región de Dalmanuta.

Palabra del Señor.