10 de julio
SAN CRISTÓBAL,
Mártir
SAN CRISTÓBAL,
Mártir
Aguerrido y asaz
petulante es el mozo. Sueña con aventuras y se ha propuesto no cejar en el empeño.
Sabe que tiene buen porte y anda muy pagado de su figura gentil. Tan airosa es
su facha que, andando los siglos, se leerá en el himno antiguo del Breviario
Toledano: "Elegans statura, mente elegantior, -Visu fulgens, corde vibrans-,
Et capillis rutilans" (Lindo talle, de mejor entendimiento -ojos alegres,
corazón ardiente-, y de cabellos rubios rutilantes). Pero el mozo no conoce aún
la Luz verdadera y sólo para mientes en sus ansias de gloria.
Se le conoce por varios
nombres. Offero, Réprobo, Relicto y Adócimo. Por todos ellos responde el
joven, muy pagado de su alcurnia y su linaje. Porque es el unigénito, y primogénito
de un rey cananeo, cuya esposa veía transcurrir su vida sin descendencia. Su
nacimiento le ha costado muchas lágrimas y muchos rezos.
Relicto -el nombre más
usual en sus biografías- ha visto la luz primera en tierra cananea. Acaso en
Tiro, acaso en Sidón. Ambas se disputan la supremacía de la Tierra de Promisión,
dada por Dios hace muchos años a los hijos de Israel, en premio a los inmensos
trabajos que padecieron por espacio de cuatro centurias uncidos a la tiranía de
los faraones.
Ambas ciudades
envuelven su cuna en leyendas mitológicas, y de ellas habla la Biblia en sus
primeros libros. El Génesis (10, 19) designa a Sidón ya con este nombre, y en
el libro de Josué (11, 8) Tiro pasa por ser una plaza fuerte.
Ambas asimismo
rivalizaron en importancia y lucharon con denuedo para irrogarse la supremacía
del mar, detentada a la postre por Tiro, madre de ciudades, como Hipona y
Cartago, en África del Norte.