sábado, 7 de junio de 2014

DOMINGO DE PENTECOSTES MISA VESPERTINA DE LA VIGILIA


Estas lecturas se emplearán en la misa que se celebra en la tarde del sábado, ya sea antes o después de las primeras Vísperas del Domingo de Pentecostés.


PRIMERA LECTURA
Se llamó Babel, porque allí confundió el Señor la lengua de toda la tierra

Lectura del Libro del Génesis 11, 1-9.

Toda la tierra hablaba una sola lengua con las mismas palabras. Al emigrar (el hombre) de Oriente, encontraron una llanura en el país de Sinaar y se establecieron allí.
Y se dijeron unos a otros.
—Vamos a preparar ladrillos y a cocerlos (emplearon ladrillos en vez de piedras, y alquitrán en vez de cemento).
Y dijeron:
—Vamos a construir una ciudad y una torre que alcance al cielo, para hacernos famosos, y para no dispersarnos por la superficie de la tierra.
El Señor bajó a ver la ciudad y la torre que estaban construyendo los hombres y se dijo:
—Son un solo pueblo con una sola lengua. Si esto no es más que el comienzo de su actividad, nada de lo que decidan hacer les resultará imposible. Voy a bajar y a confundir su lengua, de modo que uno no entienda la lengua del prójimo.
El Señor los dispersó por la superficie de la tierra y cesaron de construir la ciudad.
Por eso se llama Babel, porque allí confundió el Señor la lengua de toda la tierra, y desde allí los dispersó por la superficie de la tierra.


Puede escogerse también como primera lectura cualquiera de las que siguen.


El Señor bajará al monte Sinaí a la vista del pueblo
Lectura del Libro del Éxodo 19, 3-8a. 16-20b.

En aquellos días Moisés subió hacia Dios.
El Señor lo llamó desde el monte, diciendo:
—Así dirás a la casa de Jacob y esto anunciarás a los israelitas: «Ya habéis visto lo que he hecho con los egipcios, y cómo a vosotros os he llevado sobre alas de águila y os he traído a mí. Ahora pues, si de veras escucháis mi voz y guardáis mi alianza, vosotros seréis mi propiedad personal entre todos los pueblos, porque mía es toda la tierra; seréis para mí un reino de sacerdotes y una nación santa.» Estas son las palabras que has de decir a los israelitas.
Moisés convocó a los ancianos del pueblo y les expuso todo lo que el Señor le había mandado.
Todo el pueblo, a una, respondió:
—Haremos todo cuanto ha dicho el Señor.
Al tercer día, al rayar el alba, hubo truenos y relámpagos y una densa nube sobre el monte y un poderoso resonar de trompeta; y todo el pueblo que estaba en el campamento se echó a temblar.
Moisés hizo salir al pueblo del campamento para ir al encuentro de Dios y se detuvieron al pie del monte. Todo el Sinaí humeaba, porque el Señor había descendido sobre él en forma de fuego. Subía el humo como de un horno, y todo el monte retemblaba con violencia. El sonar de la trompeta se hacía cada vez más fuerte; Moisés hablaba y Dios le respondía con el trueno. El Señor bajó al monte Sinaí, a la cumbre del monte, y llamó a Moisés a la cima de la montaña.


¡Huesos secos! Os Infundiré espíritu y viviréis
Lectura del Profeta Ezequiel 37, 1-14.

En aquellos días, la mano del Señor se posó sobre mí, y con su Espíritu el Señor me sacó y me colocó en medio de un valle todo lleno de huesos. Me hizo dar vueltas y vueltas en torno a ellos: eran innumerables sobre la superficie del valle y estaban completamente secos.
Me preguntó:
—Hombre mortal, ¿podrán revivir estos huesos ?
Yo respondí:
—Señor, tú lo sabes.
El me dijo:
—Pronuncia un oráculo sobre estos huesos y diles: ¡Huesos secos, escuchad la Palabra del Señor! Así dice el Señor a estos huesos: «Yo mismo traeré sobre vosotros espíritu y viviréis. Pondré sobre vosotros tendones, haré crecer sobre vosotros carne, extenderé sobre vosotros piel, os infundiré espíritu y viviréis. Y sabréis que yo soy el Señor.»
Y profeticé como me había ordenado, y a la voz de mi oráculo, hubo un estrépito, y los huesos se juntaron hueso con hueso. Me fijé en ellos: tenían encima tendones, la carne había crecido y la piel los recubría; pero no tenían espíritu.
Entonces me dijo:
—Conjura al espíritu, conjura, hombre mortal, y di al espíritu: Así dice el Señor: «De los cuatro vientos ven, espíritu, y sopla sobre estos muertos para que vivan.»
Yo profeticé como me había ordenado; vino sobre ellos el espíritu y revivieron y se
pusieron en pie. Era una multitud innumerable.
Y me dijo:
—Hombre mortal, estos huesos son la entera casa de Israel, que dice: «Nuestros huesos están secos, nuestra esperanza ha perecido, estamos destrozados.» Por eso profetiza y diles:
Así dice el Señor:
«Yo mismo abriré vuestros sepulcros, y os haré salir de vuestros sepulcros, pueblo mío, y os traeré a la tierra de Israel. Y cuando abra vuestros sepulcros y os saque de vuestros sepulcros, pueblo mío, sabréis que soy el Señor. Os infundiré mi espíritu y viviréis; os colocaré en vuestra tierra y sabréis que yo, el Señor, lo digo y lo hago.» Oráculo del Señor.


Sobre mis siervos y siervas derramaré mi Espíritu
Lectura del Profeta Joel 2, 28-32
Así dice el Señor Dios:
Derramaré mi espíritu sobre toda carne: profetizarán vuestros hijos e hijas, vuestros ancianos soñarán sueños, y vuestros jóvenes verán visiones.
También sobre mis siervos y siervas derramaré mi espíritu en aquellos días.
Haré prodigios en el cielo y en la tierra: sangre, fuego, columnas de humo.
El sol se entenebrecerá, la luna se pondrá color sangre,
antes de que llegue el día del Señor, grande y terrible.
Cuantos invoquen el nombre del Señor se salvarán.
Porque en el monte Sión y en Jerusalén quedará un resto;
como lo ha prometido el Señor a los supervivientes que llamó.
Palabra de Dios.


Salmo responsorial Sal 103, 1-2a. 24 y 35c. 27-28. 29bc-30

V/. Envía tu Espíritu, Señor, y repuebla la faz de la tierra. (o, Aleluya).
R/. Envía tu Espíritu, Señor, y repuebla la faz de la tierra.
V/. Bendice, alma mía, al Señor.
¡Dios mío, qué grande eres!
Te vistes de belleza y majestad,
la luz te envuelve como un manto.
R/. Envía tu Espíritu, Señor, y repuebla la faz de la tierra.
V/. Cuántas son tus obras, Señor, y todas las hiciste con sabiduría; la tierra está llena de tus criaturas. ¡Bendice, alma mía, al Señor!
R/. Envía tu Espíritu, Señor, y repueblala faz de la tierra.
V/. Cuántas son tus obras, Señor, y todas las hiciste con sabiduría; la tierra está llena de tus criaturas. ¡Bendice, alma mía, al Señor!
R/. Envía tu Espíritu, Señor, y repuebla la faz de la tierra.
V/. Todos ellos aguardan a que les eches comida a su tiempo; se la echas y la atrapan,
abres tu mano y se sacian de bienes.
R/. Envía tu espíritu, Señor, y repuebla la faz de la tierra.
V/. Les retiras el aliento, y expiran, y vuelven a ser polvo; envías tu aliento y los creas, y repueblas la faz de la tierra.
R/. Envía tu Espíritu, Señor, y repuebla la faz de la tierra.


EPISTOLA
El Espíritu intercede por nosotros con gemidos inefables

Lectura de la carta del Apóstol San Pablo a los Romanos 8, 22-27.

Hermanos :
Sabemos que hasta hoy la creación entera está gimiendo toda ella con dolores de parto.
Y no sólo eso; también nosotros, que poseemos las primicias del Espíritu, gemimos en nuestro interior, aguardando la hora de ser hijos de Dios, la redención de nuestro cuerpo.
Porque en esperanza fuimos salvados. Y una esperanza que se ve, ya no es esperanza. ¿Cómo seguirá esperando uno aquello que ve?
Cuando esperamos lo que no vemos, esperamos con perseverancia.
Así también el Espíritu viene en ayuda de nuestra debilidad, porque nosotros no sabemos pedir lo que nos conviene, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos inefables.
El que escudriña los corazones sabe cuál es el deseo del Espíritu, y que su intercesión por los santos es según Dios.
Palabra de Dios


Aleluya
Si no se canta, puede omitirse
Aleluya, aleluya.
Ven, Espíritu Santo, llena los corazones de tus fieles y enciende en ellos la llama de tu amor.
Aleluya.


EVANGELIO
Manarán torrentes de agua viva

+ Lectura del santo Evangelio según San Juan 7, 37-39.

El último día, el más solemne de las fiestas, Jesús en pie gritaba:
—El que tenga sed, que venga a mí; el que cree en mí que beba.
(Como dice la Escritura: de sus entrañas manarán torrentes de agua viva.)
Decía esto refiriéndose al Espíritu, que habían de recibir los
que creyeran en él. Todavía no se había dado el Espíritu, porque Jesús no había sido glorificado.

Palabra del Señor.

SAN PEDRO y cinco compañeros: WALABONSO, SABINIANO, WISTREMUNDO, ABENCIO y JEREMÍAS, Mártires

7 de Junio
SAN PEDRO y CINCO
 COMPAÑEROS: WALABONSO,
 SABINIANO, WISTREMUNDO,
ABENCIO, y JEREMÍAS,(*)
Mártires
    En la sangrienta persecución que suscitó contra los cristianos el rey de los sarracenos Abderramán III en Córdoba, capital de su reino en España, entre otros ilustres mártires que dieron su vida en defensa de la fe de Cristo, señaláronse mucho por su admirable valor "los santos mártires Pedro, Walabonso, Sabiniano, Wistremundo, Abencio y Jeremías. Pedro fue natural de Ecija y ordenado de sacerdote; Walabonso era diácono, y nacido en Lipula, lugar llamado hoy Peñaflor; Sabiniano era monje ya entrado en edad, y natural de Froniano en la sierra de Córdoba; Wistremundo era todavía mozo, natural de Ecija y monje en la abadía de san Zoilo; Abencio era hijo de Córdoba y había tomado el hábito en el monasterio, de san Cristóbal; y Jeremías era también natural de Córdoba, casado con Isabel, y hombre muy rico y poderoso que había fundado el monasterio llamado Tabanense a dos leguas de aquélla ciudad. Todos estos seis fervorosos varones, oyendo que acababan de ser martirizados los santos Isaac y Sancho, se presentaron delante del rey moro y le dijeron: Nosotros también, oh juez, somos cristianos como nuestros hermanos Isaac y Sancho, y tenemos la misma fe, por la cual has mandado darles la muerte: confesamos como ellos a Jesucristo por verdadero Dios, y afirmamos que vuestro profeta Mahoma es precursor del Anticristo: y decimos que los que profesan la fe de Jesucristo gozarán de la felicidad del cielo, y que los que siguen la falsa doctrina de Mahoma padecerán los eternos tormentos del infierno. Al oír el tirano, tan espontánea y clara confesión, mandó luego prender a los valerosos mártires y pronunció contra ellos sentencia de muerte, ordenando que fuese cruelmente azotado el santo viejo Jeremías, por haber blasfemado, como decía el juez , del profeta Mahoma. Azotaron pues con tanto rigor al venerable anciano, que cuando le llevaron a degollar, no podía ir por sus pies. Pero todos los demás caminaron al lugar del suplicio con tanta ligereza y alegría de sus almas como si fuesen a un espléndido banquete. San Pedro y Walabonso fueron los primeros en ser degollados, y después sus cuatro compañeros, y así dieron todos sus benditas almas a Dios. Tomando después los sayones aquellos sagrados cadáveres los ataron a unos palos, y pasando algunos días los quemaron y echaron las cenizas en el río. 
 
REFLEXIÓN
   Mucho vale una santa y pronta resolución cuando se ve que para ella inspira y anima el Espíritu Santo, como es cierto inspiró a estos gloriosos mártires, para que sin temor alguno de la muerte; todos unidos y conformes, se fuesen a reprender al inicuo juez, que cuatro días antes había quitado la vida al glorioso san Isaac, y después a Sancho y a otros santos mártires. No seamos pues tardos y perezosos en ejecutar la voluntad divina cuando se nos manifiesta claramente por las divinas inspiraciones, que todo nuestro provecho o daño espiritual depende de ponerlas o de no ponerlas por obra. Pongámonos delante de los ojos los ejemplos de los santos: los cuales por su fidelidad en poner por obra los altos pensamientos e inspiraciones de la divina gracia, llegaron a ser tan grandes en el reino de los cielos. ¡Oh cómo reprenden y condenan nuestra flojedad y cobardía: cómo nos cubrirán de vergüenza en el día del Juicio, donde se descubrirá el mal uso que hemos hecho de las inspiraciones de Dios y de los beneficios de la gracia!

ORACIÓN
    Oh Dios, que nos alegras en la anual solemnidad de tus santos Pedro, Sabiniano y sus compañeros mártires, concédenos propicio que así como gozamos de sus merecimientos, así nos movamos a imitar sus virtudes. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.

(*) Flos Sanctorum de la Familia Cristiana, P Francisco De Paula Morell, S. J., Ed. Difusión, S. A., Buenos Aires, 1943.

SÁBADO DE LA SÉPTIMA SEMANA DE PASCUA


PRIMERA LECTURA
Vivió en Roma, predicando el reino de Dios

Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles 28, 16-20. 30-31

Cuando llegamos a Roma, le permitieron a Pablo vivir por su cuenta en una casa, con un soldado que lo vigilase.
Tres días después, convocó a los judíos principales; cuando se reunieron, les dijo:
—«Hermanos, estoy aquí preso sin haber hecho nada contra el pueblo ni las tradiciones de nuestros padres; en Jerusalén me entregaron a los romanos. Me interrogaron y querían ponerme en libertad, porque no encontraban nada que mereciera la muerte; pero, como los judíos se oponían, tuve que apelar al César; aunque no es que tenga intención de acusar a mi pueblo. Por este motivo he querido veros y hablar con vosotros; pues por la esperanza de Israel llevo encima estas cadenas.»
Vivió allí! dos años enteros a su propia costa, recibiendo a todos los que acudían, predicándoles el reino de Dios y enseñando lo que se refiere al Señor Jesucristo con toda libertad, sin estorbos.
Palabra de Dios.


Salmo responsorial Sal 10, 4. 5 y 7 (R/.: cf. 7b)

R/. Los buenos verán tu rostro, Señor.
O bien:
Aleluya.


El Señor está en su templo santo, el Señor tiene su trono en el cielo; sus ojos están observando, sus pupilas examinan a los hombres. R/.
El Señor examina a inocentes y culpables, y al que ama la violencia él lo odia. Porque el Señor es justo y ama la justicia: los buenos verán su rostro. R/.


Aleluya Jn 16, 7. 13
Os enviaré el Espíritu de la verdad —dice el Señor—; él os enseñará la verdad plena.


EVANGELIO
Éste es el discípulo que ha escrito todo esto,
y su testimonio es verdadero

+Lectura del santo evangelio según san Juan 21, 20-25

En aquel tiempo, Pedro, volviéndose, vio que los seguía el discípulo a quien Jesús tanto amaba, el mismo que en la cena se habla apoyado en su pecho y le habla preguntado: «Señor, ¿quién es el que te va a entregar?» Al verlo, Pedro dice a Jesús:
—«Señor, y éste ¿qué?»
Jesús le contesta:
—«Si quiero que se quede hasta que yo venga, ¿a ti qué? Tú sígueme.»
Entonces se empezó a correr entre los hermanos el rumor de que ese discípulo no moriría. Pero no le dijo Jesús que no moriría, sino: «Si quiero que se quede hasta que yo venga, ¿a ti qué?»
Este es el discípulo que da testimonio de todo esto y lo ha escrito; y nosotros sabemos que su testimonio es verdadero.
Muchas otras cosas hizo Jesús. Si se escribieran una por una, pienso que los libros no cabrían ni en todo el mundo.
Palabra del Señor.