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Aprended de mí, que soy manso y humilde de
corazón;
y hallaréis el reposo para vuestras almas.(Mat. 11,29).
y hallaréis el reposo para vuestras almas.(Mat. 11,29).
Este santo ha sido la gloria de su siglo, el
modelo de los hombres apostólicos y de los obispos, el doctor universal de la
piedad y del amor de Dios. Su cuerpo en Annecy y su corazón en Lyon han obrado
infinidad de milagros devolviendo la salud a los cuerpos; pero su espíritu,
siempre vivo en sus libros, obra maravillas mucho más sorprendentes convirtiendo
a los pecadores. Tan llena está su vida de nobles acciones, que es difícil
resumirla; tan conocida de todos, por otra parte, que no es necesario referirla.
Murió en Lyón en 1622.
MEDITACIÓN
SOBRE EL CORAZÓN DE SAN FRANCISCO DE SALES
I. El corazón de San Francisco de Sales ardía con el fuego
del amor divino. Este amor le hizo emprender todo lo que juzgó apto para
contribuir a la gloria de Dios y a la salvación del prójimo. Sus predicaciones,
sus pláticas, sus libros, son pruebas de esta verdad. ¡Ah! si amases a Dios como
él, te burlarías de las riquezas, de los placeres, de los honores, y no dejarías
perder las ocasiones de incitar a los demás a amar al Señor. ¡Oh Dios que sois
tan amable! ¿por qué sois tan poco amado? ¡Oh fuego que siempre ardéis, fuego
que nunca os extinguís, abrasad mi corazón!
II. El corazón del Santo sólo tenía dulzura y ternura para el
prójimo; después de su muerte no se le encontró hiel en el cuerpo. Consolaba a
los enfermos, daba limosna a los pobres, instruía a los ignorantes, y con su
afabilidad trataba de que se le allegasen los pecadores, a fin de conducirlos
enseguida al redil de Jesucristo.
III. Ese corazón, en fin, que era todo amor para Dios y toda
dulzura para el prójimo, trataba a su cuerpo como a enemigo; para domar sus
pasiones no retrocedía ante mortificación alguna, ante sacrificio alguno.
Examina la causa de tus penas, Y verás que provienen de las pasiones que no
supiste domeñar. Aquél que ha vencido a sus pasiones adquirió una paz
duradera.
La dulzura
Rogad por la orden de la Visitación.
ORACIÓN
Dios, que habéis querido
que el bienaventurado Francisco de Sales, vuestro confesor y pontífice, fuese
todo para todos para salvar a las almas, difundid en nosotros la dulzura de
vuestra caridad, y haced que, dirigidos por sus consejos y asistidos por sus
méritos, lleguemos al gozo eterno. Por N. S. J. C. Amén
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