martes, 3 de abril de 2012

SAN RICARDO, Obispo y Confesor

San Ricardo, 3 de abril
3 de abril

SAN RICARDO,(*) 
Obispo y Confesor




Bienaventurados los pobres de espíritu,
porque de ellos es el reino de los cielos.
(Mateo, 5, 3).


   San Ricardo, obispo de Chichester, insumía todas sus entradas en el alivio de los pobres. Quejóse su intendente un día de que sus limosnas excedían a sus entradas; respondióle el santo que no quedaba otro remedio que vender la vajilla y el caballo para equilibrarlas. Mostró Dios, mediante diversos milagros, cuánto le agradaba esta caridad. Un día el santo alimentó a mil personas con un solo pan. Fundó asilos para sacerdotes ancianos y para pobres. Murió invocando a María y abrazando la cruz, en el año 1253, en el noveno de su episcopado y a los 56 de edad.

  MEDITACIÓN
SOBRE LA POBREZA
Y SOBRE LAS RIQUEZAS
 


   I. Sea que Dios te haya hecho nacer pobre, o que tú mismo te hayas despojado de tus bienes para abrazar la pobreza religiosa, ama tu pobreza. Sé verdaderamente pobre de espíritu, y reprime todo deseo inquieto de poseer; espera la herencia que Dios te promete, es decir, la posesión de su gloria. No busques otro tesoro que la gracia de Dios; poseyéndola poseerás a Dios mismo y serás feliz. Quien posee a Dios, ¿no es acaso suficientemente rico?
   II. Si estás en una situación intermedia entre la opulencia y la pobreza, no trates de elevarte. Mira a los que son más pobres que tú, y estarás contento de tu medianía; darás gracias a Dios de que te haya puesto en el estado que anhelaba Salomón cuando decía: Señor, no me deis ni la pobreza ni la riqueza; concededme sólo lo que necesito para mi subsistencia. (Proverbios).
   III. Si eres rico, mantente alerta; las promesas de Jesucristo no son para ti. Si tu corazón está adherido a tus riquezas, corres riesgo de perder el cielo. ¡Ah! ¡cuán difícil es no amar lo que se posee! ¿Cómo menospreciarás aquello que te obtiene estima y consideración? ¡Oh ricos, cuán peligrosa es vuestra condición! ¡Cuán de temer que, por haber gozado de los bienes de la tierra, no seáis privados de los bienes del cielo!  


El amor al prójimo
Orad por los pobres.

ORACIÓN
   Haced, oh Dios omnipotente, que la augusta solemnidad del bienaventurado Ricardo, vuestro confesor y pontífice, aumente en nosotros el espíritu de piedad y el deseo de la salvación. Por J. C. N. S.


  • * Santoral de Juan Esteban Grosez, S.J. Tomo II, (Ed. ICTION, Buenos Aires, 1982)
1

MARTES SANTO


PRIMERA LECTURA

Te hago luz de las naciones, para que mi salvación alcance hasta el confín de la tierra
Lectura del libro de Isaías 49, 1-6
Escuchadme, islas;
atended, pueblos lejanos:
Estaba yo en el vientre, y el Señor me llamó;
en las entrañas maternas, y pronunció mi nombre.
Hizo de mi boca una espada afilada,
me escondió en la sombra de su mano;
me hizo flecha bruñida, me guardó en su aljaba
y me dijo:
«Tú eres mi siervo,
de quien estoy orgulloso.»
Mientras yo pensaba: «En vano me he cansado,
en viento y en nada he gastado mis fuerzas»,
en realidad mi derecho lo llevaba el Señor,
mi salario lo tenía mi Dios.
Y ahora habla el Señor,
que desde el vientre me formó siervo suyo,
para que le trajese a Jacob,
para que le reuniese a Israel
–tanto me honró el Señor,
y mi Dios fue mi fuerza–:
«Es poco que seas mi siervo
y restablezcas las tribus de Jacob
y conviertas a los supervivientes de Israel;
te hago luz de las naciones,
para que mi salvación alcance
hasta el confín de la tierra.»

Palabra de Dios.

Salmo responsorial  Sal 70, 1-2. 3-4a. 5-6ab. 15 y 17  (R.: cf. 15)
R. Mi boca contará tu salvación, Señor.
A ti, Señor, me acojo:
no quede yo derrotado para siempre;
tú que eres justo, líbrame y ponme a salvo,
inclina a mí tu oído, y sálvame. R.
Sé tú mi roca de refugio,
el alcázar donde me salve,
porque mi peña y mi alcázar eres tú.
Dios mío, líbrame de la mano perversa. R.
Porque tú, Dios mío, fuiste mi esperanza
y mi confianza, Señor, desde mi juventud.
En el vientre materno ya me apoyaba en ti,
en el seno tú me sostenías. R.
Mi boca contará tu auxilio,
y todo el día tu salvación.
Dios mío, me instruiste desde mi juventud,
y hasta hoy relato tus maravillas. R.

Versículo antes del evangelio
Salve, Rey nuestro, obediente al Padre;
fuiste llevado a la crucifixión,
como manso cordero a la matanza.

EVANGELIO
Uno de vosotros me va a entregar...
No cantará el gallo antes que me hayas negado tres veces
+ Lectura del santo evangelio según san Juan 13, 21-33. 36-38
En aquel tiempo, Jesús, profundamente conmovido, dijo:
– «Os aseguro que uno de vosotros me va a entregar.»
Los discípulos se miraron unos a otros perplejos, por no saber de quién lo decía. Uno de ellos, el que Jesús tanto amaba, estaba reclinado a la mesa junto a su pecho. Simón Pedro le hizo señas para que averiguase por quién lo decía. Entonces él, apoyándose en el pecho de Jesús, le preguntó:
– «Señor, ¿quién es?»
Le contestó Jesús:
– «Aquel a quien yo le dé este trozo de pan untado.»
Y, untando el pan, se lo dio a Judas, hijo de Simón Iscariote.
Detrás del pan, entró en él Satanás. Entonces Jesús le dijo:
– «Lo que tienes que hacer hazlo en seguida.»
Ninguno de los comensales entendió a qué se refería. Como Judas guardaba la bolsa, algunos suponían que Jesús le encargaba comprar lo necesario para la fiesta o dar algo a los pobres.
Judas, después de tomar el pan, salió inmediatamente. Era de noche. Cuando salió, dijo Jesús:
– «Ahora es glorificado el Hijo del hombre, y Dios es glorificado en él. Si Dios es glorificado en él, también Dios lo glorificará en sí mismo: pronto lo glorificará. Hijos míos, me queda poco de estar con vosotros. Me buscaréis, pero lo que dije a los judíos os lo digo ahora a vosotros: "Donde yo voy, vosotros no podéis ir."»
Simón Pedro le dijo:
– «Señor, ¿a dónde vas?» Jesús le respondió:
«Adonde yo voy no me puedes acompañar ahora, me acompañarás más tarde.»
Pedro replicó:
– «Señor, ¿por qué no puedo acompañarte ahora? Daré mi vida por ti.»
Jesús le contestó:
– «¿Con que darás tu vida por mí? Te aseguro que no cantará el gallo antes que me hayas negado tres veces.»

Palabra del Señor.