miércoles, 9 de abril de 2025

SANTA CASILDA, Virgen



9 de abril
SANTA CASILDA,
 
Virgen
Os doy un nuevo mandamiento, y es: Que os améis
unos a otros, como yo os he amado.
(Juan, 13, 34).

   Santa Casilda llevaba comida a los cristianos que el rey, su padre, tenía prisioneros. Un día la encontró camino de la prisión, y le preguntó qué llevaba. Rosas, respondió Casilda y, extendiendo su delantal, aparecieron en él, en vez de alimento, hermosísimas rosas. Consiguió de su padre que la llevaran a tomar baños en el lago San Vicente, para curarse de una enfermedad que padecía, e hizo edificar, a orillas de este lago, una ermita en la que pasó el resto de sus días. Murió hacia el año 1050.
    
  MEDITACIÓN
HEMOS DE AMAR AL PRÓJIMO
COMO JESUCRISTO
NOS AMÓ A NOSOTROS

   I. Jesús nos ama más que a todas las otras creaturas, porque para salvarnos hizo lo que no hubiera hecho para impedir la ruina del cielo y de la tierra. Del mismo modo, ama a tu prójimo más que a tus riquezas, más que a tus placeres, más que a tus intereses; sacrifica todo lo que poseas para aliviar sus penas y proveer a sus necesidades. ¿Es esto lo que  has hecho hasta ahora?
   II. Jesucristo nos ha amado aun cuando más cruelmente lo ultrajábamos: sigamos su ejemplo y amemos a los que nos aborrecen y nos hacen mal. Fácil es amar a los que nos hacen bien; nos inclina a ello la naturaleza, nos invita el interés, en fin, los mismos paganos nos dan ejemplo. Pero es patrimonio sólo del cristiano amar a los enemigos, amarlos porque Jesucristo lo manda. Examina el fondo de tu corazón: ¿amas sinceramente a los que te han disgustado?
   III. Jesucristo nos amó a fin de salvar nuestras almas; nos testimonió su amor enseñándonos el camino de la salvación y andando por él antes que nosotros. Haz lo mismo con tu prójimo según tus fuerzas. Es el mayor servicio que puedes prestarle, y el mayor gusto que puedes dar a Jesucristo. Saca a ese pecador de las ocasiones peligrosas, instrúyelo, aconséjalo, ruega a Dios por él. ¡Qué feliz serías si, a costa de todos tus bienes y de tu vida misma, pudieses ganar para Jesucristo un alma redimida por el precio de su sangre! Se obró esta redención a precio tan elevado, que parece que el hombre vale tanto como Dios. (San Hilario de Arlés).

El celo por la salvación de las almas
Orad por la conversión de los pecadores.

ORACIÓN
   Escuchadnos, oh Dios Salvador nuestro, y haced que la fiesta de Santa Casilda, al tiempo que regocija nuestra alma la enriquezca de sentimientos de tierna devoción. Por J. C. N. S.

MIÉRCOLES DE LA QUINTA SEMANA DE CUARESMA

PRIMERA LECTURA
Envió un ángel a salvar a sus siervos

Lectura de la profecía de Daniel 3, 14-20. 91-92. 95

En aquellos días, el rey Nabucodonosor dijo:
—«¿Es cierto, Sidrac, Misac y Abdénago, que no respetáis a mis dioses ni adoráis la estatua de oro que he erigido? Mirad: si al oír tocar la trompa, la flauta, la cítara, el laúd, el arpa, la vihuela y todos los demás instrumentos, estáis dispuestos a postraros adorando la estatua que he hecho, hacedlo; pero, si no la adoráis, seréis arrojados al punto al horno encendido, y ¿qué dios os librará de mis manos?»
Sidrac, Misac y Abdénago contestaron:
—«Majestad, a eso no tenemos por qué responder. El Dios a quien veneramos puede librarnos del horno encendido y nos librará de tus manos. Y aunque no lo haga, conste, majestad, que no veneramos a tus dioses ni adoramos la estatua de oro que has erigido.»
Nabucodonosor, furioso contra Sidrac, Misac y Abdénago, y con el rostro desencajado por la rabia, mandó encender el horno siete veces  más fuerte que de costumbre, y ordenó a sus soldados más robustos que atasen a Sidrac, Misac y Abdénago y los echasen en el horno encendido.
El rey los oyó cantar himnos; extrañado, se levantó y, al verlos vivos, preguntó, estupefacto, a sus consejeros:
—«¿No eran tres los hombres que atamos y echamos al horno?»
Le respondieron:
—«Así es, majestad.»
Preguntó:
—«¿Entonces, cómo es que veo cuatro hombres, sin atar, paseando por el horno sin sufrir nada? Y el cuarto parece un ser divino.»
Nabucodonosor entonces dijo:
—«Bendito sea el Dios de Sidrac, Misac y Abdénago, que envió un ángel a salvar a sus siervos que, confiando en él, desobedecieron el decreto real y prefirieron arrostrar el fuego antes que venerar y adorar otros dioses que el suyo.»
Palabra de Dios.

Salmo responsorial Dn 3, 52. 53. 54. 55. 56

Bendito eres, Señor, Dios de nuestros padres, 

bendito tu nombre santo y glorioso.
R/. A ti gloria y alabanza por los siglos.

Bendito eres en el templo de tu santa gloria.
A ti gloria y alabanza por los siglos.
Bendito eres sobre el trono de tu reino.
R/. A ti gloria y alabanza por los siglos.

Bendito eres tú, que sentado sobre querubines sondeas los abismos.
R/. A ti gloria y alabanza por los siglos.

Bendito eres en la bóveda del cielo.
R/. A ti gloria y alabanza por los siglos.

Versículo antes del evangelio cf. Lc 8, 15
Dichosos los que con un corazón noble y generoso guardan la palabra de Dios y dan fruto perseverando.

EVANGELIO
Si el Hijo os hace libres, seréis realmente libres

 +Lectura del santo evangelio según san Juan 8, 31-42

En aquel tiempo, dijo Jesús a los judíos que habían creído en él:
—«Si os mantenéis en mi palabra, seréis de verdad discípulos míos; conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres.»
Le replicaron:
—«Somos linaje de Abrahán y nunca hemos sido esclavos de nadie. ¿Cómo dices tú: "Seréis libres"?»
Jesús les contestó:
—«Os aseguro que quien comete pecado es esclavo. El esclavo no se queda en la casa para siempre, el hijo se queda para siempre. Y si el Hijo os hace libres, seréis realmente libres. Ya sé que sois linaje de Abrahán; sin embargo, tratáis de matarme, porque no dais cabida a mis palabras. Yo hablo de lo que he visto junto a mi Padre, pero vosotros hacéis lo que le habéis oído a vuestro padre.»
Ellos replicaron:
—«Nuestro padre es Abrahán.»
Jesús les dijo:
—«Si fuerais hijos de Abrahán, haríais lo que hizo Abrahán. Sin embargo, tratáis de matarme a mí, que os he hablado de la verdad que le escuché a Dios, y eso no lo hizo Abrahán. Vosotros hacéis lo que hace vuestro padre.»
Le replicaron:
—«Nosotros no somos hijos de prostitutas; tenemos un solo padre: Dios.»
Jesús les contestó:
—«Si Dios fuera vuestro padre, me amaríais, porque yo salí de Dios, y aquí estoy. Pues no he venido por mi cuenta, sino que él me envió.»
Palabra del Señor.