"Quién
fue el que primero introdujo en África la fe cristiana se disputa aún; pero
consta que ya antes de la misma edad apostólica floreció allí la religión, y
Tertuliano nos describe de tal manera la vida pura que los cristianos africanos
llevaban, que conmueve el ánimo de sus lectores. Y en verdad que aquélla región
a ninguna parecía ceder en varones ilustres y en abundancia de mártires. Entre
éstos agrada conmemorar los mártires scilitanos, que en Cartago, siendo procónsul
Publio Vigellio Saturnino, derramaron su sangre por Cristo, de las preguntas
escritas para el juicio, que hoy felizmente se conservan, se deduce con qué
constancia, con qué generosa sencillez de ánimo respondieron al procónsul y
profesaron su fe. Justo es también recordar los Potamios, Perpetuas,
Felicidades, Ciprianos y "muchos hermanos mártires" que las Actas
enumeran de manera general, aparte de los mártires aticenses, conocidos también
con el nombre de "masas cándidas", o porque fueron quemados con cal
viva, como narra Aurelio Prudencio en su himno XIII, o por el fulgor de su
causa, como parece opinar Agustín. Pero poco después, primero los herejes,
después los vándalos, por último los mahometanos, de tal manera devastaron y
asolaron el África cristiana que la que tantos ínclitos héroes ofreciera a
Cristo, la que se gloriaba de más de trescientas sedes episcopales y había
congregado tantos concilios para defender la fe y la disciplina, ella, perdido
el sentido cristiano, se viera privada gradualmente de casi toda su humanidad y
volviera a la barbarie."
Así comienza Benedicto XV las letras apostólicas de beatificación de los
siervos de Dios Carlos Lwanga, Mattías Murumba y sus compañeros, más
conocidos con el nombre de los Mártires de Uganda.
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lunes, 3 de junio de 2024
LOS MÁRTIRES DE UGANDA
PROMESAS DEL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS A SUS DEVOTOS
Promesas del Sagrado Corazón de
Jesús
Jesús
a sus devotos
(De los escritos de santa Margarita María de Alacoque)
1. Reinaré a pesar de mis enemigos.
2. Daré a mis devotos todas las gracias necesarias a su estado.
3. Pondré paz en sus familias.
4. Los aliviaré en sus trabajos.
5. Bendeciré todas sus empresas.
6. Los consolaré en sus penas.
7. Seré su refugio seguro durante la vida y sobre todo en la muerte.
8. Los pecadores hallarán en mi Corazón la fuente, el océano infinito de misericordia.
9. Las almas tibias se harán fervorosas.
10. Las almas fervorosas se elevarán a gran perfección.
11. Bendeciré las casas en las que mi imagen sea expuesta y honrada.
12. No dejaré morir eternamente a ningún devoto que se haya consagrado a mi divino Corazón.
13. Derramaré la unción de mi caridad sobre las comunidades religiosas que se pongan bajo mi especial protección y seré su salvaguardia en sus caídas.
14. Los que trabajen en la salvación de las almas lo harán con éxito y sabrán el arte de conmover los corazones más empedernidos, si tienen una tierna devoción a mi Corazón divino y trabajan por inspirarla y establecerla en todas partes.
15. Las personas que propaguen esta devoción recibirán por ello grandes recompensas y tendrán su nombre escrito en mi Corazón y jamás será borrado de él.
16. Prometo, en el exceso de la misericordia de mi Corazón, que mi amor todopoderoso concederá a todos los que comulguen nueve primeros viernes de mes seguidos la gracia de la penitencia final; no morirán en mi desgracia ni sin recibir los Sacramentos, y mi Corazón será su seguro refugio en aquella hora.
SANTA CLOTILDE, Reina
Mientras tenemos tiempo, hagamos bien a
todos,
mayormente a los servidores de la fe. (Gálatas, 6, 10).
Santa Clotilde, esposa de Clodoveo,
cumplió puntualmente el precepto de San Pedro, que manda a las mujeres
mantenerse sometidas a su marido, a fin de ganarlos a Dios. Supo, mediante la
santidad de su vida, inspirar a su esposo, todavía pagano, tan alta estima
por el Dios de los cristianos, que él lo invocó en un combate trabado con los
germanos y a su protección atribuyó la victoria. Poco después fue bautizado.
Después de la muerte de su esposo, retiróse Clotilde cerca de la tumba de San
Martín para prepararse ella misma a morir. Fue interiormente advertida del
día de su muerte, que acaeció, como lo había predicho, el 3 de junio del año
545.
I. Se puede convertir a un pagano a la
fe o retirar a un pecador de su crimen por medio de la palabra. Esta palabra
tiene una eficacia muy especial, viniendo de la boca de un pariente o de un
amigo. Aprovecha, pues, el amor que se te profesa, para el bien del prójimo y
para la gloria de Dios. Si amas a alguien sólidamente, procúrale la amistad
de Dios; es el mejor servicio que le puedes hacer.
II. Una vida santa es una poderosa
exhortación a la virtud: ella puede convertir a los más grandes pecadores. El
ejemplo de tantas almas santas que sirven a Dios fielmente convierte hoy más
pecadores que los discursos de los predicadores. La caridad, la dulzura, la
humildad, el desprecio de las riquezas y de los placeres, son los medios más
apropiados para convertir un pecador y hacer nacer en él el deseo de imitar
estas virtudes. Así fue como los Apóstoles, no obstante su ignorancia,
mediante su ejemplo, convirtieron al cristianismo a más personas, que los
filósofos a adeptos para sus sectas mediante el brillo de sus doctrinas. La palabra de los sabios ha hecho
menos discípulos que los ejemplos de los cristianos. (Tertuliano).
III. Los sufrimientos son todavía más
elocuentes para persuadir a un pecador para que abrace la virtud, que las
palabras y los buenos ejemplos. Debemos a la paciencia de los mártires la
conversión de una infinidad de paganos. Los tiempos de paz tienen su género
de martirio: sufre las injusticias, los insultos de tus enemigos, sin
murmurar, es el medio para convertirlos. No hay, para instruir al pueblo,
elocuencia comparable a la de los mártires. (San León).
El celo por la salvación de las almas
Orad por los que os gobiernan.
ORACIÓN
Escuchadnos, oh Dios Salvador nuestro,
y que la fiesta de la bienaventurada Clotilde, regocijando nuestra alma,
desarrolle en ella los sentimientos de una tierna devoción. Por J. C. N. S.
Amén.
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LUNES DE LA NOVENA SEMANA DEL TIEMPO ORDINARIO
PRIMERA LECTURA
Nos ha dado los bienes prometidos, con los cuales podéis participar del mismo ser de Dios
Comienzo de la segunda carta del Apóstol San Pedro 1, 1-7
Simón Pedro, siervo y apóstol de Jesucristo, a los que por la justicia de nuestro Dios y Salvador Jesucristo les ha cabido en suerte una fe tan preciosa como a nosotros.
Crezca vuestra gracia y paz por el conocimiento de Dios y de Jesús nuestro Señor.
Su divino poder nos ha concedido todo lo que conduce a la vida y a la piedad, dándonos a conocer al que nos ha llamado con su propia gloria y potencia.
Con eso nos ha dado los bienes prometidos, con los cuales podéis escapar de la corrupción que reina en el mundo por la ambición, y participar del mismo ser de Dios.
En vista de eso, poned todo empeño en añadir a vuestra fe la honradez, a la honradez el criterio, al criterio el dominio propio, al dominio propio la constancia, a la constancia la piedad, a la piedad el cariño fraterno, al cariño fraterno el amor.
Nos ha dado los bienes prometidos, con los cuales podéis participar del mismo ser de Dios
Comienzo de la segunda carta del Apóstol San Pedro 1, 1-7
Simón Pedro, siervo y apóstol de Jesucristo, a los que por la justicia de nuestro Dios y Salvador Jesucristo les ha cabido en suerte una fe tan preciosa como a nosotros.
Crezca vuestra gracia y paz por el conocimiento de Dios y de Jesús nuestro Señor.
Su divino poder nos ha concedido todo lo que conduce a la vida y a la piedad, dándonos a conocer al que nos ha llamado con su propia gloria y potencia.
Con eso nos ha dado los bienes prometidos, con los cuales podéis escapar de la corrupción que reina en el mundo por la ambición, y participar del mismo ser de Dios.
En vista de eso, poned todo empeño en añadir a vuestra fe la honradez, a la honradez el criterio, al criterio el dominio propio, al dominio propio la constancia, a la constancia la piedad, a la piedad el cariño fraterno, al cariño fraterno el amor.
Palabra de Dios
Salmo responsorial Sal 90, 1-2. 14-15ab. 15c-16.
V/. Dios mío, confío en ti.
R/. Dios mío, confío en ti.
V/. Tú que habitas al amparo del Altísimo, que vives a la sombra del Omnipotente, di al Señor: Refugio mío, alcázar mío, Dios mío, confío en ti. R/.
V/. Se puso junto a mí: lo libraré; lo protegeré porque conoce mi nombre, me invocará y lo escucharé.
Con él estaré en la tribulación. R/.
V/. Lo defenderé, lo glorificaré; lo saciaré de largos días, y le haré ver mi salvación. R/.
V/. Dios mío, confío en ti.
R/. Dios mío, confío en ti.
V/. Tú que habitas al amparo del Altísimo, que vives a la sombra del Omnipotente, di al Señor: Refugio mío, alcázar mío, Dios mío, confío en ti. R/.
V/. Se puso junto a mí: lo libraré; lo protegeré porque conoce mi nombre, me invocará y lo escucharé.
Con él estaré en la tribulación. R/.
V/. Lo defenderé, lo glorificaré; lo saciaré de largos días, y le haré ver mi salvación. R/.
EVANGELIO
Agarraron al hijo querido, lo mataron y lo arrojaron fuera de la viña
+Lectura del santo Evangelio según San Marcos 12, 1-12
En aquel tiempo, Jesús se puso a hablar en parábolas a los sumos sacerdotes, a los letrados y a los senadores: Un hombre plantó una viña, la rodeó con una cerca, cavó un lagar, construyó la casa del guarda, la arrendó a unos labradores y se marchó de viaje.
A su tiempo envió un criado a los labradores, para percibir su tanto del fruto de la viña.
Ellos lo agarraron, lo apalearon y lo despidieron con las manos vacías.
Les envió otro criado: a éste lo insultaron y lo descalabraron.
Envió a otro y lo mataron; y a otros muchos, los apalearon o los mataron.
Le quedaba uno, su hijo querido.
Y lo envió el último, pensando que a su hijo lo respetarían.
Pero los labradores se dijeron: Este es el heredero.
Venga, lo matamos, y será nuestra la herencia.
Y agarrándolo, lo mataron y lo arrojaron fuera de la viña.
¿Qué hará el dueño de la viña? Acabará con los labradores y arrendará la viña a otros.
¿No habéis leído aquel texto: «La piedra que desecharon los arquitectos es ahora la piedra angular. Es el Señor quien lo ha hecho, ha sido un milagro patente» ?
Intentaron echarle mano, porque veían que la parábola iba por ellos; pero temieron a la gente, y se marcharon.
Palabra del Señor.
Agarraron al hijo querido, lo mataron y lo arrojaron fuera de la viña
+Lectura del santo Evangelio según San Marcos 12, 1-12
En aquel tiempo, Jesús se puso a hablar en parábolas a los sumos sacerdotes, a los letrados y a los senadores: Un hombre plantó una viña, la rodeó con una cerca, cavó un lagar, construyó la casa del guarda, la arrendó a unos labradores y se marchó de viaje.
A su tiempo envió un criado a los labradores, para percibir su tanto del fruto de la viña.
Ellos lo agarraron, lo apalearon y lo despidieron con las manos vacías.
Les envió otro criado: a éste lo insultaron y lo descalabraron.
Envió a otro y lo mataron; y a otros muchos, los apalearon o los mataron.
Le quedaba uno, su hijo querido.
Y lo envió el último, pensando que a su hijo lo respetarían.
Pero los labradores se dijeron: Este es el heredero.
Venga, lo matamos, y será nuestra la herencia.
Y agarrándolo, lo mataron y lo arrojaron fuera de la viña.
¿Qué hará el dueño de la viña? Acabará con los labradores y arrendará la viña a otros.
¿No habéis leído aquel texto: «La piedra que desecharon los arquitectos es ahora la piedra angular. Es el Señor quien lo ha hecho, ha sido un milagro patente» ?
Intentaron echarle mano, porque veían que la parábola iba por ellos; pero temieron a la gente, y se marcharon.
Palabra del Señor.
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