martes, 5 de noviembre de 2013

SANTA BERTILA, Abadesa

5 de noviembre
SANTA BERTILA,*
Abadesa
   La ejemplarísima abadesa santa Bertila, fue francesa de nacimiento, e hija de padres muy nobles e ilustres, en el territorio de Soissons. Desde su niñez fue muy inclinada a toda piedad, y deseosa de toda virtud. Era en extremo retirada, modesta y sincera en su trato; huía de todo vano  entretenimiento, y de cualquier estorbo que la pudiese distraer de sus santos intentos de servir a Dios nuestro Señor, y de gozar de su dulce trato en la oración. Entrando en más años, anhelaba mayor perfección, y aunque en la casa de sus padres podía gozar de todos los bienes y gustos del mundo, lo hallaba todo tan sin jugo y sustancia, que generosamente se dio a buscar un solo y perfecto bien, en que hallase una satisfacción y paz cabal. Fue grande el cuidado que nuestro Señor tuvo de su sierva, y su divina y dulcísima disposición la guiaba por las seguras sendas de una vida santísima. Entendiendo, pues, sus padres, que estaba tocada de Dios, la llevaron al monasterio de Jouarre, que estaba a cuatro leguas de Meaux, en donde la abadesa santa Telchildes y todas sus monjas la recibieron con singulares muestras de gozo. Allí consagró a Dios todos sus adornos, despojóse de todos los vestidos de seda, de los anillos y joyas preciosas, se cortó las trenzas de sus hermosos cabellos, y trocó los atavíos mundanos por el hábito pobre de sierva de Jesucristo. Encendióse con una emulación santa y generosa en imitar a sus religiosas hermanas. No había acción virtuosa, que no tratase de copiar en sí misma, libando y convirtiendo en sí, como cuidadosa abeja, lo más precioso y escogido de cada flor. Servía a sus hermanas enfermas con dulcísima caridad en los oficios más humildes, enseñaba toda virtud a las niñas nobles que se educaban en el monasterio. Recibiendo a las personas que la visitaban, derramaba un perfume de santidad que parecía del cielo. Tenía el cargo de priora, cuando la esposa de Clodoveo reedificó la abadía de Chelles, y fue nombrada, con aprobación común, primera abadesa de aquel monasterio. Fueron muchas las señoras y doncellas ilustres que, por su ejemplo y conversación, se movieron a dejar las cosas del mundo y abrazarse con la pobreza y humildad de Jesucristo; y entre otras princesas extranjeras, tomó el hábito de su mano, Hereswita, reina de los ingleses orientales, y más tarde también Batilde, viuda de Clodoveo II. Finalmente, habiendo gobernado santísimamente aquel monasterio por espacio de cuarenta y seis años, y llegado a una ancianidad venerable por los méritos y los días, entre tiernas lágrimas de todas sus hijas, y abrazada a una imagen de su Redentor crucificado, entregó su espíritu en las manos de Dios. 
 
REFLEXIÓN
   Toda mortificación y austeridad se hace leve cuando se ama a Dios, se desea contemplar la claridad y hermosura de su divino rostro. Así lo vemos en toda la vida de santa Bertila. Sí: cuando hay amor de Dios, los ayunos no se cumplen ya con repugnancia: los trabajos de cada día ya no tienen nada de penosos: la separación de los amigos y parientes no inspira ya tristeza: y un alma dispuesta, llena de desprecio por todas las cosas presentes, animada de un solo deseo que la arrebata sobre todo, merece la muerte de amor, la muerte del justo.
ORACIÓN
   Óyenos, oh Dios Salvador nuestro, para que así como nos alegramos en la fiesta de tu bienaventurada virgen Bertila, así aprendamos de ella el afecto de su piadosa devoción. Por J. C. N. S. Amén.

* Tomado de "FLOS SANTORUM de la Familia Cristiana, del P. Francisco De Paula Morell, S. J., Editorial Difusión, S. A., 1943. 

MARTES DE LA TRIGÉSIMA PRIMERA SEMANA

PRIMERA LECTURA
Cada miembro está al servicio de los otros miembros

Lectura de la carta del Apóstol San Pablo a los Romanos 12, 5-16a

Hermanos: Nosotros, siendo muchos, somos un solo cuerpo en Cristo, pero cada miembro está al servicio de los otros miembros.
Los dones que poseemos son diferentes, según la gracia que se nos ha dado, y se han de ejercer así: si es la predicación, teniendo en cuenta a los creyentes; si es el servicio, dedicándose a servir; el que enseña, aplicándose a enseñar; el que exhorta, a exhortar; el que se encarga de la distribución, hágalo con sencillez; el que preside, con empeño; el que reparte la limosna, con agrado.
Que vuestra caridad no sea una farsa; aborreced lo malo y apegaos a lo bueno.
Como buenos hermanos, sed cariñosos unos con otros, estimando a los demás más que a uno mismo.
En la actividad, no seáis descuidados; en el espíritu, manteneos ardientes.
Servid constantemente al Señor.
Que la esperanza os tenga alegres: estad firmes en la tribulación, sed asiduos en la oración.
Contribuid en las necesidades del Pueblo de Dios; practicad la hospitalidad.
Bendecid a los que os persiguen; bendecid, sí, no maldigáis.
Con los que ríen, estad alegres; con los que lloran, llorad.
Tened igualdad de trato unos con otros: no tengáis grandes pretensiones, sino poneos al nivel de la gente humilde.

Salmo responsorial Sal 130, 1. 2. 3.
V/. Guarda mi alma en la paz junto a ti, Señor.
R/. Guarda mi alma en la paz junto a ti, Señor.
V/. Señor, mi corazón no es ambicioso.
ni mis ojos altaneros; no pretendo grandezas que superan mi capacidad. R/.
V/. Sino que acallo y modero mis deseos, como un niño en brazos de su madre.
Espere Israel en el Señor, ahora y por siempre. R/.


EVANGELIO
Sal por los caminos y senderos, e insísteles hasta que entren y se me llene la casa

+ Lectura del santo Evangelio según San Lucas 14, 15-24

En aquel tiempo, uno de los comensales dijo a Jesús: ¡Dichoso el que coma en el banquete del reino de Dios! Jesús le contestó: Un hombre daba un gran banquete y convidó a mucha gente; a la hora del banquete mandó un criado a avisar a los convidados: Venid, que ya está preparado.
Pero ellos se excusaron uno tras otro.
El primero le dijo: He comprado un campo y tengo que ir a verlo. Dispénsame, por favor.
Otro dijo: He comprado cinco yuntas de bueyes y voy a probarlas. Dispénsame, por favor.
Otro dijo: Me acabo de casar y, naturalmente, no puedo ir.
El criado volvió a contárselo al amo.
Entonces el dueño de casa, indignado, le dijo al criado: Sal corriendo a las plazas y calles de la ciudad y tráete a los pobres, a los lisiados, a los ciegos y a los cojos.
El criado dijo: Señor, se ha hecho lo que mandaste y todavía queda sitio.
Entonces el amo dijo: Sal por los caminos y senderos, e insísteles hasta que entren y se me llene la casa. Y os digo que ninguno de aquellos convidados probará mi banquete.
Palabra del Señor.