4 de octubre
Confesor
Llevo en mi cuerpo los estigmas del Señor
Jesús.
(Gálatas, 6, 17).
(Gálatas, 6, 17).
Retirado del mundo a los 25 años, después
de una juventud disipada pero caritativa, San Francisco está enteramente
crucificado para el mundo. Su profunda humildad lo impulsa a rehusar el
presbiterado, y desde entonces su vida es un prodigio de virtudes y milagros.
Los doce primeros "penitentes de Asís" ya son legión antes de su
muerte, con el nombre de Hermanos Menores, y tuvo el consuelo de ver a la Orden
de Santa Clara, su santa amiga, extenderse cuando todavía vivía. El Serafín de Asís murió el 3 de octubre de 1226, a la
edad de 44 años.
I. El amor divino consumió todos los
lazos que ataban a San Francisco en la tierra, y le hizo abandonar la casa
paterna, las riquezas y los placeres. Toda su vida vivió él en este
desasimiento; por esto debes tú comenzar a darte a Dios. Es imposible que ames
a Dios y al mundo. ¡Ah! los placeres y los honores de la tierra no merecen
ocupar tu corazón; déjalos antes que ellos te dejen a ti.
II. Ese mismo amor que separó a San Francisco
de los bienes de la tierra, lo unió estrechamente a su Dios y le hizo encontrar
en esta unión una inalterable felicidad. De este modo solía decir: "¡Dios
mío y mi todo! en Ti es donde encuentro todo lo que necesito". ¡Alma mía,
tratemos de gustar el placer que existe en estar unido a Él; en vano hemos
buscado descansar en las creaturas, vayamos a Dios, pero hagámoslo dándonos a
Él sin reserva, sin demora, y para siempre!
III. El amor, por último, transformó a
San Francisco, en Jesucristo mismo, por decirlo así, cuando un serafín imprimió
en su cuerpo las sagradas llagas del Salvador. No recibió esta gracia sino
después de haberse hecho, por una mortificación continua, viva imagen de Jesús
crucificado. Como este gran santo, lleva tú constantemente en tus miembros la
mortificación de Jesucristo. Mira al Salvador clavado en la cruz: he ahí el
verdadero modelo de predestinados. Para llegar a ser semejante a Él, es preciso
que la mortificación imprima en tu cuerpo sus adorables estigmas. Llevan en sí las llagas de Cristo
quienes mortifican y afligen el cuerpo. (San Jerónimo).
La mortificación -
Orad por la Orden de San Francisco.
Orad por la Orden de San Francisco.
ORACIÓN
Oh Dios, que, por los méritos de San
Francisco dais sin cesar nuevos hijos a vuestra Iglesia, concedednos la gracia
de despreciar, siguiendo su ejemplo, los bienes terrenales y poner nuestra
dicha en la posesión de los dones celestiales. Por J. C. N. S. Amén.
* Santoral de Juan Esteban Grosez, S.J. Tomo II, (Ed. ICTION, Buenos Aires, 1982)