Entrad por la puerta angosta, porque la
puerta ancha
y el camino espacioso son los que conducen a la perdición,
y son muchos los que entran por él.
(Mateo, 7,13).
y son muchos los que entran por él.
(Mateo, 7,13).
Fabián era un laico cuando fue elegido para
suceder al Papa Antero, en el año 236. Una paloma bajó del cielo, se posó en
su cabeza y lo señaló, con lo que fue elegido por el clero y el pueblo. San
Cipriano le da el título de hombre incomparable, y dice que la gloria de su
muerte ha correspondido plenamente a la pureza de su vida.
Sebastián, condenado por Diocleciano a ser
atravesado con flechas, fue dejado por muerto en el lugar del suplicio.
Recobrada la salud, se presentó al emperador y le reprochó abiertamente su
impiedad. El tirano, exasperado por tanta audacia, lo condenó a ser apaleado
hasta hacerlo expirar bajo los golpes. Una piadosa mujer, de nombre Lucina,
recogió sus venerables restos y los colocó en las catacumbas, en el lugar donde
hoy se levanta la basílica que lleva su nombre.
MEDITACIÓN
SOBRE EL PEQUEÑO NÚMERO
DE LOS ELEGIDOS
SOBRE EL PEQUEÑO NÚMERO
DE LOS ELEGIDOS
I. El número de los elegidos es muy
pequeño. ¡Hay tantos herejes y cismáticos que voluntariamente se pierden,
tantos infieles e idólatras que todavía están privados de la luz del Evangelio!
¿Si Dios te hubiera hecho nacer en medio de esos pueblos, cuál hubiera sido tu
suerte? ¡Cuán obligado os estoy, Dios mío, de que me hayáis hecho nacer de
padres católicos! Mas si no aprovecho las luces de la fe seré mucho más severamente
castigado que esos pueblos.
II. ¡Hay tantos malos cristianos, tantos
impíos, tantos libertinos que jamás verán a Dios en el cielo! ¿No eres uno de
ellos? ¡Cuán desgraciado serías siendo camarada de ellos en sus desórdenes,
porque también habrías de ser su camarada en sus suplicios! Ruega a Dios mueva
sus corazones; trabaja en su conversión con tus palabras y con tu ejemplo.
Humíllate, porque tú también caerías en las mismas faltas, si Dios te
abandonase a tu propia flaqueza.
III. No eres del número de esos
libertinos y de esos impíos, pero eres un cristiano vulgar, sigues el camino
ancho, espacioso. ¡Ten cuidado! Es preciso seguir al pequeño número y caminar
por el camino estrecho. No sigas ni la costumbre, ni el ejemplo del mundo, sino
la razón, el Evangelio y el ejemplo de los santos. El mundo está tan corrompido
que sus leyes
concuerdan con el pecado; sus seguidores se persuaden de que el crimen es
lícito, porque ha venido a ser común. (San Cipriano).
La imitación de los santos
Orad por los infieles.
Orad por los infieles.
ORACIÓN
Oh Dios omnipotente, mirad nuestra
flaqueza, mirad cómo el peso de nuestras obras nos agobia, y fortifícanos por
la gloriosa intercesión de vuestros bienaventurados mártires Fabián y
Sebastián. Por N. S. J. C. Amén.