27 de marzo
SAN JUAN,
Ermitaño
SAN JUAN,
Ermitaño
Si alguien habla, que sea como si hablase Dios.
(1 Pedro, 4, 11).
(1 Pedro, 4, 11).
San Juan guardó silencio casi continuo durante los 50 años que pasó
sobre la roca que había elegido para su retiro. Sanaba a los enfermos
dándoles aceite bendito, a fin de que se atribuyese el milagro a Dios
por medio de este aceite más bien que a Dios por medio de sus oraciones.
Decía que cuanto más se alejaba de los hombres, más gustaba del placer
de estar con Dios. Predijo al emperador Teodosio las victorias que
habría de obtener. ¿Es para
asombrarse que conociese lo por venir? Dios manifiesta sus secretos a
aquellos que larga y familiarmente
conversan con Él.
MEDITACIÓN
SOBRE LAS PALABRAS
SOBRE LAS PALABRAS
I. Un cristiano jamás
debe pronunciar una
mala palabra; debe evitar con el mayor esmero las palabras
deshonestas, las conversaciones demasiado
libres, las blasfemias y las detracciones. Nada más fácil que
pecar con palabras; difícil es, a menudo imposible, curar las heridas
que se infieren con
la lengua y reparar el perjuicio que se causa al prójimo
con ella, ¿Te gustaría que se hablase de ti como hablas tú de los demás?
II. Evita aun las chanzas y
las palabras inútiles. Si te habitúas a las burlas, muy pronto se
deslizarán en tus conversaciones las palabras de doble sentido y las
contrarias a la caridad; y, no pocas veces,
preferirás herir la caridad o la modestia antes que callar una
agudeza. Rendirás cuenta, en el día del juicio, hasta de la menor
palabra inútil que hayas dicho. Concededme, Señor, la gracia de gobernar
mi lengua; guardad mis labios, (Salmo).
III. Para evitar todos estos defectos no has de hablar a menudo ni mucho, Si hablas mucho
llegarás a ofender a Dios o al prójimo. Sabio te manifestarás si te callas; hombre de poco juicio si
hablas mucho, Muy frecuentemente te arrepentirás de haber hablado, nunca de haber guardado silencio.
Habla cuando tengas que decir algo bueno preferible al silencio; mas, cuando sea mejor callar que hablar, cállate (San Gregorio).
El silencio
Orad por los religiosos.
Orad por los religiosos.
Oh Dios, que todos los años nos proporcionáis
nuevo motivo de gozo con la fiesta del bienaventurado Juan, vuestro confesor,
haced, por vuestra bondad, que honrando la nueva vida que ha recibido en el
cielo, imitemos la que vivió en la tierra. Por J. C N. S. Amén.