31 de octubre
SAN QUINTÍN,*
Mártir
SAN QUINTÍN,*
Mártir
Vosotros afectáis ser justos ante los
  hombres,
pero Dios conoce vuestros corazones;
porque lo que es grande ante el mundo
es abominación ante Dios.
(Lucas, 16, 15).
pero Dios conoce vuestros corazones;
porque lo que es grande ante el mundo
es abominación ante Dios.
(Lucas, 16, 15).
   San
  Quintín, hijo del senador Zenón de Roma, fue aprehendido por el prefecto
  Rictio Varo mientras predicaba el Evangelio en Picardía. Después de haber
  sido azotado, fue cargado de cadenas y echado en una prisión; mas, un ángel
  lo sanó de sus heridas, lo libró de sus cadenas y le abrió las puertas de
  la cárcel. Predicó en medio de la calle y convirtió a seiscientas
  personas. El tirano lo hizo atormentar de diversas maneras y, viéndolo
  invencible lo hizo decapitar, en el año 287, después de cuatro años de
  maravilloso apostolado.
    I. La mayor parte de
 los hombres se esfuerzan más por parecer cristianos y virtuosos que por serlo
 en realidad. Se salvan las apariencias, se quiere contentar a los hombres, pero
 uno no se toma mucho trabajo por contentar a Dios y la propia conciencia. Se
 ordena el exterior y el alma está en desorden. ¡Desventurados! Dios nos ve
 tales cuales somos y no tales cuales queremos aparecer. Dios es quien nos juzgará
 y no los hombres; no podemos engañarlo, nos engañamos a  nosotros
 mismos.
    II. ¿Qué pretendes con esa devoción de
 apariencia? ¿De qué te servirá la estima de los hombres, si Dios te
 desprecia? Gratuitamente te condenas, tienes toda la pena que los santos
 encontraron en el servicio de Dios, no tienes sus consuelos en esta vida y no
 tendrás su recompensa en la otra. ¿Qué haréis, vosotros hipócritas, el día
 del juicio, cuando Dios dé a conocer vuestros crímenes a todos los hombres y
 a todos los ángeles?
    III. A nadie juzgues por las apariencias, el rostro
 engaña a menudo. Tal parece orgulloso y es muy humilde. A Dios sólo pertenece
 el penetrar los secretos del corazón humano; interpreta las acciones de los
 demás como desearías que se interpretaran las tuyas. Examina tus propios
 defectos y mira si no eres del número de aquellos de que habla San Cipriano,
 que condenan en lo exterior aquello que hacen en lo interior, acusadores en
 público y pecadores en secreto.
La
  huida de la hipocresía
Orad por la conversión de los hipócritas.
Orad por la conversión de los hipócritas.
ORACIÓN
   Haced, os lo suplicamos, Dios omnipotente,
que la intercesión del bienaventurado Quintín, vuestro mártir, cuyo
nacimiento al cielo celebramos, nos fortifique en el amor de vuestro santo
Nombre. Por J. C. N. S. Amén.
 *Santoral
    de Juan Esteban Grosez, S.J. Tomo II, (Ed. ICTION,
    Buenos Aires, 1982)
        
