Sufro por Jesucristo hasta estar en
cadenas como un criminal,
pero la palabra de Dios no está encadenada.(2 Timoteo, 2, 9).
pero la palabra de Dios no está encadenada.(2 Timoteo, 2, 9).
Este Papa fue poderoso en obras
y en palabras. Con tanto celo trabajó en el restablecimiento de la
disciplina eclesiástica, en la propagación de la fe, en la extirpación de
los errores y abusos, que puede decirse que ningún Papa, desde los tiempos
apostólicos, soportó más penurias y tribulaciones por el bien de la
Iglesia, y combatió más valientemente por su libertad. Como muro de acero
opúsose a las sacrílegas pretensiones del emperador Enrique IV. Sitió éste
a Roma y forzó al Santo Pontífice a refugiarse en Montecasino primero y,
después, en Salerno, donde sucumbió al exceso de sus fatigas, el 25 de
mayo de 1085. Antes de expirar, pronunció las palabras del Salmista: "He
amado la justicia y he odiado la iniquidad"; y agregó: "por ello muero en
el exilio".
I. Nuestro cuerpo es la prisión
de nuestra alma; las cadenas, de que está cargada en esta prisión, le
impiden elevarse hasta Dios. El Rey David y el Apóstol de los gentiles
dolíanse de esta cautividad. Y tú, oh hombre, amas esta prisión y temes la
libertad. ¡Ah! si conocieses la dicha que se gusta en el cielo en la
libertad de los hijos de Dios, pedirías al Señor que rompa tus cadenas.
¡Habitantes del cielo, cuán felices sois por haber dejado esta prisión
para ir a habitar un palacio de luz!
II. Nuestras cadenas son
nuestras pasiones, nuestra concupiscencia, nuestros deseos y nuestros
odios; ello es lo que nos ata a la tierra y nos impide elevarnos hasta
Dios. ¡Señor, romped mis cadenas, desasidme de las creaturas, y entonces
comenzaré ya desde esta vida el sacrificio de alabanza que debo continuar
durante la eternidad! El primer grado de la libertad, es no ser esclavo de
las pasiones. (San Agustín).
III. Estamos, todos, condenados
a muerte y sólo por ésta saldremos de nuestra prisión terrenal; es una
sentencia que se ejecuta en seguida en algunos y después en otros. Tu
cuerpo se consume, tus ojos se debilitan, tus cabellos encanecen... ¿Qué
significa eso, si no que tu prisión se desmorona, que pronto tu alma
encontrará salida para obtener la libertad? Tiembla, pues, pecador, porque
saldrás de esta cautividad para entrar en el infierno. Regocijaos, almas
justas; saldréis de la prisión para ascender a un trono. Que lo
queramos o no, avanzamos cada día, cada instante, hacia nuestro destino
(San Gregorio).
La constancia en las tribulaciones
Orad por los que son perseguidos.
Orad por los que son perseguidos.
ORACIÓN
Oh Dios, fortaleza de
los que en Vos esperan, que habéis revestido al bienaventurado Gregorio,
vuestro Pontífice, de constancia inquebrantable para la defensa de la
libertad de la Iglesia, concedednos, por su ejemplo e intercesión, la
gracia de superar valientemente los obstáculos que se oponen a nuestra
salvación. Por J. C. N. S. Amén.