22 de septiembre
SAN MAURICIO Y COMPAÑEROS, Mártires
(Fines del Siglo III)
SAN MAURICIO Y COMPAÑEROS, Mártires
(Fines del Siglo III)
En un primer plano hacia la
derecha nos salen al encuentro los oficiales de la legión Tebea. Destacándose
su figura en el fino gesto de su mano con un dedo en alto, San Mauricio, el
caudillo de la tropa "rebelde". En conversación con él, hablando con
las manos ya que no pueden hacerlo con las palabras, los otros oficiales que
sostuvieran la resistencia: Exuperio, Cándido y Víctor. Un niño,
siempre los pajecillos en sus lienzos, sostiene un yelmo, porque todas las
figuras aparecen destocadas. Y a la derecha del protagonista, un grupo de
cabezas que en este caso hablan con los ojos, atentos al diálogo de sus jefes.
Todo es aquí contenido, sereno,
helénico, salvo en las nerviosas piernas desnudas de estos soldados que parecen
arder. Porque la llama es más bien interior, y el agitarse de los espíritus
está expresado con música de fondo, en ese flamear de la amplia bandera carmesí,
en las lanzas erectas y en el cielo atormentado que los cobija.
Con más intencionalidad en la
escena de la izquierda, disimuladamente descrita en todo su horror de carnicería.
Allí está el tormento como esquivado en su representación somera; pero allí
está a la vez la clave para entender el coloquio de las cuatro figuras
principales y adivinar su heroísmo y santidad.
Aunque la santidad nos la explica
mejor la escena de arriba. Porque Dominico Theotocópuli gusta de establecer
zonas contrapuestas, la terrenal, en que recoge el hecho y anécdota, y la
sobrenatural, donde un coro de ángeles músicos y una pareja de ángeles con
palmas y coronas, aparte de hacer del lienzo un maravilloso poema cromático,
nos dicen que aquellos mílites no son héroes de Homero, sino mártires
cristianos.