25 de agosto
SAN LUIS,
Rey de Francia
Dad al César lo que es del César,
y a Dios lo que es de Dios.
(Mateo, 22,
21).
San Luis,
rey de Francia, fue dotado de todas las cualidades que hacen a los reyes
grandes y a los santos ilustres. Nacido para gobernar a los hombres, fue un
héroe en la paz y en la guerra. En toda su vida, según testimonio de su
confesor, no cometió ni un solo pecado mortal. De ordinario llevaba un cilicio,
y cuando se lo sacaba, daba cuarenta escudos de limosna. El viernes de cada
semana ayunaba, se disciplinaba con cadenillas de hierro y servía a los pobres
con sus propias manos. Dos veces salió de su reino a fin de conquistar Tierra
Santa, y en esas expediciones mostró tanta piedad como coraje. Murió en 1270,
en África, a la edad de 55 años.
MEDITACIÓN
SOBRE SAN LUIS,
EL REY CRISTIANÍSIMO
I. San Luis fue verdaderamente rey, pues
supo mandar a sus pasiones, sujetar su cuerpo a la razón, y su razón a Dios.
Ayunar, llevar cilicio, vivir en medio de la corte una vida tan santa como la
de un cenobita, ¿no es acaso ser dueño de sí mismo? Mira a este santo, mira si
lo imitas, si tus pasiones están tan sometidas como las de él a la razón. ¿Qué
hay más real que un alma sometida a Dios y dueña de su cuerpo? (San León).
II. San Luis fue el padre de su pueblo. A
todo el mundo amaba, hasta a sus enemigos; no podía tolerar a los detractores;
él mismo juzgaba en los procesos de los pobres, nada tomaba más a pecho que el
trabajar en la salvación de sus súbditos. Agradece a Dios, si te ha dado
superiores semejantes a este santo rey. Si tú mismo eres superior, acuérdate
que debes ser el padre de tus inferiores. ¿Cómo ejerces la caridad con tu
prójimo?
III. Es preciso ser servidor de Dios para
ser buen rey. La piedad de San Luis, la honra que tributaba a las santas
reliquias, el celo que lo inflamaba por la conversión de los bárbaros, la
generosidad cristiana y heroica que puso de manifiesto combatiendo contra los
enemigos de Jesucristo, muestran que olvidaba su título de rey para no
acordarse sino del de servidor de Dios. Príncipes de la tierra, si no servís a
Dios, ¿qué provecho obtendréis en la otra vida de haber aquí empuñado el cetro?
La muerte os arrebatará todas vuestras dignidades: la sola gloria que sobrevive
a la tumba es la de haber servido bien al Señor. Servir a Dios es reinar.
La piedad
Orad por los jefes de estado.
ORACIÓN
Oh Dios, que hicisteis pasar al rey San
Luis de un reino temporal a la gloria del reino eterno, haced, os lo
suplicamos, que, por sus méritos y su intercesión, participemos un día con él
de la gloría del Rey de reyes, vuestro Hijo Jesucristo, que vive y reina con
Vos en unidad con el Espíritu Santo, por todos los siglos de los siglos. Amén.