martes, 16 de abril de 2024

SANTA MARÍA BERNARDA SOUBIROUS, Virgen

16 de abril
SANTA Mª BERNARDA SOUBIROUS
Virgen

   Bernadette Soubirous, era una enfermiza niña de 14 años, natural de Lourdes,  una pequeña ciudad al pie de los Pirineos. Su padre, Francisco Soubirous, molinero de profesión, estaba en la ruina, y la familia había tenido que ir a vivir a un antiguo calabozo abandonado, una pequeña pieza de 16 metros cuadrados.
Bernardita, como era cariñosamente llamada, era una niña piadosa que asistía a misa los domingos, pero no podía comulgar porque aún no había hecho la primera comunión. A sus catorce años la enfermedad y el trabajo le habían impedido ir a la escuela, por lo que no sabía leer ni escribir. En noviembre de 1857, los Soubirous habían permitido a Bernardita ir a Bartrès, un pueblecito cerca de Lourdes, a servir como criada en la casa de su antigua nodriza, María Lagüs. Sin embargo, el deseo de Bernardita de hacer la primera comunión hizo que regresara a Lourdes pocas semanas antes de comenzar las apariciones.
 
Las Apariciones.
   El jueves 11 de febrero de 1858, Bernardita había ido con su hermana y una amiga a la Gruta de Massabielle, al borde del río Gave, para recoger algo de leña. Cuando se estaba descalzando para meterse al agua y cruzar al torrente, oyó un ruido como de una ráfaga de viento, y levantando la cabeza hacia la gruta, vio a una Señora vestida de blanco, que llevaba un velo también de color blanco, una faja azul en la cintura y una rosa amarilla en cada pie. Bernardita hizo la señal de la cruz y rezó el rosario con la Señora. Al terminar de rezar, la Señora desapareció.
   El domingo 14 de febrero Bernardita se sintió interiormente movida a volver a la Gruta, a pesar de la prohibición de sus padres. Pero su madre le dio permiso para volver, debido a sus insistentes ruegos. Cuando había rezado la primera decena del rosario, la Señora apareció nuevamente, y Bernardita roció el sitio con agua bendita como se le había sugerido. La Señora sonrió inclinando la cabeza. Al terminar el rosario, la Señora desapareció.

SAN BENITO JOSÉ LABRE Peregrino

San Benito Jose Labre, 16 de abril
16 de abril
SAN BENITO JOSÉ LABRE(*)
Peregrino


Si alguno de vosotros se tiene por sabio según
el mundo, hágase necio (a los ojos del mundo)
a fin de ser sabio (a los ojos de Dios)
.
(1 Corintios, 3, 18).


   Benito pasó la mayor parte de su vida haciendo peregrinaciones. Iba casi siempre con los pies descalzos tanto en invierno como en verano, vestido con harapos, y sin provisiones para el día siguiente. Vivía de limosnas, pero no mendigaba, nunca conservaba sino lo estrictamente necesario, y partía con los pobres lo que se le daba por caridad. Pasó sus últimos años en Roma, orando días enteros en las iglesias; por la noche retirábase a unas ruinas para descansar algunas horas. Cayó desvanecido en las escalinatas de Nuestra Señora de los Montes y fue transportado a una casa vecina donde pronto se durmió en el sueño de los justos, el 16 de abril de 1783, a la edad de 35 años.  

SANTA ENGRACIA Y DIECIOCHO COMPAÑEROS, Mártires

16 de abril
SANTA ENGRACIA
Y DIECIOCHO COMPAÑEROS,*

Mártires



   La gloriosa virgen y fortísima mártir de Cristo santa Engracia, era hija de un gran caballero y señor muy principal de Portugal, y habiendo concertado casarla con un duque del Rosellón, capitán de aquélla frontera de Francia, la enviaba para celebrar las bodas muy bien acompañada de diez y ocho caballeros, parientes y familiares suyos, cuyos nombres eran Lupercio, Optato, Suceso, Marcial, Urbano, Julio, Quintiliano, Publio, Frónton, Félix, Ceciliano, Evencitcio, Primitivo, Apodemio, Maturio, Casiano, Fausto y Jenaro: y estos cuatro últimos tenían por sobrenombre Saturninos. Hallábase esta ilustre comitiva en Zaragoza, cuando Daciano como tigre fiero y cruel se relamía en la sangre de los cristianos de aquella ciudad principalísima y les afligía con los más horribles tormentos. Entonces armada de Dios, la virgen santa Engracia, se presentó con sus diez y ocho compañeros cristianos, ante el tribunal del inicuo juez, y le reprendió severamente por haberse despojado de la razón de hombre y vestídose de la crueldad de fiera, vertiendo tanta sangre de hombres inocentes, que no tenían otra culpa sino adorar al sólo Dios verdadero. Quedó Daciano pasmado, y pensativo sobre lo que había de hacer con aquélla nobilísima y hermosísima doncella que así le hablaba; pero al fin pudo en él más su cruel naturaleza que la humanidad, ni otro algún buen respeto; y mandó prender y azotar rigurosamente a la santa virgen y a aquellos diez y ocho caballeros; y para escarmiento de los demás cristianos de Zaragoza hizo arrastrar a Engracia atada a la cola de un caballo por toda la ciudad. Despedazáronle después sus virginales carnes con uñas de hierro, dislocáronle los miembros, cortáronle el pecho izquierdo, y cuando todo su santo cuerpo estuvo hecho una llaga, la cubrieron con una larga vestidura, y la dejaron así para que con los dolores de sus heridas se prolongase su martirio y se dilatase la muerte. Y como ella perseverase en la confesión de Jesucristo, Daciano, irritado por aquélla invencible constancia, mandó que le hincasen un clavo en la frente. Todavía se muestra en la cabeza de la santa el agujero de aquel clavo, en cuyo tormento la fidelísima esposa del Señor acabó de recibir la corona del martirio. Finalmente a los diez y ocho caballeros mandó el procónsul degollar fuera de la ciudad, y en el mismo día recibieron con santa Engracia la palma de gloriosos mártires de Jesucristo. Consérvanse con gran veneración las preciosas reliquias de la santa en la cripta del templo de su nombre, magníficamente restaurado en nuestros días en la capital de Aragón. En un depósito del mismo sepulcro están las de san Lupercio, y en otro sepulcro de mármol las de los otros santos compañeros cuyos huesos son de color de rosa y despiden fragante olor. 
  
REFLEXIÓN
   Pues ¿quién no ve en el martirio de la gloriosa virgen Engracia y de los otros mártires, la omnipotencia y fortaleza de Dios, la desventura del hombre y la vana astucia y crueldad de Satanás? El cual inflamó a Daciano para que atormentase con exquisitas penas a una tierna doncella, y procurase extinguir el culto del verdadero Dios; mas el demonio quedó burlado, Daciano confuso, la virgen triunfando, Dios glorificado, propagada su santa religión, y la ciudad de Zaragoza ilustrada con los trofeos de tantos y tan gloriosos mártires con los cuales están ennoblecida y amparada de los encuentros de sus enemigos.   
 

ORACIÓN
   Vuelve, Señor, tus ojos benignos sobre la familia de tus fieles siervos, y concede, que amparada por la intercesión de la bienaventurada Engracia y sus compañeros mártires, sea defendida de toda culpa.  Por J. C. N. S.


Sacado de: "FLOS SANCTORUM DE LA FAMILIA CRISTIANA", Las vidas de los Santos y principales festividades del año, ilustradas con otros tantos grabados y acompañadas de piadosas reflexiones y de las Oraciones litúrgicas de la Iglesia) del P. Francisco de Paula Morell, S. J. Ed. Difusión, Bs. As., 1943. 

SAN TORIBIO DE LIÉBANA

16 de abril
SAN TORIBIO DE LIÉBANA,*

   El bienaventurado y celosísimo santo Toribio de Liébana, obispo de Astorga, fue natural de la provincia de Galicia, y a lo que se puede entender, hijo de una de las familias principales de la ciudad de Astorga. Habiendo aprendido y aprovechado mucho en las letras humanas, distribuyó su patrimonio a los pobres y navegó a Jerusalén, donde el obispo de aquélla iglesia hizo tal estimación de su santidad, que le confió el riquísimo tesoro de las cosas sagradas y reliquias de la pasión de nuestro Señor Jesucristo, de las cuales trajo después muchas a España. Volviendo de los Santos Lugares a su patria, curó milagrosamente a una hija del rey de los Suevos, y a otros muchos enfermos, y con las crecidas limosnas que le dieron, edificó un templo al Salvador, y puso en él las reliquias que había traído. A esa sazón, murió el Obispo de Astorga; y todos pusieron los ojos en santo Toribio, el cual aunque mucho se resistió, hubo de rendirse a la voluntad divina. Entonces fue cuando le acusó de un crimen de adul terio, un ambicioso diácono de Astorga, que pretendía aquélla cátedra, y el san to obispo, inspirado de Dios, se justificó plenamente. Porque habiendo ido a su catedral, un día de grande concurso dijo al pueblo la necesidad que tenía de volver por su honra y con muchas lágrimas pidió al Señor que deshiciese aquélla calumnia. Luego mandó traer al altar un brasero, y tomando en sus sagradas manos las ascuas encendidas, las envolvió en el sobrepelliz que traía puesto, y en tonando el samo de David, que comienza: «Levántese Dios, y sean disipados sus enemigos», rodeó toda la iglesia llevando las ascuas en el roquete; y todo el pueblo vio por sus ojos como ni el roquete ni las manos del Santo padecieron ninguna lesión de fuego, pues no quedó de él ni la más leve señal. Asombráronse todos de semejante maravilla, y el calumniador confesó a voces su pecado, y cayó muerto en la iglesia. Pero la obra más excelente que hizo santo Toribio, fue el acabar con la herejía de los Priscilianos en España, para lo cual se armó de una carta en que refutaba victoriosamente aquellos errores, y .la envió a algunos obispos españoles. Y con las Letras Apostólicas del Papa, que era san León el Magno, y la autoridad de un concilio nacional que se juntó en Toledo, y otro provincial que se celebró en Galica, cortó la cabeza de aquélla herejía que inficionaba muchos pueblos de España. Finalmente después de haber cumplido santo Toribio las obligaciones de un buen pastor, y defendido su rebaño de los lobos infernales, des cansó en paz. En el siglo VIII, por causa de la invasión de los moros fueron trasladadas sus reliquias, y las que trajo de Jesucristo, al monasterio de san Martín de Liébana que se llamó después san Toribio de Liébana. 

REFLEXIÓN 
   Entre las otras cosas que santo Toribio dice en aquélla epístola que escribió a los obispos para extirpar los errores de Prisciliano, encarece mucho el daño de los libros apócrifos, los cuales los herejes publicaban por divinos, y les exhortaba mucho a desterrarlos y condenarlos como cosa tan perjudicial y dañosa; y cierto que entre los cuidados que deben tener todos los gobernantes, y más los eclesiásticos, a quienes más toca, de be ser muy principal el procurar que haya abundancia de libros católicos, doctos, graves y provechosos, y que se destierren y no se lean los herejes, falsos y reprobados, ni los torpes, livianos e inútiles.  
 

ORACIÓN
   Rogámoste, Señor, que oigas las oraciones que te hacemos en la solemnidad de tu bienaventurado confesor y pontífice santo Toribio, y que por los méritos e intercesión de aquel que tan dignamente, te sirvió, nos absuelvas de todos nuestros pecados. Por J. C. N. S.


 Sacado de: "FLOS SANCTORUM DE LA FAMILIA CRISTIANA", Las vidas de los Santos y principales festividades del año, ilustradas con otros tantos grabados y acompañadas de piadosas reflexiones y de las Oraciones litúrgicas de la Iglesia) del P. Francisco de Paula Morell, S. J. Ed. Difusión, Bs. As., 1943.

MARTES DE LA TERCERA SEMANA DE PASCUA


PRIMERA LECTURA
Señor Jesús, recibe mi espíritu
Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles 7, 51-8, 1a
En aquellos días, Esteban decía al pueblo, a los ancianos y a los escribas:
—«¡Duros de cerviz, incircuncisos de corazón y de oídos! Siempre resistís al Espíritu Santo, lo mismo que vuestros padres. ¿Hubo un profeta que vuestros padres no persiguieran? Ellos mataron a los que anunciaban la venida del Justo, y
ahora vosotros lo habéis traicionado y asesinado; recibisteis la Ley por mediación de ángeles, y no la habéis observado.»
Oyendo estas palabras, se recomían por dentro y rechinaban los dientes de rabia. Esteban, lleno de Espíritu Santo, fijó la mirada en el cielo, vio la gloria de Dios, y a Jesús de pie a la derecha de Dios, y dijo:
—«Veo el cielo abierto y al Hijo del hombre de pie a la derecha de Dios.»
Dando un grito estentóreo, se taparon los oídos; y, como un solo hombre, se abalanzaron sobre él, lo empujaron fuera de la ciudad y se pusieron a apedrearlo. Los testigos, dejando sus capas a los pies de un joven llamado Saulo, se pusieron también a apedrear a Esteban, que repetía esta invocación:
—«Señor Jesús, recibe mi espíritu.»
Luego, cayendo de rodillas, lanzó un grito:
—«Señor, no les tengas en cuenta este pecado.»
Y, con estas palabras, expiró.
Saulo aprobaba la ejecución.
Palabra de Dios.

Salmo responsorial
Sal 30, 3cd-4. 6ab y 7b y 8a. 17 y 21ab (R/.: 6a)
R/. A tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu.
O bien:
Aleluya.

Sé la roca de mi refugio,
un baluarte donde me salve,
tú que eres mi roca y mi baluarte;
por tu nombre dirígeme y guíame. R/.

A tus manos encomiendo mi espíritu:
tú, el Dios leal, me librarás;
yo confío en el Señor.
Tu misericordia sea mi gozo y mi alegría. R/.

Haz brillar tu rostro sobre tu siervo,
sálvame por tu misericordia.
En el asilo de tu presencia los escondes
de las conjuras humanas. R/.


Aleluya Jn 6, 35ab
Yo soy el pan de la vida
—dice el Señor—;
el que viene a mi no pasará hambre.

EVANGELIO
No fue Moisés, sino que es mi Padre el que da el verdadero pan del cielo
 +Lectura del santo evangelio según san Juan 6, 30-35
En aquel tiempo, dijo la gente a Jesús: —«¿Y qué signo vemos que haces tú, para que creamos en ti? ¿Cuál es tu obra? Nuestros padres comieron el maná en el desierto, como está escrito: “Les dio a comer pan del cielo."»
Jesús les replicó:
—«Os aseguro que no fue Moisés quien os dio pan del cielo, sino que es mi Padre el que os da el verdadero pan del cielo. Porque el pan de Dios es el que baja del cielo y da vida al mundo.»
Entonces le dijeron:
—«Señor, danos siempre de este pan.»
Jesús les contestó:
—«Yo soy el pan de la vida. El que viene a mí no pasará hambre, y el que cree en mí nunca pasará sed.»
Palabra del Señor.