16 de abril
SANTA ENGRACIA
Y DIECIOCHO COMPAÑEROS,*
Mártires
La gloriosa virgen y fortísima mártir de Cristo santa
Engracia, era hija de un gran caballero y señor muy principal de
Portugal, y habiendo concertado casarla
con un duque del Rosellón, capitán de aquélla frontera de Francia, la
enviaba para
celebrar las bodas muy bien acompañada de diez y ocho caballeros,
parientes y
familiares suyos, cuyos nombres eran Lupercio, Optato, Suceso, Marcial,
Urbano, Julio, Quintiliano, Publio, Frónton, Félix, Ceciliano,
Evencitcio,
Primitivo, Apodemio, Maturio, Casiano, Fausto y Jenaro: y estos cuatro
últimos
tenían por sobrenombre Saturninos. Hallábase esta ilustre comitiva en
Zaragoza, cuando Daciano como tigre fiero y cruel se relamía en la
sangre de los cristianos de aquella ciudad principalísima
y les afligía con los más horribles tormentos. Entonces armada
de Dios, la virgen santa Engracia, se presentó con sus diez y ocho
compañeros cristianos, ante el tribunal del inicuo juez, y le reprendió
severamente
por haberse despojado de la razón de hombre y vestídose de la crueldad
de
fiera, vertiendo tanta sangre de hombres inocentes, que no tenían otra
culpa sino adorar al sólo Dios verdadero. Quedó Daciano pasmado, y
pensativo
sobre lo que había de hacer con aquélla nobilísima y hermosísima
doncella que así le hablaba; pero al fin pudo en él más su cruel
naturaleza
que la humanidad, ni otro algún buen respeto; y mandó prender y azotar
rigurosamente a la santa virgen y a aquellos diez y ocho caballeros; y
para escarmiento
de los demás cristianos de Zaragoza hizo arrastrar a Engracia atada a la
cola
de un caballo por toda la ciudad. Despedazáronle después sus virginales
carnes con uñas de hierro,
dislocáronle los miembros, cortáronle el pecho izquierdo, y cuando todo
su santo cuerpo estuvo hecho una llaga, la cubrieron con una larga
vestidura, y
la dejaron así para que con los dolores de sus heridas se prolongase su
martirio y se dilatase la muerte. Y como ella perseverase en la
confesión de
Jesucristo, Daciano, irritado por aquélla invencible constancia, mandó
que le
hincasen un clavo en la frente. Todavía se muestra en la cabeza de la
santa el
agujero de aquel clavo, en cuyo tormento la fidelísima esposa del Señor
acabó de recibir la corona
del martirio. Finalmente a los diez y ocho caballeros mandó el procónsul
degollar fuera de la ciudad, y en el mismo día recibieron con santa
Engracia la
palma de gloriosos mártires de Jesucristo. Consérvanse con gran
veneración
las preciosas reliquias de la santa en la cripta del templo de su
nombre, magníficamente
restaurado en nuestros días en la capital de Aragón. En un depósito del
mismo sepulcro están las de san Lupercio, y en otro sepulcro de mármol
las
de los otros santos compañeros cuyos huesos son de color de rosa y
despiden
fragante olor.
REFLEXIÓN
Pues ¿quién no ve en el martirio de la
gloriosa virgen Engracia y de los otros mártires, la omnipotencia y fortaleza de Dios,
la desventura del hombre y la vana astucia y crueldad de Satanás?
El cual inflamó a Daciano para que atormentase con exquisitas penas a una tierna doncella, y procurase
extinguir el culto del verdadero Dios; mas el
demonio quedó burlado, Daciano confuso, la virgen triunfando, Dios
glorificado, propagada su santa religión, y la ciudad de Zaragoza ilustrada
con los trofeos de tantos y tan gloriosos mártires con los cuales están
ennoblecida y amparada de los encuentros de sus enemigos.
ORACIÓN
Vuelve, Señor, tus ojos benignos sobre la familia de tus fieles siervos,
y concede, que amparada por la intercesión de la bienaventurada Engracia
y sus compañeros mártires, sea defendida de toda culpa.
Por J. C. N. S.
Sacado
de: "FLOS SANCTORUM DE LA FAMILIA
CRISTIANA", Las
vidas de los Santos y principales festividades del año, ilustradas con
otros tantos grabados y acompañadas de piadosas reflexiones y de las
Oraciones litúrgicas de la Iglesia) del P. Francisco de Paula Morell,
S. J. Ed. Difusión, Bs. As., 1943.