no sea que habiendo predicado a los otros,
venga yo a ser reprobado.
(1 Cor., 9, 27).
venga yo a ser reprobado.
(1 Cor., 9, 27).
San Vicente Ferrer, religioso de la orden
de Santo Domingo, convirtió por sus predicaciones a un gran número de judíos y
de infieles, y movió a vida cristiana a una multitud de cristianos relajados.
De ordinario predicaba sobre la penitencia, sobre la Pasión de Jesucristo, el
infierno y el juicio. Hacíalo con tanta fuerza y unción, que él mismo lloraba,
y sus oyentes, deshechos en lágrimas, no pocas veces hasta en público
confesaban sus pecados. Fustigaba sin miedo las malas costumbres. Se dice que
el santo regalaba un frasquito con agua bendita a las señoras con problemas con
sus maridos y recomendaba: “Cuando su esposo empiece a insultarle, tome el agua
y no se la pase mientras el otro no deje de ofenderla.” Práctico y eficaz
consejo. Murió en el año 1419. Adoptemos desde hoy la costumbre de rociar la
cama por la noche con agua bendita, que, según Santa Teresa de Ávila, es la
manera más eficaz de alejar los demonios.