domingo, 7 de julio de 2024

SAN FERMÍN, Obispo y Mártir



7 de julio
    SAN FERMÍN, 
   
Obispo
 y Mártir


Ya es hora de despertarnos.
(Romanos, 13, 11).

   San Fermín se asoció a los trabajos de San Honesto de Nimes, apóstol de Navarra. Una vez consagrado obispo, predicó el Evangelio en Albi, en Agen, después en Auvernia, en Anjou, en Beauvais, y por último en Amiens, donde estableció su sede. Mucho hubo de sufrir por la fe y, después de crueles torturas, fue decapitado, alrededor del año 287 aproximadamente, por orden del prefecto Rictio Varo. Uno de los sucesores de San Fermín, llamado el Confesor, hizo edificar una iglesia sobre su tumba en San Acheul.

MEDITACIÓN
LA VIDA DEL
 HOMBRE
ES UN SUEÑO

   I. Nuestro sueño no es a menudo sino una ilusión continua y si es imagen de la muerte, no lo es menos de nuestra vida. Durmiendo tememos lo que no hay que temer de modo alguno. Nos parece ver espectros, ladrones, naufragios, que carecen de realidad. Eso es lo que hacemos durante nuestra vida: tememos la pobreza, la deshonra, la enfermedad, los sufrimientos. ¡Pobre durmíente! despierta, e iluminado por las luces de la gracia y de la fe verás que el pecado es lo único que hay que temer. Todo lo que pasa nada es. (San Gregorio).

   II. Durante el sueño no tememos lo que hay que temer. Si un enemigo viene a degollarnos, no experimentamos ningún espanto, porque no lo vemos. Así le sucede al pecador: no teme ni a Dios, ni a la muerte, ni al pecado, ni al infierno, porque no los ve. Tranquilo respecto a lo por venir, no teme sino el mal que ve y que siente, no piensa sino en lo presente, lo por venir no le inspira ninguna inquietud.

   III. Los pecadores no se despiertan, en su mayoría, sino en la hora de su muerte; ven entonces que sus temores fueron infundados y sus placeres llenos de ilusiones; pero es demasiado tarde para abrir los ojos. Salgamos, pues, desde ahora de nuestro sopor; trabajemos a fin de que no se nos puedan aplicar aquellas palabras del rey profeta: Los dichosos del siglo han dormido su sueño y no han encontrado nada en sus manos.

El pensamiento de la muerte
Orad por los agonizantes.

ORACIÓN
    Dios omnipotente mirad nuestra debilidad; ved cómo el peso de nuestros pecados nos abruma y fortificadnos por la gloriosa intercesión de San Fermín, vuestro mártir y pontífice. Por J. C. N. S. Amén.

SAN ALIRO, Obispo y Confesor



7 de julio
SAN ALIRO,* 
Obispo y Confesor
Predicamos la sabiduría a los perfectos,
no la sabiduría de este mundo ni de los príncipes
 
 de este mundo que pasan, sino que predicamos
la sabiduría de Dios.
 
(1 Cor. 2, 6-7).

   San Aliro, obispo de Clermont, en Auvernia, echó al demonio que se había posesionado de la hija del emperador Máximo. Éste, en agradecimiento, le envió una ingente suma de dinero; pero el santo la rehusó, por temor de ser poseído por un demonio más peligroso que aquél al que había echado y obtuvo en su lugar un privilegio para su ciudad episcopal. Curó a gran número de enfermos y resucitó a varios muertos. La muerte no le impidió hacer bien a los que lo invocaban. Y no es para sorprenderse, puesto que los santos tienen en el cielo, para los hombres, el mismo amor que tenían en la tierra, con la diferencia de que allí su poder es más grande.

MEDITACIÓN SOBRE TRES CLASES 
DE COSAS QUE DEBEMOS PREVER

   I. La prudencia, que es como el ojo de nuestra alma, debe hacernos prever tres cosas. Las adversidades, primeramente, porque ellas abaten menos cuando han sido previstas. Es menester prepararse a recibir de manos de Dios todo lo que pueda sucedernos de más desagradable en el estado en que nos hayamos alistado. Si la adversidad que esperamos nos acaece, estaremos dispuestos a recibirla sin turbación, sin emoción y con mérito; si la desgracia nos perdona, Dios tendrá en cuenta nuestra buena voluntad.

   II. A menudo caemos en pecado, porque no prevemos las ocasiones, en las que estaremos expuestos a ofender a Dios. Al comenzar el día y tus principales acciones, piensa en los peligros en los que correrás riesgo de perderte, y ponte en guardia contra esos peligros, mediante el pensamiento de la presencia de Dios y de la cuenta que habrás de dar a tu Juez sobre la acción de que se trate.

   III. En fin, prevé el bien que puedas hacer en cada una de tus acciones, como el mercader prevé todas las ocasiones de enriquecerse. Habrías llegado ya a alto grado de perfección, si hubieses sabido aprovechar todas las ocasiones de santificarte. ¡Cuántas veces al día podrías renunciar a tu propia voluntad, privarte de algún placer, ejercer la caridad para con tu prójimo, elevar tu corazón a Dios, ofrecerle tus acciones! He aquí aquello sobre lo cual debieras ejercer tu prudencia, en lugar de considerar cómo podrás amontonar bienes que habrás de abandonar a la muerte. Nos descuidamos a nosotros mismos y ponemos todo nuestro afán en lo que no nos puede seguir a la otra vida. (San Juan Crisóstomo).

La huida del pecado
Orad por la conversión
de los pecadores.

ORACIÓN

   Haced, os lo rogamos, Dios omnipotente, que la augusta solemnidad del bienaventurado Aliro, vuestro confesor y pontífice, aumente en nosotros el espíritu de devoción y el deseo de la salvación. Por J. C. N. S. Amén.
  


  • * Santoral de Juan Esteban Grosez, S.J. Tomo III, (Ed. ICTION, Buenos Aires, 1982)1