LOS VIDENTES
FRANCISCO
Nació en Aljustrel, Fátima, el 11 de junio de
1908. Fue bautizado el 20 del mismo mes.
Enfermó de neumonía en diciembre de 1918.
Y falleció en Aljustrel a las 22 horas del 4 de abril de 1919.
Fue enterrado en el cementerio de Fátima
y después trasladado a la basílica, el 13 de marzo de 1952.
Su gran preocupación era la de "consolar
a Nuestro Señor". El espíritu de amor y reparación para con Dios
ofendido fueron notables en su vida tan corta. Pasaba horas "pensando
en Dios". Fue un contemplativo.
JACINTA
Nació en Aljustrel el 11 de marzo de 1910
y fue bautizada el 19 de ese mismo mes.
Víctima de una neumonía, enfermó en diciembre de 1918.
Estuvo internada en el hospital de Vila Nova de Ourém, y luego en Lisboa, en el
hospital de doña Estefanía, donde murió a las 22:30 del 20 de febrero de 1920.
El cuerpo fue llevado al cementerio de
Vila Nova de Ourém; el 12 de septiembre de 1935 fue trasladado al cementerio de
Fátima y el 1º de mayo de 1951, finalmente a la basílica del Santuario.
Su vida se caracterizó por el espíritu de
sacrificio, el amor al Corazón de María, al Santo Padre y a los pecadores.
Llevada por la preocupación por la
salvación de los pecadores y el desagravio al Inmaculado Corazón de María, de
todo ofrecía un sacrificio a Dios, como le recomendara el Ángel, diciendo
siempre la oración que Nuestra Señora les había enseñado: "Oh Jesús, es
por vuestro amor, por la conversión de los pecadores ( y añadía por el Santo
Padre) y como reparación por los pecados cometidos contra el Inmaculado Corazón
de María".
"A los treinta días del mes de marzo
de mil novecientos siete, bauticé a un individuo de sexo femenino, a quien di
el nombre de Lucía, nacida en Aljustrel... a las siete de la tarde del
veintidos de marzo corriente...".Así reza el acta de bautismo. Sus padres
eran Antonio dos Santos y María Rosa, residentes en Aljustrel, lugarejo
perteneciente a la Parroquia de Fátima.
Siendo la última de siete hermanos, cinco
mujeres y un varón, tuvo una infancia de mimos y privilegios, en la cual no le
faltaron disgustos y desgracias familiares, bien superadas por aquélla mujer
ejemplar que era su madre. A los seis años hace su Primera Comunión.
Inmediatamente, porque así lo exigían las necesidades de la casa, comienza su
vida de pastora.
En las Apariciones de la Santísima
Virgen, Lucía ocupa un lugar primordial, ya que es la única que habla con Ella
y la que recibe un mensaje especial para ser comunicado en el futuro. Con sus
primos, vive y sufre a causa de las Apariciones, pero es la única que habría de
quedar en este mundo para cumplir su misión.
Pasadas las Apariciones, la situación de
Lucía, era naturalmente la de una "vidente", con todos los riesgos
que ello comporta. Había que hacer algo con ella. Y una de las primeras
preocupaciones del recién nombrado primer obispo de la diócesis restaurada de
Leiria, fue atender a su educación, y retraerla de los peligros que podría
sufrir. El 17 de junio de 1921, por la mañana, entra como educanda en el
Colegio que las Hermanas de Santa Dorotea tienen todavía en el Vilar, hoy ya
unido a Oporto. Recojamos un retrato fisonómico de la época, que responde a
fotografías conocidas perfectamente: "Cabeza alta y ancha. Ojos castaños,
grandes y vivos. Cejas poco densas. Nariz chata, boca ancha, labios gruesos. Barbilla
redonda. Cara algo más que lo natural. Cabellos rubios y finos. De estatura,
baja, pero alta para su edad (entonces: 13 años y seis meses). Facciones
bastas, pero rostro simpático. Aire de gravedad y de inocencia. Viva,
inteligente, pero modesta y sin pretensiones. Manos gruesas, de trabajo,
de tamaño regular.
La jovencita entra en el Colegio de
Oporto con catorce años y tres meses. Allí recibe una educación moral y
religiosa excelente. La educación cultural es más deficiente, puesto que apenas
pasa de la instrucción primaria. Y, desde luego, la preparación de labores
femeninas es muy buena. Pero la pequeña Lucía, con su gran talento, memoria y
su tesón y seriedad de conducta, habría de sacar de todo ello una formación que
podríamos llamar suficientemente completa.
Ya antes de entrar en el Colegio, había
tenido algunos vagos deseos de consagrarse a Dios en la Vida Religiosa. Pero,
en el Colegio, la intensa vida de piedad que se cultivaba, la hizo reflexionar.
La primera idea fue para las carmelitas... pero el ejemplo y el agradecimiento
hacia sus formadoras, la decidió a escoger el Instituto de Santa Dorotea. En
ese tiempo (1921 - 1925), las Doroteas portuguesas tenían el noviciado en Tuy.
Allí

se dirigió la ya joven Lucía (18 años), el día 24 de
octubre de 1925; aunque, para cumplir algunos meses de postulantado, marchara
inmediatamente a la Casa que las Doroteas tenían en Pontevedra, en la Travesía
de Isabel II. Allí estuvo desde el día 25 de octubre de 1925 hasta el 20 de
julio de 1926, en el que se llega al Noviciado de Tuy para completar su
postulantado. Comienza su noviciado con la vestición del hábito, el día 2 de
octubre de 1926. Allí pasa los dos años del novicado, para profesar el 3 de
octubre de 1928. Continúa en la misma casa, aunque ya con las profesas, hasta
su profesión perpetua, el día 3 de octubre de 1934. Pocos días después, marcha
destinada a la casa

de Pontevedra, en donde permanece, hasta que de nuevo,
en mayo de 1937, vuelve a Tuy. De aquí no habría ya de salir, hasta que, a
fines de mayo de 1946, se le ordena volver a Portugal. Después de estar unos
días visitando y reconociendo los lugares de las Apariciones, en la Cova de
Iria y en Aljustrel, es destinada a la casa de Sardao, en Vila Nova de Gaia,
cerca de Oporto.
Finalmente, renovando antiguos deseos de retiro y
soledad, alcanza del Papa Pío XII, la gracia de la transferencia a las
Carmelitas. Allí entra el 25 de marzo de 1948. Actualmente, allí continúa su
vida de oración y penitencia.
FOTOGRAFÍA TOMADA EN LAS BODAS DE ORO DE SU PROFESIÓN
COMO CARMELITA
- (*) "Introducción a las Memorias de la Hermana
Lucía", Dr Joaquín María Alonso, cmf.