1 de abril
SAN HUGO de GRENOBLE,
Obispo y Confesor
¡Ay de vosotros los que ahora
reís! porque
os lamentaréis y lloraréis.(Lucas, 6, 25).
os lamentaréis y lloraréis.(Lucas, 6, 25).
Los júbilos eternos son la
recompensa del llanto que San Hugo vertía oyendo las confesiones de sus
penitentes. Fue obispo de Grenoble durante 52 años, y cumplió sus deberes
con celo cada vez mayor. Por espacio de treinta años soportó con paciencia
una dolorosa enfermedad; durante cuarenta años resistió al demonio que le
sugería blasfemias contra Dios. Tuvo la dicha de recibir en su diócesis a
San Bruno y a sus compañeros, y de visitarlos con frecuencia en el yermo
de la Cartuja. Murió el 1º de abril de 1132, próximo a los 80 años de
edad.
I. Pon los ojos en las miserias
de esta vida: mira cuántos pobres, cuántos enfermos, cuántas personas
afligidas; a la vista de tantos sufrimientos, te conmoverás y exclamarás:
¿Qué hice yo, oh Dios amabilísimo, para ser preservado de estas
aflicciones? Agradece a Dios esta merced; humíllate viendo que no puedes o
que no quieres soportar nada, mientras tantas otras personas sufren tan
crueles dolores.
II. Mira a los que el mundo
llama dichosos, a los que, reuniendo en sí los bienes de la
naturaleza y de la fortuna, parece estuvieran a cubierto de toda
miseria común al resto de los mortales. Cuando hayas considerado a estos
favoritos del mundo, pregúntate a ti mismo: ¿Cuánto durará esta aparente
felicidad? ¿Cuántas penas, deseos, remordimientos de conciencia,
aprensiones terribles, acompañan a estas riquezas y a estos placeres? ¡Ah!
¡cuántas miserias y tristezas se esconden bajo el oro y la púrpura!
Brillan por afuera, por adentro no son sino
miseria.(Séneca).
III. Cuando te tiente el
espíritu de orgullo, mira la tierra, y di en ti mismo: ¿De qué te
enorgulleces tú, que pronto estarás encerrado en una tumba y serás pisado
por los transeúntes? Si estás afligido, mira el cielo, anímate y di: ¡Ah!
esta vida no durará siempre, iré al cielo, donde Dios enjugará mis
lágrimas y calmará mis penas. Busquemos, amemos ardientemente los
bienes que permanecen para los que los hallaron, que no pueden ser
arrebatados a los que los adquirieron. (San Gregorio).
Orad por los que se hallan en pecado mortal.
Oh Dios omnipotente, haced
que la augusta solemnidad del bienaventurado Hugo, vuestro confesor y
pontífice, aumente en nosotros el espíritu de devoción y el deseo de la
salvación. Por J. C. N. S. Amén.
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