22 de marzo
SANTA LEA
Virgen
Virgen
Los que se rigen por
el Espíritu de Dios, ésos
son hijos de Dios.
(Rom. 8, 14).
son hijos de Dios.
(Rom. 8, 14).
San Jerónimo nos ha dejado un hermoso
elogio de Santa Lea en una carta a Santa Marcela. Lea, que había tenido muchos
esclavos, abandonó el mundo y se hizo sierva de todos. Dirigió un monasterio de
vírgenes, a las cuales enseñó en la virtud por sus ejemplos, mejor todavía que
por sus palabras.
MEDITACIÓN
SOBRE LOS HIJOS
ADOPTIVOS DE DIOS
SOBRE LOS HIJOS
ADOPTIVOS DE DIOS
I. Jesucristo es el Hijo de Dios por
naturaleza; todos los cristianos son sus hijos por adopción y gracia. Tienen a
Dios por padre, a Jesucristo por hermano, al cielo por herencia. Alma mía,
elevémonos a Dios, y despreciemos todo lo que no es Dios. He nacido para
grandes cosas, puesto que soy hijo de Dios; no debo, pues, rebajarme hasta amar
los bienes del mundo. Puedo poseer a Dios y reinar en el cielo: ¿no es
bastante, acaso, para satisfacer mis ambiciones y colmar la totalidad de mis
deseos? Hijos y herederos del Padre celestial, no os dejéis seducir por las
riquezas de este mundo, ni por el brillo mentiroso de sus grandezas. En lo que a mi se refiere, he
aprendido a pisotear la tierra y no a adorarla. (San Clemente de Alejandría).
II. Para mantener dignamente este
carácter de hijo de Dios, impreso en mi alma por el santo bautismo, es menester
que todas mis acciones estén animadas del espíritu de Dios. Dios no trabaja
sino por su gloria; mis acciones no deben tener otra finalidad que la gloria de
mi Padre celestial. Descaezco, si tengo en vista un fin menos elevado.
Examinemos nuestras acciones: ¿por quién trabajamos? Si es por los hombres,
perdemos nuestro tiempo. El mundo, de ordinario, es demasiado ingrato para que
nos recompense dignamente de nuestros afanes, ¿acaso es agradecido?, y aunque
lo fuere no puede hacerlo. (Santo Tomás Moro).
III. Si estás animado del espíritu de
Dios, trabajarás con celo por su gloria, sin temer el menosprecio de los
hombres, sin buscar su estima. Te bastará tener por testigo de tus acciones a
Dios que debe recompensarte. En todo tiempo y lugar serás fiel al Señor, porque
Él te ve siempre en cualquier parte que estés. Sea cual fuere el resultado de
tus empresas, ello no te turbará; te será suficiente que Dios conozca tu buena
intención. ¿Cuál es el espíritu que te anima? ¿El del mundo, es decir, el deseo
de riquezas? ¿El del demonio, es decir, el orgullo? ¿El espíritu de la carne,
es decir, el amor de placeres y de comodidades de la vida? Todo esto es
incompatible con el espíritu de Dios.
La obediencia a los superiores
Orad por los parientes fallecidos.
Orad por los parientes fallecidos.
ORACIÓN
Escuchadnos, oh Dios que amáis
nuestra salvación, y haced que regocijándonos con la fiesta de la
bienaventurada Lea, seamos también instruidos por los sentimientos de una
tierna devoción. Por J. C. N. S. Amén