Jesús crecía en sabiduría,
en edad y en gracia delante
de Dios y de los hombres.
(Lucas, 2,
52).
San Majelo, habiendo terminado sus
estudios en Lyon, fue nombrado, a pesar de su resistencia, arcediano de
Macón. Con posterioridad fue propuesto para ocupar el arzobispado de
Besanzón, pero rehusó esta dignidad y se retiró al monasterio de Cluny, donde
sucedió a San Aimardo en calidad de abad. Llamado a París para el arreglo de
algunos asuntos en el monasterio de San Dionisio, cayó enfermo en el camino y
murió en Souvigny, en el año 994. Su admirable virtud le granjeó el amor de
Dios y el de los hombres.
MEDITACIÓN
SE HA DE CONTENTAR A DIOS,
A LA CONCIENCIA Y A LOS HOMBRES
I. Dios quiere salvarte, pero no lo
hará sin tu cooperación. No persigas, pues, otro objetivo que el de agradarle
y cumplir su santa voluntad. Nada hagas contrario a sus mandamientos, ni a
los de su Iglesia. ¿De qué te serviría haber pasado como honesto en este
mundo, haberte conquistado el favor y la estima de todos los hombres, si eres
objeto del desprecio y del aborrecimiento de Dios?
II. Condúcete según las luces que Dios
te da, nunca obres en contra de lo que tu conciencia y tu razón te dicten; es
el primer director a quien debes obedecer. Escucha también las inspiraciones
particulares del Espíritu Santo; no las resistas nunca si quieres conservar
la paz en tu interior. Si Dios y tu conciencia dan testimonio de tu
inocencia, deja a los insensatos que digan lo que quieran. (San Gregorio).
III. No tengas una virtud excesivamente
rígida, sobre todo si tu condición te obliga a vivir en el mundo. La
afabilidad, la dulzura, la bondad, no son incompatibles con la virtud aun más
perfecta; se puede ser un santo y un hombre amable a la vez. Ten cuidado; lo
que tú llamas austeridad no es a menudo sino secreta vanidad y dureza de
corazón, contrarios al espíritu de mansedumbre que Jesucristo nos recomienda.
La pureza de intención
Orad por por el
acrecentamiento de la caridad.
ORACIÓN
Haced, Señor, os lo suplicamos, que la
intercesión de San Majelo, abad, nos haga agradables a vuestra Majestad, a
fin de que obtengamos, por sus oraciones, lo que no podemos esperar de
nuestros méritos. Por J. C. N. S. Amén.
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