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9 de marzo
SANTA FRANCISCA ROMANA,
Viuda

Jesucristo se humilló a sí mismo
haciéndose
obediente hasta la muerte, ¡Y muerte de cruz!(Filipenses, 2, 8).
obediente hasta la muerte, ¡Y muerte de cruz!(Filipenses, 2, 8).
Santa Francisca Romana veía siempre a su lado al ángel custodio. Éste se avergonzaba y se apartaba cuando ella cometía una falta, o cuando escuchaba conversaciones profanas. Jesús y María conversaban familiarmente con ella. ¿Admiras estas mercedes? Sin embargo, hay algo más admirable en la vida de Santa Francisca: su humildad y su obediencia. Por obedecer a su marido, en el acto abandonaba sus ejercicios de devoción. Es -decía- dejar a Dios por Dios". Murió en 1440.
MEDITACIÓN
SOBRE LA OBEDIENCIA
I. Cuarenta años vivió Santa Francisca con su
marido sin que hubiera entre ellos la menor disensión, porque no tenía ella otra
voluntad que la de él. ¿Quieres conservar la paz en tu familia y en tu
conciencia? Obedece a los superiores que Dios te ha dado. Ve en ellos la persona
de Jesucristo; deja tus placeres, tus pasatiempos, para hacer su voluntad en
todo lo que no sea contrario a la ley de Dios. Tu obediencia será siempre
recompensada.
II. Estás con frecuencia melancólico, nunca
está tu espíritu tranquilo; ¿sabes la causa? Es porque no obedeces, o porque lo
haces de mala gana; no sometes tu voluntad a la de aquellos que tienen derecho a
mandarte. Para adquirir esta virtud, debes renunciar a tu voluntad propia; cosa
difícil es, pero puedes lograrlo. ¡Qué feliz será tu vida, si no tienes otra
voluntad que la de tus superiores!
III. Es preciso, además, que sometas tu juicio
al del que te manda: no es cosa de los inferiores el discutir las órdenes de los
superiores, a menos que tengas razones para creer que son contrarias a la ley de
Dios. Jesús obedecía a María y a José, ¿y tú no puedes someter tu juicio al
juicio de tus superiores? Nunca estarás contento, tu obediencia carecerá de
vigor y de mérito, si no te habitúas a obedecer sin discutir lo que se te
ordena. Aquél que aprendió a obedecer bien, no discute las órdenes que
recibe. (San Gregorio)
La obediencia
Orad por la paz.
Oh Dios, que entre otros dones de tu gracia,
habéis concedido a la bienaventurada Francisca, Vuestra sierva, la merced de
conversar familiarmente con su ángel custodio, haced, benignamente, que, por el
auxilio de su intercesión, merezcamos entrar un día en la sociedad de estos
espíritus bienaventurados. Por J. C. N. S. Amén.
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