PRIMERA LECTURA
Lavaos, apartad de mi vista vuestras malas acciones
Lectura del Profeta Isaías 1, 11-17
¿Qué me
importa el número de vuestros sacrificios?
–dice el
Señor–.
Estoy harto
de holocaustos de carneros,
de grasa de
cebones;
la sangre de
toros, corderos y chivos
no me
agrada.
¿Por qué
entráis a visitarme?
¿Quién pide
algo de vuestras manos
cuando
pisáis mis atrios?
No me
traigáis más dones vacíos,
más incienso
execrable.
Novilunios,
sábados, asambleas,
no los
aguanto.
Vuestras
solemnidades y fiestas
las detesto;
se me han
vuelto una carga
que no
soporto más.
Cuando
extendéis las manos,
cierro los
ojos;
aunque
multipliquéis las plegarias,
no os
escucharé.
Vuestras
manos están llenas de sangre.
Lavaos,
purificaos,
apartad de
mi vista vuestras malas acciones:
cesad de
obrar mal,
aprended a
obrar bien;
buscad la
justicia,
defended al
oprimido;
sed abogados
del huérfano,
defensores
de la viuda.
Palabra de
Dios.
Salmo responsorial Sal 49, 8-9. 16bc-17. 21 y 23
R. Al
que sigue buen camino
le haré ver la salvación de Dios.
No te
reprocho tus sacrificios,
pues siempre
están tus holocaustos ante mí.
Pero no
aceptaré un becerro de tu casa
ni un
cabrito de tus rebaños. R.
¿Por qué
recitas mis preceptos
y tienes
siempre en la boca mi alianza,
tú que
detestas mi enseñanza
y te echas a
la espalda mis mandatos? R.
Esto haces,
¿y me voy a callar?
¿crees que
soy como tú?
Te acusaré,
te lo echaré en cara.
El que me
ofrece acción de gracias,
ése me
honra;
al que sigue
buen camino
le haré ver
la salvación de Dios. R.
EVANGELIO
No he venido a sembrar paz, sino espadas
+ Lectura del santo Evangelio según San Mateo 10, 34 - 11, 1
En
aquel tiempo, dijo Jesús a sus Apóstoles:
–No
penséis que he venido a la tierra a sembrar paz: no he venido a sembrar paz,
sino espadas. He venido a enemistar al hombre con su padre, a la hija con su
madre, a la nuera con su suegra; los enemigos de cada uno serán los de su
propia casa.
El
que quiere a su padre o a su madre más que a mí, no es digno de mí; el que
quiere a su hijo o a su hija más que a mí, no es digno de mí; y el que no coge
su cruz y me sigue, no es digno de mí. El que encuentre su vida la perderá, y
el que pierda su vida por mí, la encontrará.
El
que os recibe a vosotros, me recibe a mí, y el que me recibe, recibe al que me
ha enviado; el que recibe a un profeta porque es profeta, tendrá paga de
profeta; y el que recibe a un justo porque es justo, tendrá paga de justo. El
que dé a beber, aunque no sea más que un vaso de agua fresca, a uno de estos
pobrecillos, sólo porque es mi discípulo, no perderá su paga, os lo aseguro.
Cuando
Jesús acabó de dar instrucciones a sus doce discípulos, partió de allí para
enseñar y predicar en sus ciudades.
Palabra del
Señor.