7 de enero
SAN LUCIANO,*
Presbítero y Mártir
SAN LUCIANO,*
Presbítero y Mártir
Apartaos de mí, malditos: id al fuego
eterno, que ha
sido preparado para el diablo y sus ángeles.
(Mateo, 25, 41).
sido preparado para el diablo y sus ángeles.
(Mateo, 25, 41).
San Luciano puede ser llamado el cristiano por antonomasia, pues, a la edad de
doce años, distribuyó todos sus bienes a los pobres. Fue sacerdote en
Antioquía, profesor de exégesis bíblica y fundador de la Escuela de Antioquía,
traduce el Antiguo Testamento, su campo propio; y destaca por su virtud,
sabiduría y oratoria. Durante la
persecución de Valerio Maximiano, es martirizado en Nicodemia, el 7 de enero
del año 212, y sepultado en Helenópolis de Bitinia. Como no tuviera
altar en la prisión, el amor ingenioso que profesaba a Dios le inspiró la idea
de hacerse sostener por sus discípulos y de consagrar a Jesucristo sobre su pecho.
Fue así, el sacerdote, el altar y la víctima de Dios, por quien derramó su
sangre en el año 312.
MEDITACIÓN SOBRE
EL INFIERNO
EL INFIERNO
I. El infierno es el lugar destinado para
el castigo de los réprobos. Su mayor suplicio será no ver a Dios, lo que
constituye la felicidad de los elegidos. Conocerán las perfecciones de Dios,
desearán gozar de ellas, pero no podrán; y como Dios es la fuente de todo bien,
ellos también serán privados de toda clase de bienes. No habrá ya para ellos ni
alegría ni contento. Infeliz estado, ¿quién podría concebirte? La pérdida de un
amigo, de un pariente, de un bien que amas, te hace gemir: ¿qué no producirá
conocer el valor de Dios, y ser separado de Él para siempre?
II. Padecerán todos los tormentos,
imaginables e inimaginables: el hambre, la sed, las tinieblas, los espectros
pavorosos, el fuego... El condenado será atormentado en todas las partes de su
cuerpo, en todas las potencias de su alma. Cristiano afeminado, un dolor de
muelas te hace gritar, no podrías mantener un dedo ni siquiera un momento en el
fuego, ¿cómo soportarás esos suplicios que han merecido tus crímenes?
III. Esos tormentos durarán toda la
eternidad, sin consuelo, sin interrupción, sin esperanza. ¡Oh Dios! Cuán
amargos resultarían los placeres de esta vida, y cuán agradables sus
sufrimientos para quien comprendiese estas palabras: ¡sufrir eternamente!
Eternidad, ¿se puede pensar en ti sin temblar, sin temer a Dios, sin despreciar
al mundo ni desapegarse de él? ¡Eternidad! ¡Por un placer de un momento, una
eternidad de suplicios! Somos insensatos o paganos, si el pensamiento de la
eternidad no nos conmueve y nos convierte. ¿Quién de vosotros podrá habitar en
las llamas eternas? (Isaías).
El pensamiento del infierno
Orad por
la conversión de los malos cristianos
ORACIÓN
Haced, os lo rogamos, Dios
omnipotente, por la intercesión del bienaventurado Luciano, vuestro mártir,
cuyo natalicio al cielo celebramos, que seamos fortificados en el amor de
vuestro santo Nombre. Por N. S. J. C. Amén
- * Santoral de Juan Esteban Grosez, S.J.