Esforzaos a entrar por la puerta angosta, porque os
aseguro que muchos, os lo digo, buscarán cómo
entrar, y no podrán.
(Lucas 13, 24).
San Pacomio, soldado, siendo aún pagano, quedó de tal modo edificado por la
caridad de los cristianos, que resolvió hacerse bautizar. Después de su
bautismo, fue a someterse a la dirección de un anciano que servía a Dios en el
desierto. Un día, mientras oraba, oyó una voz que le ordenaba edificar un
monasterio, para cobijar a los que Dios le enviaría. En seguida, un ángel le
proporcionó instrucciones sobre la vida monástica. Trabajo continuo, silencio
sólo interrumpido por la oración y el canto de los salmos, tales eran los
puntos principales de la regla que compuso. A su muerte, que acaeció en el año
346, dejó en los monasterios que había fundado una población de siete mil
monjes.
EL CAMINO DEL
CIELO
ES ANGOSTO
I.
El camino de la santidad es dificultoso; la puerta del cielo, estrecha; pocas
personas pasan por ella; no sigas a la mayoría, si no quieres perderte. El
camino que conduce a esta puerta estrecha está erizado de espinas; esto aleja a
la mayoría de los cristianos. ¿No eres tú del número de los que siguen el
camino espacioso de la perdición y no tratan sino de divertirse? ¡Ten cuidado! A
los placeres de aquí abajo siguen lamentos eternos; huye, pues, de la vana
alegría de este mundo si es que temes el llanto en el otro. (San Gregorio).
II. Elige el género de vida más seguro y no el más cómodo. Buscas en tus viajes
el lugar y el modo menos peligroso, y tratándose de tu salvación, en cambio,
siempre buscas los caminos más fáciles y menos seguros. Muchas personas se
condenan amontonando riquezas, buscando honores y placeres. ¿Crees tú que
haciendo lo mismo estás más seguro?
III. La vida religiosa es la más segura y la más austera de todas, pues aparta
de las ocasiones del pecado, privando de las riquezas mediante la pobreza, de
los placeres mediante el voto de castidad, y de una libertad peligrosa mediante
la obediencia. Si ya te encuentras en este estado, regocíjate; estás en el
camino angosto del paraíso. Si no estás en él, compara tu vida con la de tantos
buenos religiosos; humíllate e imítalos en el mundo, en la medida en que lo
permita tu estado, en su pobreza, su castidad y su obediencia. Después de todo,
crees en el mismo Evangelio que estos santos religiosos, adoras el mismo Dios,
temes el mismo infierno y esperas el mismo paraíso.
El deseo de la perfección
Orad por las congregaciones
religiosas.
ORACIÓN
Haced, Señor, os lo suplicamos, que la intercesión de San Pacomio, abad, nos
torne agradables a Vuestra Majestad, a fin de que obtengamos por sus oraciones
lo que no podemos esperar de nuestros méritos. Por J. C. N. S. Amén.