29 de Junio
SANTOS PEDRO y PABLO,
Apóstoles
SANTOS PEDRO y PABLO,
Apóstoles
A ti te daré las llaves del reino de los
cielos;
todo lo que atares sobre la tierra,
será atado también en los cielos.
(Mateo, 16, 19).
todo lo que atares sobre la tierra,
será atado también en los cielos.
(Mateo, 16, 19).
San Pedro, el Príncipe de los Apóstoles, y San Pablo, el Doctor de las gentes,
cementaron con su sangre los cimientos de la Iglesia romana. San Pedro murió
crucificado. A San Pablo se lo decapitó, el año 69. Los dos tuvieron la dicha
de confirmar, con la efusión de su sangre, la doctrina que habían predicado con
tanta elocuencia y confirmado con tantos milagros. Nerón, no te imagines haber
triunfado: para siempre permanece la gloria del combate a favor de estos
ilustres mártires, y muy pronto depondrán a tus sucesores de su trono; los
césares abandonarán el Capitolio y cederán su lugar a los sucesores de San
Pedro.
I. San Pedro había sido testigo ocular de
la mayoría de los milagros de Jesucristo, y, con todo, lo negó tres veces en la
noche misma de su Pasión. ¡Cuánta es la fragilidad del hombre abandonado a su
propia miseria! Humillémonos, trabajemos en nuestra salvación con temor y
temblor. Pero no desesperemos: basta una sola mirada de Jesús para sacarnos del pecado. Lloremos, pues, a ejemplo de San Pedro, que derramaba
un torrente continuo de lágrimas al solo recuerdo de su perfidia. ¡Que tus
lágrimas sean como la sangre que brota de las heridas de tu corazón! (San Agustín).
II. San Pablo, de perseguidor de
Jesucristo, llegó a ser el Apóstol de las gentes. ¿Qué somos nosotros? ¿Qué
hemos hecho? Si nos hemos convertido como él, mantengámonos firmes en la
virtud, y muramos antes que perder la gracia de Dios. Imitemos su paciencia en
los sufrimientos, su celo por la salvación de las almas, su humildad, su amor
por Jesucristo. Escuchemos lo que él nos dice: Sed mis imitadores como yo lo soy de
Cristo.
III. Considera la honra que al
presente reciben en la tierra estos dos Apóstoles. Los reyes, los emperadores y
los papas se consideran dichosos de poder prosternarse ante las sagradas
cenizas de un pescador y de un artesano, porque la santidad los ha hecho
omnipotentes en el cielo. Ambiciosos: ¿qué son los honores del mundo,
comparados a éstos? Regocijémonos de que Dios haya honrado tanto a sus
servidores. Pero si los santos son así honrados en la tierra, ¿qué honores no
recibirán en el cielo? Humillémonos, imitemos sus ejemplos y compartiremos su
gloria.
La penitencia
Orad por el Papa.
Orad por el Papa.
ORACIÓN
Oh Dios, que habéis consagrado este día
con el martirio de vuestros Apóstoles San Pedro y San Pablo, haced que vuestra
Iglesia sea fiel en la observancia de los preceptos de los que han sido los
primeros ministros de la santa Religión que ella profesa. Por J. C. N. S. Amén