22 de
agosto
SAN FELIPE BENICIO,
Confesor
SAN FELIPE BENICIO,
Confesor
No
es aprobado el que se recomienda a si mismo,
sino aquél a quien recomienda el Señor.
(2 Corintios, 10, 18).
sino aquél a quien recomienda el Señor.
(2 Corintios, 10, 18).
San Felipe, muy joven aún, exhortó un día a su madre a que diese limosna a los servitas. Una vez que terminó sus estudios, tomó el hábito de esta Orden y recorrió Europa y una parte de Asia, obrando a su paso numerosas conversiones y estableciendo en todas partes cofradías en honor de Nuestra Señora de los Siete Dolores. A la muerte de Clemente IV, sabiendo que los cardenales pensaban elevarlo al solio de San Pedro, huyó a las montañas y allí permaneció escondido hasta la elección de Gregorio X. Murió en Siena, en el año 1285, abrazando el crucifijo que él llamaba su libro.
I. Pocas personas se conocen, porque pocos estudian su interior. Y sin embargo
el conocimiento de sí mismo es el más importante de todos los que se pueden
adquirir. Mira, pues, hoy, al pie de tu crucifijo, lo que eres en el fondo de
tu alma. ¿Qué bien has hecho? ¿Qué pecados has cometido? ¿Qué virtudes has
practicado? ¿Qué defecto domina en ti? Examina con cuidado todas estas cosas.
II. Tienes buena opinión de ti mismo porque crees fácilmente a los que elogian
tus virtudes. Una falsa apariencia puede engañar a los hombres; pero Dios, que
escruta los corazones, no puede ser engañado. Además, comparas tu vida con la
de los impíos, y te tienes por santo, porque no eres autor de crímenes monstruosos.
Examina el fondo de tu conciencia, compara tu vida con la de los santos, y te
resultará fácil la humildad. Muchas cosas se conocen y uno se ignora, se
examina a los otros y se tiene miedo de mirarse a uno mismo.
III. Ve lo que Dios aprueba o desaprueba en ti.
Esas brillantes cualidades que te atraen la atención de los hombres, tal vez te
hacen incurrir en la desgracia de Dios. ¿Trabajas únicamente por amor a Dios?
¿Cumples tus deberes de estado? ¿Juzgas tú mismo de tus acciones como juzgarías
las de otro, sin prevención y sin amor propio? Colócate frente a ti mismo
como si estuvieras frente a otro, y llora sobre ti mismo. (San Bernardo).
La
penitencia
Orad por los pecadores.
Orad por los pecadores.
ORACIÓN
Oh Dios, que habéis proporcionado un modelo
admirable de humildad en la persona del bienaventurado Felipe, vuestro
confesor, concedednos la gracia de despreciar como él los bienes de la tierra
para no aspirar sino a las cosas del cielo. Por J. C. N. S. Amén.