PRIMERA
LECTURA
Que sepan las
naciones que no hay Dios fuera de ti
Lectura del libro del Eclesiástico
36, 1-2a. 5-6. 13-19
Sálvanos,
Dios del universo,
infunde tu
terror a todas las naciones;
para que
sepan, como nosotros lo sabemos,
que no hay
Dios fuera de ti.
Renueva los
prodigios,
repite los
portentos.
Reúne a
todas las tribus de Jacob,
y dales su
heredad como antiguamente,
para que
sepan que no hay Dios fuera de ti.
Ten
compasión del pueblo que lleva tu nombre,
de Israel, a
quien nombraste tu primogénito;
ten
compasión de tu ciudad santa,
de
Jerusalén, lugar de tu reposo.
Llena a Sión
de tu majestad,
y al templo,
de tu gloria.
Da una
prueba de tus obras antiguas,
cumple las
profecías por el honor de tu nombre,
recompensa a
los que esperan en ti
y deja bien
a tus profetas,
escucha la
súplica de tus siervos,
según la
bendición de Aarón sobre tu pueblo,
y reconozcan
los confines del orbe
que tú eres
Dios eterno.
Palabra del
Señor.
Salmo responsorial Sal 78,
8. 9. 11. 13
R.
Muéstranos, Señor, la luz de tu misericordia.
No recuerdes
contra nosotros
las culpas
de nuestros padres;
que tu
compasión nos alcance pronto,
pues estamos
agotados. R.
Socórrenos,
Dios Salvador nuestro,
por el honor
de tu nombre;
líbranos y
perdónanos nuestros pecados,
a causa de
tu nombre. R.
Llegue a tu
presencia el gemido del cautivo:
con tu brazo
poderoso
salva a los
condenados a muerte. R.
Mientras,
nosotros, pueblo tuyo,
ovejas de tu
rebaño,
te damos
gracias siempre,
cantaremos
tus alabanzas
de
generación en generación. R.
EVANGELIO
Mirad,
estamos subiendo a Jerusalén, y el Hijo del Hombre va a ser entregado
+ Lectura del santo Evangelio según
San Marcos 10, 32-45
En
aquel tiempo, los discípulos iban subiendo camino de Jerusalén, y Jesús se les
adelantaba; los discípulos se extrañaban y los que seguían iban asustados.
El
tomó aparte otra vez a los Doce y se puso a decirles lo que le iba a suceder:
–Mirad,
estamos subiendo a Jerusalén, y el Hijo del Hombre va a ser entregado a los
sumos sacerdotes y a los letrados, lo condenarán a muerte y lo entregarán a los
gentiles, se burlarán de él, le escupirán, lo azotarán y lo matarán; y a los
tres días resucitará.
Se
le acercaron los hijos de Zebedeo, Santiago y Juan, y le dijeron:
–Maestro,
queremos que hagas lo que te vamos a pedir.
Les
preguntó:
–¿Qué
queréis que haga por vosotros?
Contestaron:
–Concédenos
sentarnos en tu gloria uno a tu derecha y otro a tu izquierda.
Jesús
replicó:
–No
sabéis lo que pedís, ¿sois capaces de beber el cáliz que yo he de beber, o de
bautizaros con el bautismo con que yo me voy a bautizar?
Contestaron:
–Lo
somos.
Jesús
les dijo:
–El
cáliz que yo voy a beber lo beberéis, y os bautizaréis con el bautismo con que
yo me voy a bautizar, pero el sentarse a mi derecha o a mi izquierda no me toca
a mí concederlo; está ya reservado.
Los
otros diez, al oír aquello, se indignaron contra Santiago y Juan.
Jesús,
reuniéndolos, les dijo:
–Sabéis
que los que son reconocidos como jefes de los pueblos los tiranizan, y que los
grandes los oprimen. Vosotros, nada de eso: el que quiera ser grande, sea
vuestro servidor; y el que quiera ser primero, sea esclavo de todos. Porque el
Hijo del Hombre no ha venido para que le sirvan, sino para servir y dar su vida
en rescate por todos.
Palabra del
Señor.