16 de Mayo
SAN SIMÓN STOCK(*)
Confesor
SAN SIMÓN STOCK(*)
Confesor
Nació en Inglaterra. Desde mediados del
siglo XIV las fuentes le aplican el sobrenombre "Stock", con el cual
relacionan el singular género de vida que habría observado antes de entrar en
el Carmelo. Dice así la redacción larga del Santoral: "Antes de la llegada
de los carmelitas a Inglaterra los esperó con espíritu profético, llevando vida
solitaria en el tronco de un árbol: de ahí el nombre de Simón Stock con que es
llamado". Esta sobria noticia supone todo un poema de ascetismo, que los
biógrafos posteriores intentaron poner de relieve con piadosas amplificaciones.
Pero hay un documento que nos invita más
bien a contar a San Simón entre los cruzados y peregrinos que por aquellos
tiempos tomaron el hábito en el mismo Carmelo, atraídos por la vida de oración
que llevaban los solitarios del santo monte, "como abejas del Señor en las
colmenas de sus celdas fabricando miel de dulzura espiritual", según
hermosa frase de Jaime de Vitry († 1240). En efecto, el dominico Gerardo de
Fracheto, contemporáneo de nuestro Santo, después de contar una aparición del
Beato Jordano de Sajonia a un religioso carmelita, acaecida en 1237, nota:
"Esto lo contaron a nuestros religiosos el mismo que tuvo la visión y el
prior de la misma Orden, el hermano Simón, varón pío y veraz". Con esta
noticia concordaría el Viridarium de
Juan Grossi, que extiende el generalato de San Simón del 1200 al 1250. Por
ahora no estamos en grado ni de escoger entre las dos versiones ni de
concordarlas razonablemente.
Con el agravarse de la situación de los
cristianos en Palestina después de la tregua pactada por Federico II con el
sultán de Egipto (1229), los ermitaños carmelitas se encontraron frente al
urgente dilema de, o bien exponerse a la extinción en una tierra que iba
quedando a merced de los mahometanos, o bien probar la aventura de un traslado
a Europa. Algunos, los más perfectos" (dice Grossi), tenían miedo a tal
aventura por el peligro que encerraba de una alteración del propio espíritu;
pero graves razones aducidas hicieron prevalecer la opinión contraria, que fue
reforzada con una aparición de la Santísima Virgen (Guillermo de Sanvico). Así
en 1238 empezó con carácter sistemático la emigración de numerosos carmelitas a
los diversos países de Europa.
A Inglaterra se dirigieron dos
expediciones, patrocinadas, respectivamente, por los barones Guillermo Vescy y
Ricardo Grey y presididas por los venerables religiosos Radulfo Fresburri, e
Ivo el Bretón, dando como primer resultado el establecimiento de dos conventos
eremíticos, el primero en Hulne, cerca de Alnwic, y el segundo en Aylesford, en
el condado de Kent. Esto sucedía entre 1241 y 1242. Fue entonces (según la
primera versión antes mencionada) cuando Simón Stock, aureolado ya con la fama
de eximia santidad, "dejó la vida solitaria y entró con gran devoción en
la Orden de los carmelitas, que desde hacía mucho tiempo esperaba ilustrado por
divina inspiración".
Ahora iba a ofrecerse a nuestro Santo un
campo muy vasto en donde manifestar los dones recibidos de Dios. En 1245 se
celebraba, precisamente en Aylesford, un Capítulo general, el primero reunido
en Europa, y en él Simón Stock era llamado "milagrosamente" al oficio
de prior general, oficio que sólo entonces adquiría pleno sentido, pues antes
el prior del monte Carmelo era la suprema autoridad.
La Orden sufría en toda su gravedad las
consecuencias del traslado a Europa. En el nuevo ambiente no encontraba la
amorosa acogida que seguramente habían esperado y que tan necesaria era para
empezar a echar raíces. Por otra parte, la experiencia demostraba que no era
fácil conservar el tenor de vida contemplado en la Regla de San Alberto y con
ardiente amor abrazado por los venerables moradores del Carmelo. Simón Stock
afrontó heroicamente ambas dificultades. Respecto a la primera, se esforzó por
acrecentar la estima hacia la Orden con repetidos recursos al Papa Inocencio IV
y también a los próceres seculares. De hecho desde 1247,a 1252 consiguió del
Papa Inocencio IV tres preciosas cartas de recomendación que debieron
contribuir no poco a la consolidación de la Orden, y en diciembre de 1252 otra
del rey de Inglaterra Enrique III. En orden a la segunda dificultad impetró del
mismo Inocencio IV una audaz reforma de la Regla que permitiera vivir a los
carmelitas en las ciudades y participar en el servicio de las almas. Pero esta
reforma suscitó en el seno de la Orden un hondo descontento que venía a agravar
todavía más la situación tan comprometida por la hostilidad exterior. De este
descontento tenemos la prueba en una amarga requisitoria que compuso el sucesor
de nuestro Santo, Nicolás el Francés, y en las frecuentes deserciones de
religiosos, que buscaban en otras Ordenes mayor garantía de salvación. En este
momento histórico tuvo lugar el episodio culminante de la vida de San Simón
Stock, la visión del santo escapulario, testificada por el antiguo Santoral y
parcialmente corroborada por la Crónica de Guillermo de Sanvico. La relación
más antigua está concebida en estos términos:
"San Simón... suplicaba constantemente a la
gloriosísima Madre de Dios que diera alguna muestra de su protección a la Orden
de los carmelitas, pues goza en grado singular del titulo de la misma Virgen,
diciendo con toda devoción: Flor del Carmelo, vid florida, esplendor del cielo,
Virgen fecunda y singular; oh Madre dulce, de varón no conocida, a los
carmelitas da privilegios, estrella del mar. Se le apareció la bienaventurada
Virgen, acompañada de una multitud de ángeles, llevando en sus benditas manos
el escapulario de la Orden y diciendo estas palabras: "Este será el
privilegio para ti y para todos los carmelitas, que quien muriere con él no
padecerá el fuego eterno, es decir, el que con él muriere se salvará".
Tal fue la gran promesa, que
originariamente era una exhortación a la perseverancia dirigida a los
descorazonados carmelitas, pero pronto fue acogida en toda la Iglesia como una
de las manifestaciones supremas de la maternidad universal de María.
Lo restante de la vida de San Simón se
confunde con la historia de la Orden del Carmen, historia de fundaciones y de
gracias pontificias, índice de la casi definitiva consolidación en Europa, la
grande obra que Dios le reservara.
Después de veinte años de gobierno (según
un códice de Bamberga muy autorizado), por tanto, en 1265, murió en el convento
de Burdeos el día 16 de mayo (o de marzo según algunos códices).
La fama de santidad que le había
acompañado en vida se acrecentó después de la
muerte. En los documentos su nombre nunca aparece sin el dictado de santo,
y repetidamente se recuerda el don de hacer milagros. Su culto desde antiguo
fue muy ferviente en Burdeos, donde se veneraban y se veneran aún sus
reliquias. Una circunstancia providencial impidió que fuesen profanadas en
tiempo de la Revolución Francesa. Su veneranda cabeza fue solemnemente
trasladada el año 1951 al convento de Aylesford, recientemente recuperado, y
allí es hoy meta de frecuentes peregrinaciones.
BARTOLOMÉ M. XIBERTA, O. C.
- * Año Cristiano, Tomo II, biblioteca de Autores Cristianos, Madrid, 1966.