Novena al Niño Jesús - Niño Dios
Consideración
Así había comenzado su vida en la tierra el Niño Jesús. Consideremos el alma gloriosa y el santo cuerpo que había tomado, adorándolos profundamente. Admirando en primer lugar el alma de ese Divino Niño, consideremos en ella la plenitud de su gracia santificadora, la de su ciencia beatífica, por la cual desde el primer momento de su vida, vio la divina Esencia más claramente que todos los ángeles y leyó lo pasado y lo porvenir con todos sus arcanos y conocimientos. No supo nunca por adquisición voluntaria nada que no supiese por infusión desde el primer momento de su ser; pero El aceptó todas las debilidades de nuestra naturaleza a que dignamente podía someterse. aun cuando no fuesen necesarias para la grande obra que debía cumplir. Pidámosle que sus divinas facultades suplan la debilidad de las nuestras y les dé nuevas energías; que su memoria nos enseñe a recordar sus beneficios, su entendimiento a pensar en El, a no hacer sino su voluntad, lo que El quiere y en servicio suyo. Del alma del Niño Jesús pasemos ahora a su cuerpo que era un mundo de maravillas, una obra maestra de la mano de Dios. No era como el nuestro, una traba para su alma, era por el contrario un nuevo elemento de santidad; quiso que fuese pequeño y débil como el de todos los niños y sujeto a todas las incomodidades de la infancia para asemejarse más a nosotros y participar de nuestras humillaciones. El Espíritu Santo formó ese cuerpecito con tal delicadeza y tal capacidad de sentir, que pudiese sufrir hasta el exceso para cumplir la grande obra de nuestra Redención. La belleza de ese cuerpo del Divino Niño fue superior a cuanto se ha imaginado jamás, y la divina sangre que por sus venas empezó a circular desde el momento de su encarnación, es la que lava toda las manchas del mundo culpable. Pidámosle que lave las nuestras en el sacramento de la penitencia, para que el día de su dichosa Navidad nos encuentre purificados, perdonados y dispuestos a recibirle con amor y provecho espiritual! |
Benignísimo Dios de infinita caridad, que
tanto amasteis a los hombres, que les disteis en vuestro Hijo la mejor prenda
de vuestro amor, para que hecho hombre en las entrañas de una Virgen naciese en
un pesebre para nuestra salud y remedio; yo, en nombre de todos los mortales,
os doy infinitas gracias por tan soberano beneficio. En retorno de él, os
ofrezco la pobreza, humildad y demás virtudes de vuestro Hijo humanado
suplicándoos por sus divinos méritos, por las incomodidades con que nació y por
las tiernas lágrimas que derramó en el pesebre, que dispongáis nuestros
corazones con humildad profunda, con amor encendido, con tal desprecio de todo
lo terreno que Jesús recién nacido tenga en ellos su cuna y more eternamente.
Amén.
(Se reza tres veces el Gloria al Padre)
Soberana María, que por vuestras grandes
virtudes, y especialmente por vuestra humildad merecisteis que todo un Dios os
escogiese para Madre suya; os suplico que Vos misma preparéis y dispongáis mi
alma y la de todos los que en este tiempo hiciesen esta novena para el
nacimiento espiritual de vuestro adorado Hijo.
(Se reza tres veces el Avemaría )
!Oh Santísimo José, esposo de María y
padre adoptivo de Jesús! Infinitas gracias doy a Dios porque os escogió para
tan altos ministerios y os adornó con todos los dones proporcionados a tan
excelente grandeza. Os ruego por el amor que tuvisteis al Divino Niño, me
abraséis en fervorosos deseos de verle y recibirle sacramentalmente mientras en
su divina Esencia lo veo y le gozo en el cielo. Amén.
(Padrenuestro, Avemaría y Gloria)
Aspiraciones (Para todos los días)
Dulce Jesús mío, mi Niño adorado, ven a nuestras almas, ven no tardes
tanto.
¡Oh Sapiencia suma del Dios soberano, que a infantil alcance te rebajas sacro! ¡Oh Divino Niño, ven para enseñarnos la prudencia que hace verdaderos sabios!
Ven a nuestras almas, ven no tardes tanto.
¡Oh Adonaí potente que a Moisés hablando de Israel al pueblo diste los mandatos! ¡Ah, ven prontamente para rescatamos, y que un Niño débil muestre fuerte brazo!
Ven a nuestras almas, ven no tardes tanto
¡Oh raíz sagrada de Jesé, que en lo alto presentas al orbe tu fragante nardo! ¡Dulcísimo Niño que has sido llamado lirio de los valles, bella flor del campo!
Ven a nuestras almas, ven no tardes tanto
¡Llave de David que abre al desterrado las cerradas puertas del regio palacio! ¡Sácanos, oh Niño, con tu blanca mano de la cárcel triste que labró el pecado!
Ven a nuestras almas, ven no tardes tanto.
¡Oh lumbre de oriente, sol de eternos rayos, que entre las tinieblas tu esplendor veamos! ¡Niño tan precioso, dicha del cristiano luzca la sonrisa de tus dulces labios!
Ven a nuestras almas, ven no tardes tanto.
¡Espejo sin mancha, Santo de los santos, sin igual imagen del Dios soberano! ¡Borra nuestras culpas, salva al desterrado, y en forma de niño da al mísero amparo!
Ven a nuestras almas, ven no tardes tanto.
¡Rey de las naciones Emmanuel preclaro, de Israel anhelo, Pastor del rebaño! ¡Niño que apacientas con suave cayado ya la oveja arisca, ya el cordero manso!
Ven a nuestras almas, ven no tardes tanto.
¡Ábranse los cielos y llueva de lo alto bienhechor rocío como riego santo! ¡Ven hermoso Niño, ven Dios humanado, luce hermosa estrella, brota flor del campo!
Ven a nuestras almas, ven no tardes tanto.
¡Ven que ya María previene sus brazos, do su Niño vean en tiempo cercano!
¡Ven que ya José con anhelo sacro se dispone a hacerse de tu amor sagrario!
Ven a nuestras almas, ven no tardes tanto
¡Del débil auxilio; del doliente amparo, consuelo del triste, luz del desterrado! ¡Vida de mi vida, mi dueño adorado, mi constante amigo, mi divino hermano!
Ven a nuestras almas, ven no tardes tanto.
¡Vé ante mis ojos de Ti enamorados, bese ya tus plantas, bese ya tus manos! ¡Prosternado en tierra te tiendo los brazos, y aún más que mis frases te dice mi llanto!
Ven a nuestras almas, ven no tardes tanto.
¡Ven salvador nuestro por quien suspiramos!
¡Ven a nuestras almas, ven no tardes tanto!
¡Oh Sapiencia suma del Dios soberano, que a infantil alcance te rebajas sacro! ¡Oh Divino Niño, ven para enseñarnos la prudencia que hace verdaderos sabios!
Ven a nuestras almas, ven no tardes tanto.
¡Oh Adonaí potente que a Moisés hablando de Israel al pueblo diste los mandatos! ¡Ah, ven prontamente para rescatamos, y que un Niño débil muestre fuerte brazo!
Ven a nuestras almas, ven no tardes tanto
¡Oh raíz sagrada de Jesé, que en lo alto presentas al orbe tu fragante nardo! ¡Dulcísimo Niño que has sido llamado lirio de los valles, bella flor del campo!
Ven a nuestras almas, ven no tardes tanto
¡Llave de David que abre al desterrado las cerradas puertas del regio palacio! ¡Sácanos, oh Niño, con tu blanca mano de la cárcel triste que labró el pecado!
Ven a nuestras almas, ven no tardes tanto.
¡Oh lumbre de oriente, sol de eternos rayos, que entre las tinieblas tu esplendor veamos! ¡Niño tan precioso, dicha del cristiano luzca la sonrisa de tus dulces labios!
Ven a nuestras almas, ven no tardes tanto.
¡Espejo sin mancha, Santo de los santos, sin igual imagen del Dios soberano! ¡Borra nuestras culpas, salva al desterrado, y en forma de niño da al mísero amparo!
Ven a nuestras almas, ven no tardes tanto.
¡Rey de las naciones Emmanuel preclaro, de Israel anhelo, Pastor del rebaño! ¡Niño que apacientas con suave cayado ya la oveja arisca, ya el cordero manso!
Ven a nuestras almas, ven no tardes tanto.
¡Ábranse los cielos y llueva de lo alto bienhechor rocío como riego santo! ¡Ven hermoso Niño, ven Dios humanado, luce hermosa estrella, brota flor del campo!
Ven a nuestras almas, ven no tardes tanto.
¡Ven que ya María previene sus brazos, do su Niño vean en tiempo cercano!
¡Ven que ya José con anhelo sacro se dispone a hacerse de tu amor sagrario!
Ven a nuestras almas, ven no tardes tanto
¡Del débil auxilio; del doliente amparo, consuelo del triste, luz del desterrado! ¡Vida de mi vida, mi dueño adorado, mi constante amigo, mi divino hermano!
Ven a nuestras almas, ven no tardes tanto.
¡Vé ante mis ojos de Ti enamorados, bese ya tus plantas, bese ya tus manos! ¡Prosternado en tierra te tiendo los brazos, y aún más que mis frases te dice mi llanto!
Ven a nuestras almas, ven no tardes tanto.
¡Ven salvador nuestro por quien suspiramos!
¡Ven a nuestras almas, ven no tardes tanto!
Acordaos, oh dulcísimo Niño Jesús, que
dijísteis a todos vuestros devotos, estas palabras tan consoladoras para
nuestra pobre humanidad agobiada y doliente: "Todo lo que quieras pedir,
pídelo por los méritos de mi infancia y nada te será negado". Llenos de
confianza en Vos, oh Jesús, que sois la misma verdad, venimos a exponeros toda
nuestra miseria. Ayudadnos a llevar una vida santa para conseguir una eternidad
bienaventurada. Concedednos, por los méritos infinitos de vuestra encarnación y
de vuestra infancia, la gracia de la cual necesitamos tanto (Se hacen
peticiones en silencio).
Nos entregamos a Vos, oh Niño omnipotente, seguros de que no quedará frustrada nuestra esperanza y que en virtud de vuestra divina promesa, acogeréis y despacharéis favorablemente nuestra súplica. Amén
Nos entregamos a Vos, oh Niño omnipotente, seguros de que no quedará frustrada nuestra esperanza y que en virtud de vuestra divina promesa, acogeréis y despacharéis favorablemente nuestra súplica. Amén
Siguiendo la tradición Cristiana, Católica
de nuestros padres, el tiempo de Navidad es un tiempo de esperanza, de amistad,
de reconciliación, de paz y de renovación de nuestra fe.
El nacimiento del Niño Jesús abre el Nuevo
Testamento de la Palabra de Dios hecha hombre. Esta dulce historia nos toca el
corazón cada año, y es una gran oportunidad para iniciar a los niños en el
Cristianismo.
Que no nos falte el pesebre, los
villancicos, los adornos navideños y el recogimiento familiar mientras
recordarnos las hermosas escenas de la Navidad, y que abunde la alegría en
nuestros hogares en este tiempo tan hermoso cada año.
Y que el Niño Dios nos llene de fervor y
de paz, que nos conceda las peticiones que hacemos en esta novena. Amén