DOMINGO DE
PASCUA
DE LA
RESURRECCIÓN DEL SEÑOR
VIGILIA
PASCUAL EN LA NOCHE SANTA
PRIMERA
LECTURA
Vio Dios lodo
lo que había hecho; y era muy bueno
Lectura del libro del
Génesis 1, 1-2, 2
Al principio creó Dios el cielo y la tierra. La tierra era un caos informe;
sobre la faz del abismo, la tiniebla. Y el aliento de Dios se cernía sobre la
faz de las aguas.
Y dijo Dios:
–«Que exista la luz.»
Y la luz existió.
Y vio Dios que la luz era buena. Y separó Dios la luz de la tiniebla; llamó
Dios a la luz «Día»; a la tiniebla, «Noche».
Pasó una tarde, pasó una mañana: el día primero.
Y dijo Dios:
–«Que exista una bóveda entre las aguas, que separe aguas de aguas. »
E hizo Dios una bóveda y separó las aguas de debajo de la bóveda de las aguas
de encima de la bóveda.
Y así fue.
Y llamó Dios a la bóveda «Cielo».
Pasó una tarde, pasó una mañana: el día segundo.
Y dijo Dios:
–«Que se junten las aguas de debajo del cielo en un solo sitio, y que aparezcan
los continentes.»
Y así fue.
Y llamó Dios a los continentes «Tierra», y a la masa de las aguas la llamó
«Mar».
Y vio Dios que era bueno.
Y dijo Dios:
–«Verdee la tierra hierba verde que engendre semilla, y árboles frutales que
den fruto según su especie y que lleven semilla sobre la tierra. »
Y así fue.
La tierra brotó hierba verde que engendraba semilla según su especie, y árboles
que daban fruto y llevaban semilla según su especie.
Y vio Dios que era bueno.
Pasó una tarde, pasó una mañana: el día tercero.
Y dijo Dios:
–«Que existan lumbreras en la bóveda del cielo, para separar el día de la
noche, para señalar las fiestas, los días y los años; y sirvan de lumbreras en
la bóveda del cielo, para dar luz sobre la tierra. »
Y así fue.
E hizo Dios dos lumbreras grandes: la lumbrera mayor para regir el día, la
lumbrera menor para regir la noche, y las estrellas. Y las puso Dios en la
bóveda del cielo, para dar luz sobre la tierra; para regir el día y la noche,
para separar la luz de la tiniebla.
Y vio Dios que era bueno.
Pasó una tarde, pasó una mañana: el día cuarto.
Y dijo Dios:
–«Pululen las aguas un pulular de vivientes, y pájaros vuelen sobre la tierra
frente a la bóveda del cielo.»
Y creó Dios los cetáceos y los vivientes que se deslizan y que el agua hizo
pulular según sus especies, y las aves aladas según sus especies.
Y vio Dios que era bueno.
Y Dios los bendijo, diciendo:
–«Creced, multiplicaos, llenad las aguas del mar; que las aves se multipliquen
en la tierra.»
Pasó una tarde, pasó una mañana: el día quinto.
Y dijo Dios:
–«Produzca la tierra vivientes según sus especies: animales domésticos,
reptiles y fieras según sus especies.»
Y así fue.
E hizo Dios las fieras según sus especies, los animales domésticos según sus
especies y los reptiles según sus especies.
Y vio Dios que era bueno.
Y dijo Dios:
–«Hagamos al hombre a nuestra imagen y semejanza; que domine los peces del mar,
las aves del cielo, los animales domésticos, los reptiles de la tierra.»
Y creó Dios al hombre a su imagen; a imagen de Dios lo creó; hombre y mujer
los creó.
Y los bendijo Dios y les dijo:
–«Creced, multiplicaos, llenad la tierra y sometedla; dominad los peces del
mar, las aves del cielo, los vivientes que se mueven sobre la tierra.»
Y dijo Dios:
–«Mirad, os entrego todas las hierbas que engendran semilla sobre la faz de la
tierra; y todos los árboles frutales que engendran semilla os servirán de
alimento; y a todas las fieras de la tierra, a todas las aves del cielo, a
todos los reptiles de la tierra, a todo ser que respira, la hierba verde les
servirá de alimento. »
Y así fue.
Y vio Dios todo lo que había hecho; y era muy bueno.
Pasó una tarde, pasó una mañana: el día sexto.
Y quedaron concluidos el cielo, la tierra y sus ejércitos.
Y concluyó Dios para el día séptimo todo el trabajo que había hecho; y descansó
el día séptimo de todo el trabajo que había hecho.
Palabra
de Dios.
O
bien más breve:
Lectura del libro del Génesis 1, 1. 26-31a
Al
principio creó Dios el cielo y la tierra.
Y
dijo Dios:
–«Hagamos
al hombre a nuestra imagen y semejanza; que domine los peces del mar, las aves
del cielo, los animales domésticos, los reptiles de la tierra.»
Y
creó Dios al hombre a su imagen; a imagen de Dios lo creó; hombre y mujer los
creó.
Y
los bendijo Dios y les dijo:
–«Creced,
multiplicaos, llenad la tierra y sometedla; dominad los peces del mar, las aves
del cielo, los vivientes que se mueven sobre la tierra. »
Y
dijo Dios:
–«Mirad,
os entrego todas las hierbas, que engendran semilla sobre la faz de la tierra;
y todos los árboles frutales que engendran semilla os servirán de alimento; y
a todas las fieras de la tierra, a todas las aves del cielo, a todos los
reptiles de la tierra, a todo ser que respira, la hierba verde les servirá de
alimento.»
Y
así fue.
Y
vio Dios todo lo que había hecho; y era muy bueno.
Palabra
de Dios.
Salmo
responsorial Sal 103, 1-2a. 5-6. 10 y 12. 13-14. 24 y 35c (R.: Cf. 30)
R.
Envía tu espíritu, Señor, y repuebla la faz de la tierra.
Bendice, alma mía, al Señor;
¡Dios mío, qué grande eres!
Te vistes de belleza y majestad,
la luz te envuelve como un manto. R.
Asentaste la tierra sobre sus cimientos,
y no vacilará jamás; la cubriste con el manto del océano,
y las aguas se posaron sobre las montañas. R.
De los manantiales sacas los ríos,
para que fluyan entre los montes;
junto a ellos habitan las aves del cielo,
y entre las frondas se oye su canto. R.
Desde tu morada riegas los montes,
y la tierra se sacia de tu acción fecunda;
haces brotar hierba para los ganados,
y forraje para los que sirven al hombre. R.
Cuántas son tus obras, Señor,
y todas las hiciste con sabiduría;
la tierra está llena de tus criaturas.
¡Bendice, alma mía, al Señor! R.
O
bien:
Sal 32, 4-5. 6-7. 12-13. 20 y 22 (R.: 5b)
R.
La misericordia del Señor llena la tierra.
La palabra del Señor es sincera,
y todas sus acciones son leales;
él ama la justicia y el derecho,
y su misericordia llena la tierra. R.
La palabra del Señor hizo el cielo;
el aliento de su boca, sus ejércitos;
encierra en un odre las aguas marinas,
mete en un depósito el océano. R.
Dichosa la nación cuyo Dios es el Señor,
el pueblo que él se escogió como heredad.
El Señor mira desde el cielo,
se fija en todos los hombres. R.
Nosotros aguardamos al Señor:
él es nuestro auxilio y escudo.
Que tu misericordia, Señor, venga sobre nosotros,
como lo esperamos de ti. R.
SEGUNDA
LECTURA
El sacrificio
de Abrahán, nuestro padre en la fe
Lectura del libro del
Génesis 22, 1-18
En
aquellos días, Dios puso a prueba a Abrahán, llamándole:
–«¡Abrahán!
»
Él
respondió:
–«Aquí
me tienes.»
Dios
le dijo:
–«Toma
a tu hijo único, al que quieres, a Isaac, y vete al país de Moria y ofrécemelo
allí en sacrificio en uno de los montes que yo te indicaré. »
Abrahán
madrugó, aparejó el asno y se llevó consigo a dos criados y a su hijo Isaac;
cortó leña para el sacrificio y se encaminó al lugar que le había indicado
Dios.
El
tercer día levantó Abrahán los ojos y descubrió el sitio de lejos. Y Abrahán
dijo a sus criados:
–«Quedaos
aquí con el asno; yo con el muchacho iré hasta allá para adorar, y después
volveremos con vosotros.»
Abrahán
tomó la leña para el sacrificio, se la cargó a su hijo Isaac, y él llevaba el
fuego y el cuchillo. Los dos caminaban juntos.
Isaac
dijo a Abrahán, su padre:
–«Padre.»
El
respondió:
–«Aquí
estoy, hijo mío.»
El
muchacho dijo:
–«Tenernos
fuego y leña, pero, ¿dónde está el cordero para el sacrificio?»
Abrahán
contestó:
–«Dios
proveerá el cordero para el sacrificio, hijo mío.»
Y
siguieron caminando juntos.
Cuando
llegaron al sitio que le habla dicho Dios, Abrahán levantó allí el altar y
apiló la leña, luego ató a su hijo Isaac y lo puso sobre el altar, encima de la
leña. Entonces Abrahán tomó el cuchillo para degollar a su hijo; pero el ángel
del Señor le gritó desde el cielo:
–«¡Abrahán,
Abrahán!»
Él
contestó:
–«Aquí
me tienes.»
El
ángel le ordenó:
–«No
alargues la mano contra tu hijo ni le hagas nada. Ahora sé que temes a Dios,
porque no te has reservado a tu hijo, tu único hijo.»
Abrahán
levantó los ojos y vio un carnero enredado por los cuernos en la maleza. Se
acercó, tomó el carnero y lo ofreció en sacrificio en lugar de su hijo.
Abrahán
llamó aquel sitio «El Señor ve», por lo que se dice aún hoy «El monte del Señor
ve».
El
ángel del Señor volvió a gritar a Abrahán desde el cielo:
–«Juro
por mí mismo –oráculo del Señor–: Por haber hecho
esto,
por no haberte reservado tu hijo único, te bendeciré, multiplicaré a tus
descendientes como las estrellas del cielo y como la arena de la playa. Tus
descendientes conquistarán las puertas de las ciudades enemigas. Todos los
pueblos del mundo se bendecirán con tu descendencia, porque me has obedecido.»
Palabra
de Dios.
O
bien más breve:
Lectura del libro del Génesis 22, 1-2. 9a. 10-13. 15-18
En
aquellos días, Dios puso a prueba a Abrahán, llamándole:
–«¡Abrahán!
»
Él
respondió:
–«Aquí
me tienes.»
Dios
le dijo:
–«Torna
a tu hijo único, al que quieres, a Isaac, y vete al país de Moria y ofrécemelo
allí en sacrificio en uno de los montes que yo te indicaré. »
Cuando
llegaron al sitio que le había dicho Dios, Abrahán levantó allí el altar y tomó
el cuchillo para degollar a su hijo; pero el ángel del Señor le gritó desde el
cielo:
–«¡Abrahán,
Abrahán!»
Él
contestó:
–«Aquí
me tienes.»
El
ángel le ordenó:
–«No
alargues la mano contra tu hijo ni le hagas nada. Ahora sé que temes a Dios,
porque no te has reservado, a tu hijo, tú único hijo. »
Abrahán
levantó los ojos y vio un carnero enredado por los cuernos en la maleza. Se
acercó, tomó el carnero y lo ofreció en sacrificio en lugar de su hijo.
El
ángel del Señor volvió a gritar a Abrahán desde el cielo:
–«Juro
por mí mismo –oráculo del Señor–: Por haber hecho esto, por no haberte reservado
tu hijo único, te bendeciré, multiplicaré a tus descendientes como las
estrellas del cielo y como la arena de la playa. Tus descendientes conquistarán
las puertas de las ciudades enemigas. Todos los pueblos del mundo se bendecirán
con tu descendencia, porque me has obedecido.»
Palabra
de Dios.
Salmo
responsorial Sal 15, 5 y 8. 9-10. 11 (R.: 1)
R.
Protégeme, Dios mío, que me refugio en ti.
El Señor es el lote de mi heredad y mi copa;
mi suerte está en tu mano.
Tengo siempre presente al Señor,
con él a mi derecha no vacilaré. R.
Por eso se me alegra el corazón,
se gozan mis entrañas,
y mi carne descansa serena.
Porque no me entregarás a la muerte,
ni dejarás a tu fiel conocer la corrupción. R.
Me enseñarás el sendero de la vida,
me saciaras de gozo en tu presencia,
de alegría perpetua a tu derecha. R.
TERCERA
LECTURA
Los
israelitas en medio del mar a pie enjuto
Lectura del libro del
Éxodo 14, 15-15, 1
En
aquellos días, dijo el Señor a Moisés:
–«
¿Por qué sigues clamando a mí? Di a los israelitas que se pongan en marcha. Y
tú, alza tu cayado, extiende tu mano sobre el mar y divídelo, para que los
israelitas entren en medio del mar a pie enjuto. Que yo voy a endurecer el
corazón de los egipcios para que los persigan, y me cubriré de gloria a costa
del Faraón y de todo su ejército, de sus carros y de los guerreros. Sabrán los
egipcios que yo soy el Señor, cuando me haya cubierto de gloria a costa del
Faraón, de sus carros y de sus guerreros.»
Se
puso en marcha el ángel del Señor, que iba al frente del ejército de Israel, y
pasó a retaguardia. También la columna de nube de delante se desplazó de allí y
se colocó detrás, poniéndose entre el campamento de los egipcios y el
campamento de los israelitas. La nube era tenebrosa, y transcurrió toda la
noche sin que los ejércitos pudieran trabar contacto. Moisés extendió su mano
sobre el mar, y el Señor hizo soplar –durante toda la noche un fuerte viento
del este, que secó el mar, y se dividieron las aguas. Los israelitas entraron
en medio del mar a pie enjuto, mientras que las aguas formaban muralla a
derecha e izquierda. Los egipcios se lanzaron en su persecución, entrando tras
ellos, en medio del mar, todos los caballos del Faraón y los carros con sus
guerreros.
Mientras
velaban al amanecer, miró el Señor al campamento egipcio, desde la columna de
fuego y nube, y sembró el pánico en el campamento egipcio. Trabó las ruedas de
sus carros y las hizo avanzar pesadamente.
Y
dijo Egipto:
–«Huyamos
de Israel, porque el Señor lucha en su favor contra Egipto. »
Dijo
el Señor a Moisés:
–«Extiende
tu mano sobre el mar, y vuelvan las aguas sobre los egipcios, sus carros y sus
jinetes.»
Y
extendió Moisés su mano sobre el mar; y al amanecer volvía el mar a su curso de
siempre. Los egipcios, huyendo, iban a su encuentro, y el Señor derribó a los
egipcios en medio del mar.
Y
volvieron las aguas y cubrieron los carros, los jinetes y todo el ejército del
Faraón, que lo había seguido por el mar. Ni uno solo se salvó.
Pero
los hijos de Israel caminaban por lo seco en medio del mar; las aguas les
hacían de muralla a derecha e izquierda.
Aquel
día salvó el Señor a Israel de las manos de Egipto. Israel vio a los egipcios
muertos, en la orilla del mar. Israel vio la mano grande del Señor obrando
contra los egipcios, y el pueblo temió al Señor, y creyó en el Señor y en
Moisés, su siervo.
Entonces
Moisés y los hijos de Israel cantaron este canto al Señor:
Salmo
responsorial Ex 15, 1-2. 3-4. 5-6. 17-18 (R.: la)
R.
Cantaré al Señor, sublime es su victoria.
Cantaré al Señor, sublime es su victoria,
caballos y carros ha arrojado en el mar.
Mi fuerza y mi poder es el Señor,
él fue mi salvación.
Él es mi Dios: yo lo alabaré;
el Dios de mis padres: yo lo ensalzaré. R.
El Señor es un guerrero,
su nombre es «El Señor».
Los carros del Faraón los lanzó al mar,
ahogó en el mar Rojo a sus mejores capitanes. R.
Las olas los cubrieron,
bajaron hasta el fondo como piedras.
Tu diestra, Señor, es fuerte y terrible,
tu diestra, Señor, tritura al enemigo. R.
Los introduces y los plantas en el monte de tu heredad,
lugar del que hiciste tu trono, Señor;
santuario, Señor, que fundaron tus manos.
El Señor reina por siempre jamás. R.
CUARTA
LECTURA
Con
misericordia eterna te quiere el Señor, tu redentor
Lectura del libro de
Isaías 54, 5-14
El
que te hizo te tomará por esposa;
su
nombre es Señor de los ejércitos.
Tu
redentor es el Santo de Israel,
se
llama Dios de toda la tierra.
Como
a mujer abandonada y abatida
te
vuelve a llamar el Señor;
como
a esposa de juventud, repudiada
–dice
tu Dios–.
Por
un instante te abandoné,
pero
con gran cariño te reuniré.
En
un arrebato de ira
te
escondí un instante mi rostro,
pero
con misericordia eterna te quiero
–dice
el Señor, tu redentor–.
Me
sucede como en tiempo de Noé:
juré
que las aguas del diluvio
no
volverían a cubrir la tierra;
así
juro no airarme contra ti
ni
amenazarte.
Aunque
se retiren los montes
y
vacilen las colinas,
no
se retirará de ti mi misericordia,
ni
mi alianza de paz vacilará
–dice
el Señor, que te quiere–.
¡Oh
afligida, zarandeada, desconsolada!
Mira,
yo mismo coloco tus piedras sobre azabaches,
tus
cimientos sobre zafiros;
te
pondré almenas de rubí,
y
puertas de esmeralda,
y
muralla de piedras preciosas.
Tus
hijos serán discípulos del Señor,
tendrán
gran paz tus hijos.
Tendrás
firme asiento en la justicia.
Estarás
lejos de la opresión,
y
no tendrás que temer;
y
lejos del terror,
que
no se te acercará.
Palabra
de Dios.
Salmo
responsorial Sal 29, 2 y 4. 5-6. 11 y 12a y 13b(R.: 2a)
R.
Te ensalzaré, Señor, porque me has librado.
Te ensalzaré, Señor, porque me has librado
y no has dejado que mis enemigos se rían de mí.
Señor, sacaste mi vida del abismo,
y me hiciste revivir cuando bajaba a la fosa. R.
Tañed para el Señor, fieles suyos,
dad gracias a su nombre santo;
su cólera dura un instante;
su bondad, de por vida;
al atardecer nos visita el llanto;
por la mañana, el júbilo. R.
Escucha, Señor, y ten piedad de mí;
Señor, socórreme.
Cambiaste mi luto en danzas.
Señor, Dios mío, te daré gracias por siempre. R.
QUINTA
LECTURA
Venid a mí, y
viviréis; sellaré con vosotros alianza perpetua
Lectura del libro de
Isaías 55, 1-11
Así
dice el Señor:
«Oíd,
sedientos todos, acudid por agua,
también
los que no tenéis dinero:
venid,
comprad trigo, comed sin pagar
vino
y leche de balde.
¿Por
qué gastáis dinero en lo que no alimenta,
y
el salario en lo que no da hartura?
Escuchadme
atentos, y comeréis bien,
saborearéis
platos sustanciosos.
Inclinad
el oído, venid a mí:
escuchadme,
y viviréis.
Sellaré
con vosotros alianza perpetua,
la
promesa que aseguré a David:
a
él lo hice mi testigo para los pueblos,
caudillo
y soberano de naciones;
tú
llamarás a un pueblo desconocido,
un
pueblo que no te conocía correrá hacia ti;
por
el Señor, tu Dios,
por
el Santo de Israel, que te honra.
Buscad
al Señor mientras se le encuentra,
invocadlo
mientras esté cerca;
que
el malvado abandone su camino,
y
el criminal sus planes;
que
regrese al Señor, y él tendrá piedad,
a
nuestro Dios, que es rico en perdón.
Mis
planes no son vuestros planes,
vuestros
caminos no son mis caminos
–oráculo
del Señor–.
Como
el cielo es más alto que la tierra,
mis
caminos son más altos que los vuestros,
mis
planes, que vuestros planes.
Como
bajan la lluvia y la nieve del cielo,
y
no vuelven allá sino después de empapar la tierra,
de
fecundarla y hacerla germinar,
para
que dé semilla al sembrador
y
pan al que come,
así
será mi palabra, que sale de mi boca:
no
volverá a mí vacía,
sino
que hará mi voluntad
y
cumplirá mi encargo.»
Palabra
de Dios.
Salmo responsorial Is 12, 2-3. 4bcd. 5-6 (R.: 3)
R. Sacaréis aguas con gozo
de las fuentes de la salvación.
El Señor es mi Dios y Salvador:
confiaré y no temeré,
porque mi fuerza y mi poder es el Señor,
él fue mi salvación.
Y sacaréis aguas con gozo
de las fuentes de la salvación. R.
Dad gracias al Señor,
invocad su nombre,
contad a los pueblos sus hazañas,
proclamad que su nombre es excelso. R.
Tañed para el Señor, que hizo proezas,
anunciadlas a toda la tierra;
gritad jubilosos, habitantes de Sión:
«Qué grande es en medio de ti
el Santo de Israel.» R.
SEXTA LECTURA
Caminad a la
claridad del resplandor del Señor
Lectura del libro de
Baruc 3, 9-15. 32-4, 4
Escucha,
Israel, mandatos de vida;
presta
oídos para aprender prudencia.
¿A
qué se debe, Israel, que estés aún en país enemigo,
que
envejezcas en tierra extranjera,
que
estés contaminado entre los muertos,
y
te cuenten con los habitantes del abismo?
Es
que abandonaste la fuente de la sabiduría.
Si
hubieras seguido el camino de Dios,
habitarías
en paz para siempre.
Aprende
dónde se encuentra la prudencia,
el
valor y la inteligencia;
así
aprenderás dónde se encuentra la vida larga,
la
luz de los ojos y la paz.
¿Quién
encontró su puesto
o
entró en sus almacenes?
El
que todo lo sabe la conoce,
la
examina y la penetra.
El
que creó la tierra para siempre
y
la llenó de animales cuadrúpedos;
el
que manda a la luz, y ella va,
la
llama, y le obedece temblando;
a
los astros que velan gozosos
en
sus puestos de guardia,
los
llama, y responden:
«Presentes»,
y
brillan gozosos para su Creador.
Él
es nuestro Dios,
y
no hay otro frente a él;
investigó
el camino de la inteligencia
y
se lo enseñó a su hijo, Jacob,
a
su amado, Israel.
Después
apareció en el mundo
y
vivió entre los hombres.
Es
el libro de los mandatos de Dios,
la
ley de validez eterna:
los
que la guarden vivirán;
los
que la abandonen morirán.
Vuélvete,
Jacob, a recibirla,
camina
a la claridad de su resplandor;
no
entregues a otros tu gloria,
ni
tu dignidad a un pueblo extranjero.
¡Dichosos
nosotros, Israel, que conocemos
lo
que agrada al Señor!
Palabra
de Dios.
Salmo
responsorial Sal 18, 8. 9. 10. 11 (R.: Jn 6, 68)
R.
Señor, tú tienes palabras de vida eterna.
La ley del Señor es perfecta
y es descanso del alma;
el precepto del Señor es fiel
e instruye al ignorante. R.
Los mandatos del Señor son rectos
y alegran el corazón;
la norma del Señor es límpida
y da luz a los ojos. R.
La voluntad del Señor es pura
y eternamente estable;
los mandamientos del Señor son verdaderos
y enteramente justos. R.
Más preciosos que el oro,
más que el oro fino;
más dulces que la miel
de un panal que destila. R.
SÉPTIMA
LECTURA
Derramaré
sobre vosotros un agua pura, y os daré un corazón nuevo
Lectura de la profecía
de Ezequiel 36, 16-28
Me
vino esta palabra del Señor:
«Hijo
de Adán,
cuando
la casa de Israel habitaba en su tierra,
la
profanó con su conducta, con sus acciones;
como
sangre inmunda fue su proceder ante mí.
Entonces
derramé mi cólera sobre ellos,
por
la sangre que habían derramado en el país,
por
haberlo profanado con sus idolatrías.
Los
esparcí entre las naciones,
anduvieron
dispersos por los países;
según
su proceder, según sus acciones los sentencié.
Cuando
llegaron a las naciones donde se fueron,
profanaron
mi santo nombre;
decían
de ellos:
"Éstos
son el pueblo del Señor,
de
su tierra han salido.
Sentí
lástima de mi santo nombre,
profanado
por la casa de Israel
en
las naciones a las que se fue.
Por
eso, di a la casa de Israel:
Esto
dice el Señor:
"No
lo hago por vosotros, casa de Israel,
sino
por mi santo nombre, profanado por vosotros,
en
las naciones a las que habéis ido.
Mostraré
la santidad de mi nombre grande,
profanado
entre los gentiles,
que
vosotros habéis profanado en medio de ellos;
y
conocerán los gentiles que yo soy el Señor
–Oráculo
del Señor–,
cuando
les haga ver mi santidad al castigaros.
Os
recogeré de entre las naciones,
os
reuniré de todos los países,
y
os llevaré a vuestra tierra.
Derramaré
sobre vosotros un agua pura
que
os purificará:
de
todas vuestras inmundicias e idolatrías
os
he de purificar.
Y
os daré un corazón nuevo,
y
os infundiré un espíritu nuevo;
arrancaré
de vuestra carne el corazón de piedra,
y
os daré un corazón de carne.
Os
infundiré mi espíritu,
y
haré que caminéis según mis preceptos,
y
que guardéis y cumpláis mis mandatos.
Y
habitaréis en la tierra que di a vuestros padres.
Vosotros
seréis mi pueblo,
y
yo seré vuestro Dios."»
Palabra
de Dios.
Salmo
responsorial Sal 41, 3. 5bcd; 42, 3. 4 (R.: 41, 2)
R.
Como busca la cierva corrientes de agua,
así mi alma te busca a ti, Dios mío.
Tiene sed de Dios,
del Dios vivo:
¿cuándo entraré a ver
el rostro de Dios? R.
Cómo marchaba a la cabeza del grupo,
hacia la casa de Dios,
entre cantos de júbilo y alabanza,
en el bullicio de la fiesta. R.
Envía tu luz y tu verdad;
que ellas me guíen
y me conduzcan hasta tu monte santo,
hasta tu morada. R.
Que yo me acerque al altar de Dios,
al Dios de mi alegría;
que te dé gracias al son de la cítara,
Dios, Dios mío. R.
O
bien, cuando se celebra el bautismo:
Is 12, 2-3. 4bcd. 5-6, como después de la quinta lectura.
O
bien:
Sal 50, 12-13. 14-15. 18-19 (R.: 12a)
R.
Oh Dios, crea en mí un corazón puro.
Oh
Dios, crea en mí un corazón puro,
renuévame
por dentro con espíritu firmo
no
me arrojes lejos de tu rostro,
no
me quites tu santo espíritu. R.
Devuélveme
la alegría de tu salvación,
afiánzame
con espíritu generoso;
enseñaré
a los malvados tus caminos,
los
pecadores volverán a ti. R.
Los
sacrificios no te satisfacen;
si
te ofreciera un holocausto, no lo querrías.
Mi
sacrificio es un espíritu quebrantado;
un
corazón quebrantado y humillado,
tú
no lo desprecias. R.
EPÍSTOLA
Cristo, una
vez resucitado de entre los muertos, ya no muere más
Lectura de la carta del
apóstol san Pablo a los Romanos 6, 3-11
Hermanos:
Los
que por el bautismo nos incorporamos a Cristo fuimos incorporados a su muerte.
Por
el bautismo fuimos sepultados con él en la muerte, para que, así como Cristo
fue resucitado de entre los muertos por la gloria del Padre, así también
nosotros andemos en una vida nueva.
Porque,
si nuestra existencia está unida a él en una muerte como la suya, lo estará también
en una resurrección como la suya.
Comprendamos
que nuestra vieja condición ha sido crucificada con Cristo, quedando destruida
nuestra personalidad de pecadores, y nosotros libres de la esclavitud al
pecado; porque el que muere ha quedado absuelto del pecado.
Por
tanto, si hemos muerto con Cristo, creemos que también viviremos con él; pues
sabemos que Cristo, una vez resucitado de entre los muertos, ya no muere más;
la muerte ya no tiene dominio sobre él. Porque su morir fue un morir al pecado
de una vez para siempre; y su vivir es un vivir para Dios.
Lo
mismo vosotros, consideraos muertos al pecado y vivos para Dios en Cristo
Jesús.
Palabra
de Dios.
Salmo
responsorial Sal 117, 1-2. l6ab- 17. 22-23
R.
Aleluya, aleluya, aleluya.
Dad
gracias al Señor porque es bueno,
porque
es eterna su misericordia.
Diga
la casa de Israel:
eterna
es su misericordia. R.
La
diestra del Señor es poderosa,
la
diestra del Señor es excelsa.
No
he de morir, viviré
para
contar las hazañas del Señor. R.
La
piedra que desecharon los arquitectos
es
ahora la piedra angular.
Es
el Señor quien lo ha hecho,
ha
sido un milagro patente. R.
EVANGELIO
Jesús el
Nazareno, el crucificado, ha resucitado
+Lectura del santo
evangelio según san Marcos 16, 1-7
Pasado
el sábado, María Magdalena, María la de Santiago, y Salomé compraron aromas
para ir a embalsamar a Jesús. Y muy temprano, el primer día de la semana, al
salir el sol, fueron al sepulcro. Y se decían unas a otras:
–
«¿Quién nos correrá la piedra de la entrada del sepulcro?»
Al
mirar, vieron que la piedra estaba corrida, y eso que era muy grande. Entraron
en el sepulcro y vieron a un joven sentado a la derecha, vestido de blanco. Y
se asustaron. Él les dijo:
–
«No os asustéis. ¿Buscáis a Jesús el Nazareno, el crucificado? No está aquí. Ha
resucitado. Mirad el sitio donde lo pusieron.
Ahora
id a decir a sus discípulos y a Pedro: Él va por delante de vosotros a
Galilea. Allí lo veréis, como os dijo.»
Palabra
del Señor.