PRIMERA
LECTURA
Te he
constituido alianza del pueblo, para restaurar el país
Lectura del libro de Isaías 49, 18-15
Así
dice el Señor:
«En
tiempo de gracia te he respondido,
en
día propicio te he auxiliado;
te
he defendido y constituido alianza del pueblo,
para
restaurar el país, para repartir heredades desoladas,
para
decir a los cautivos: "Salid",
a
los que están en tinieblas: "Venid a la luz."
Aun
por los caminos pastarán, tendrán praderas en todas las dunas; no pasarán
hambre ni sed, no les hará daño el bochorno ni el sol; porque los conduce el
compasivo y los guía a manantiales de agua.
Convertiré
mis montes en caminos,
y
mis senderos se nivelarán.
Miradlos
venir de lejos; miradlos, del norte y del poniente,
y
los otros del país de Sin.
Exulta,
cielo; alégrate, tierra; romped a cantar, montañas,
porque
el Señor consuela a su pueblo
y
se compadece de los desamparados.
Sión
decía: "Me ha abandonado el Señor,
mi
dueño me ha olvidado."
¿Es
que puede una madre olvidarse de su criatura,
no
conmoverse por el hijo de sus entrañas?
Pues,
aunque ella se olvide, yo no te olvidaré.»
Palabra de
Dios.
Salmo responsorial Sal 144,
8-9. 13cd-14. 17-18 (R.: 8a)
R. El Señor es clemente y
misericordioso.
El Señor es
clemente y misericordioso,
lento a la
cólera y rico en piedad;
el Señor es
bueno con todos,
es cariñoso
con todas sus criaturas. R.
El Señor es
fiel a sus palabras,
bondadoso en
todas sus acciones.
El Señor
sostiene a los que van a caer,
endereza a los
que ya se doblan. R.
El Señor es
justo en todos sus caminos,
es bondadoso
en todas sus acciones;
cerca está
el Señor de los que lo invocan,
de los que
lo invocan sinceramente. R.
Versículo
antes del evangelio Jn 11, 25a. 26
Yo soy la
resurrección y la vida
–dice el
Señor–;
el que cree
en mi no morirá para siempre.
EVANGELIO
Lo mismo que
el Padre resucita a los muertos y les da vida,
así también
el Hijo da vida a los que quiere
+ Lectura del santo evangelio según
san Juan 5, 17-30
En
aquel tiempo, dijo Jesús a los judíos:
–
«Mi Padre sigue actuando, y yo también actúo.»
Por
eso los judíos tenían más ganas de matarlo: porque no sólo abolía el sábado,
sino también llamaba a Dios Padre suyo, haciéndose igual a Dios.
Jesús
tomó la palabra y les dijo:
–
«Os lo aseguro: El Hijo no puede hacer por su cuenta nada que no vea hacer al
Padre. Lo que hace éste, eso mismo hace también el Hijo, pues el Padre ama al
Hijo y le muestra todo lo que él hace, y le mostrará obras mayores que ésta,
para vuestro asombro.
Lo
mismo que el Padre resucita a los muertos y les da vida, así también el Hijo da
vida a los que quiere.
Porque
el Padre no juzga a nadie, sino que ha confiado al Hijo el juicio de todos,
para que todos honren al Hijo como honran al Padre. El que no honra al Hijo no
honra al Padre que lo envió.
Os
lo aseguro: Quien escucha mi palabra y cree al que me envió posee la vida
eterna y no se le llamará a juicio, porque ha pasado ya de la muerte a la vida.
Os
aseguro que llega la hora, y ya está aquí, en que los muertos oirán la voz del
Hijo de Dios, y los que hayan oído vivirán.
Porque,
igual que el Padre dispone de la vida, así ha dado también al Hijo el disponer
de la vida. Y le ha dado potestad de juzgar, porque es el Hijo del hombre.
No
os sorprenda, porque viene la hora en que los que están en el sepulcro oirán su
voz: los que hayan hecho el bien saldrán a una resurrección de vida; los que
hayan hecho el mal, a una resurrección de juicio.
Yo
no puedo hacer nada por mí mismo; según le oigo, juzgo, y mi juicio es justo,
porque no busco mi voluntad, sino la voluntad del que me envió.»