viernes, 29 de mayo de 2015

VIERNES DE LA OCTAVA SEMANA

PRIMERA LECTURA
Nuestros antepasados fueron hombres de bien, vive su fama por generaciones

Lectura del libro del Eclesiástico 44, 1. 9-12

Hagamos el elogio de los hombres de bien, de la serie de nuestros antepasados.
Hay quienes no dejaron recuerdo, y acabaron al acabar su vida: fueron como si no hubieran sido, y lo mismo sus hijos tras ellos.
No así los hombres de bien: su esperanza no se acabó, sus bienes perduran en su descendencia, su heredad pasa de hijos a nietos.
Sus hijos siguen fieles a la alianza, y también sus nietos, gracias a ellos.
Su recuerdo dura por siempre, su caridad no se olvidará.
Palabra de Dios
 
Salmo responsorial Sal 149, 1-2. 3-4. 5-6a y 9b
V/. El Señor ama a su pueblo.
R/. El Señor ama a su pueblo.
V/. Cantad al Señor un cántico nuevo, resuene su alabanza
en la asamblea de los fieles; que se alegre Israel por su Creador, los hijos de Sión por su Rey. R/.
V/. Alabad su nombre con danzas, cantadle con tambores y citaras; porque el Señor ama a su pueblo, y adorna con la victoria a los humildes. R/.
V/. Que los fieles festejen su gloria y canten jubilosos en filas: con vítores a Dios en la boca; es un honor para todos sus fieles. R/.

EVANGELIO
Mi casa se llama Casa de Oración para todos los pueblos. Tened fe en Dios

+Lectura del santo Evangelio según San Marcos 11, 11-26

Después que la muchedumbre lo hubo aclamado, entró Jesús en Jerusalén, en el templo, lo estuvo observando todo, y, como era ya tarde, se marchó a Betania con los Doce.
Al día siguiente, cuando salió de Betania, sintió hambre.
Vio de lejos una higuera con hojas, y se acercó para ver si encontraba algo; al llegar no encontró más que hojas, porque no era tiempo de higos.
Entonces le dijo: Nunca jamás coma nadie de ti.
Los discípulos lo oyeron.
Llegaron a Jerusalén, entró en el templo, se puso a echar a los que traficaban allí, volcando las mesas de los cambistas y los puestos de los que vendían palomas.
Y no consentía a nadie transportar objetos por el templo.
Y los instruía diciendo: ¿No está escrito: Mi casa se llama Casa de Oración para todos los pueblos? Vosotros en cambio la habéis convertido en cueva de bandidos.
Se enteraron los sumos sacerdotes y los letrados, y como le tenían miedo, porque todo el mundo estaba asombrado de su enseñanza, buscaban una manera de acabar con él.
Cuando atardeció, salieron de la ciudad.
A la mañana siguiente, al pasar, vieron la higuera seca de raíz.
Pedro cayó en la cuenta y dijo a Jesús: Maestro, mira, la higuera que maldijiste se ha secado.
Jesús contestó: Tened fe en Dios.
Os aseguro que si uno dice a este monte: «Quítate de ahí y tírate al mar», no con dudas, sino con fe en que sucederá lo que dice, lo obtendrá.
Por eso os digo: Cualquier cosa que pidáis en la oración, creed que os la han concedido, y la obtendréis.
Y cuando os pongáis a orar, perdonad lo que tengáis contra otros, para que también vuestro Padre del cielo os perdone vuestras culpas.
Palabra del Señor