10 de noviembre
SAN LEÓN MAGNO,
Papa
De vuestra boca no salga ningún discurso
malo
sino los que sean buenos para edificar en la fe,
a fin de dar gracia a los que oyen.
(Efesios, 4, 29).
El gran San León sobrepujó a todos sus
contemporáneos en prudencia, en elocuencia y en virtud. Su mérito lo elevó al
sumo pontificado; su elocuencia triunfó de Atila, que se disponía a saquear a
Roma: su sola palabra detuvo al conquistador y lo hizo retroceder. Su principal
cuidado fue combatir la herejía, propagar el Evangelio por sus predicaciones y
escritos, y reformar el clero. Murió en el año 461.
MEDITACIÓN
SOBRE LAS CONVERSACIONES
I. Se ha de desterrar de las
conversaciones toda palabra que pueda herir a la caridad, a la pureza o a la
cortesía. Estos puntos abarcan todas las faltas que puedes cometer en tus
conversaciones. Nunca hagas tu propio elogio, no censures a los demás; nada
digas que pueda avergonzar a los que te escuchan o afligir a tu ángel custodio.
Reflexiona sobre estas tres clases de defectos: ¿ninguno tienes?
II. Conversa con entera franqueza de las
cosas de Dios con tu director espiritual o con alguna otra persona piadosa y
sabia. A veces estas conversaciones te inspirarán más tiernos sentimientos de
devoción que los que experimentas en tus oraciones. Tanto gustas de hablar de
tus negocios, y ya que el de tu salvación es el mayor de todos, ¿por qué no
hablas de él alguna vez, para comunicar a los otros los buenos sentimientos que
Dios te inspira y para aprovecharte de sus luces?
III. Debes ponerte de parte de Jesucristo
si, en la conversación, alguien habla mal de las cosas santas, o en chiste, o
pone en duda algún artículo de la fe o murmura de un ausente. No te avergüences
entonces de declararte abogado de Jesucristo; habla valientemente, pero siempre
con discreción: Dios te inspirará lo que debas decir. Si alguien habla mal de
algún amigo tuyo, asumes su defensa; si se trata de Jesucristo o de alguno de
sus servidores, te quedas mudo. Seríamos más felices si pusiéramos
tanto esmero en agradar a Dios como a los hombres, y si temiéramos tanto
desagradar al Creador como a la creatura. (San Paulino).
Celo por la gloria de Dios
Orad por el Papa.
ORACIÓN
Pastor eterno, mirad con benevolencia a
vuestro rebaño y guardadlo con protección constante por vuestro bienaventurado
Sumo Pontífice León, a quien constituisteis pastor de toda la
Iglesia. Por J. C. N. S.